En las confluencias de los términos de Terrassa, Sabadell, Matadepera y Castellar del Vallès, entre los torrentes de la Grípia, la Betzuca y el de Ribatallada, existe un amplio espacio natural poco conocido y valorado, en algunas partes del cual aún se practica la agricultura, donde antiguas masías sobreviven a corta distancia del Hospital de Terrassa, el antiguo sanatorio de Torrebonica, el Real Club de Golf y Mossèn Homs. La Associació per la Defensa i l’Estudi de la Natura (Adenc) considera que se trata de un espacio “degradado, dejado por las administraciones, que no le han dado una personalidad de usos, pero que tiene un valor y un gran potencial”, según su portavoz, Adelaida Clavaguera. Por eso la entidad ecologista ha comenzado a elaborar un proyecto de custodia, para el que busca la colaboración de entidades y administraciones de los cuatro municipios. Con voluntad de dar a conocer los valores naturales, culturales y históricos del espacio, organizó, el pasado 24 de octubre, una primera acción: un itinerario guiado por el geógrafo y miembro de la Institució Catalana d’Història Natural Josep Germain, que deslumbró a los participantes con unos conocimientos diríase que sin límites sobre el lugar, con explicaciones que bebían de todas las disciplinas concernientes, política medioambiental y psicología humana incluidas, y sazonadas con sus buenas dosis de ironía y sentido del humor.
► Diez de la mañana. A la estación de Terrassa Est, donde Josep Germain espera solitario, los inscritos en la ruta, una veintena, llegan casi al mismo tiempo. Los hay de todas las edades, desde estudiantes universitarios a gente mayor, algunos socios de Adenc y de otras entidades naturalistas, de Terrassa, Sabadell, Sant Quirze y alguna otra población. Los que han venido en coche dicen lamentarlo, así de broma, como es de esperar en gente concenciada con el medio ambiente y la naturaleza. Germain comienza definiendo lo que ve desde la estación de Terrassa Est: “Un espacio cuya única utilidad ha sido albergar la construcción de miles y miles de nuevas viviendas, completamente aisladas de Terrassa. Era la alternativa relativamente barata a vivir en Barcelona.”
► 10.15. Calle de Ciudad Real esquina con la de Àlaba, donde la ciudad de Terrassa acaba y comienza el espacio natural. “Si tuviéramos que doblar el mapa de Catalunya lo haríamos por aquí. Una línea muy importante del relieve de Catalunya , que enlaza la costa con el Pirineu, pasa por aquí”, afirma Germain. Una línea que también es “un cambio de cadenas y de vertiente de aguas, por un lado la del Llobregat, por otra la del Besós.” Línea con dos leyendas: el Camí dels Monjos de Sant Cugat a Sant Llorenç del Munt y la vía verde Sant Llorenç -Cerdanyola, “que había de pasar por aquí. Era una idea lo suficientemente potente como para dar miedo, por lo que se dedicaron a inventarse otras vías verdes y desvalorizarla”.
► 10.30. Torrente de la Grípia. Veinte años atrás eran aguas residuales. Éstas, ahora, ya no bajan, “pero los días de fuertes lluvias la red de cloacas no aguanta la cantidad de agua, y todo lo que sale de las calles acaba colgando de las zarzas. Antes de verterlo a las rieras, podría haber un sistema de rejas o filtros, de manera que el material sólido quedara enganchado y pudiera retirarse”. Además, Germain cree que, de tratarse de un torrente “normal”, habría “una primera línea de álamos, y más allá olmos, robles y encinas”.
► 10.50. Tras dejar atrás el Hospital de Terrassa y sus torres de refrigeración, la planicie de Torrebonica. “Este territorio ha tenido un uso agrícola desde tiempos inmemoriales. En 2003, el ayuntamiento lo declaró suelo urbano, y luego lo compró, con lo que le costó mucho más (normalmente se hace al revés).” Al fondo se alza el antiguo sanatorio de tuberculosos de Torrebonica, creado en 1911,para los internos del cual se hizo una colonia agrícola y ganadera. “Hace cien años, la idea que se tenía de la salud era más integral y normal que la actual.” El sanatorio se hizo en zona muy ventilada, “fantástica para que la gente se pudiera airear”.
Aquí, en los años sesenta, se planteó la construcción de viviendas para quinientas personas, dentro del Plan Actuaciones Urbanísticas Urgentes (Actur). “Ahora, lo que no saben donde hacer, lo construyen aquí, porque no vale nada o cuesta poco. La nave de autobuses municipales, ¿tenía que hacerse aquí, en un territorio agrícola? Y la perrera, ¿sobre terreno agrícola de protección? ¿O un bloque de pisos de conservación de carreteras, o un edificio del campus de la UPC? ¿Y el Hospital no estaría mejor en Terrassa, y así ahorraría desplazamientos? El plan de ordenación urbanístico municipal dice que la ciudad se ha de cerrar y consolidar, y aquí sucede todo lo contrario”.
► 11.05. Masía de Can Figueres. Recuerdo de las “guerras de minas” que sublevaron a los payeses de la zona a finales del siglo XIX. “Tradicionalmente, la mayoría de masias tenían el agua con minas, porque por la estructura del trabajo te sale más a cuenta hacer una galería subterránea que un pozo. Hasta Torrebonica llegaban las minas de Sabadcell; en cambio, las de Terrassa llegaban arriba de Mossèn Homs”.
► 11.10. “Aquí había la masía de Can Maduixer”, lo que da pie a explicar el origen del nombre de Torrebonica. “En la época de la Guerra de les Remences, cada masía se construía su propia torre para protegerse. Los de Can Borrell hicieron la suya, que era la más bonita, y por el nombre ya se sabe quien ganó. Pero la Torre Bonica no se conserva; quizá los restos estén en la base de la torre de la derecha del antiguo sanatorio”
► 11.12. El Torrent de la Betzuca permite explicar la historia geológica del Vallès. “Analizando la composición de las rocas, sabes lo que había.” “Uno de los periodos más estudiados es el vallesano -es su nombre científico-, cuando por aquí daban vueltas los rinocerontes y los hipopótamos, y había escollos coralinos en el Penedès.” En la depresión del Vallès también han habido pequeños movimientos tectónicos. “Terrassa y Sabadell se hundieron ligeramente,y en la época glacial, de hace unos veinte mil años, se fueron llenando.”
► 11.30. Tiempo para la fauna. Se escuchan “mallarengues”, Un participante encuentra una pluma de mochuelo común. Montserrat Pérez, de Sant Quirze del Vallès Natura, una minúscula cargolina “comida por un erizo”. ¿Por qué, precisamente un erizo? “Por la manera en que lo ha hecho. Una ‘cuca de llum’ se la había comido de otra manera. Para defenderse, el caracol lanza a la luciérnaga babas que le son tóxicas, pero si no le alcanzan y le da tiempo se lo come entero”, explica, y todos asombrados por sus conocimientos para detectar la fauna que habita en un espacio. En éste, la paloma, el “tudó”, el “falciot”, la urraca común, el pinzón, el jilguero, el “gafarró”. Una riqueza notable. “Sabemos que hay vida animal por sus rastros, sus excrementos.”
► 11.45. Masía de Can Canya. Si el cielo no estuviera nublado, desde aquí podría verse Montserrat, el Montseny y las dos sierras, la literal y la prelitoral. La masía está medio derruida. “Lógico. Nadie invertirá un euro en mantener una masía que con las presiones urbanísticas te pueden quitar. En este terreno todo el mundo tiene claro que pasará alguna cosa de cualquier tipo menos agrícola. Te lo pueden expropiar para un hospital, un eje vidrio, una línea de alta tensión. Todo menos pensar que se ha de mantener esta actividad”. Si se mantiene la agricultura, señala Germain, “es por la Política Agraria Común de la Unión Europea. Si no se hace un cambio de política, que dé más valor a este actividad, la agricultura en áreas periurbanas desaparecerá”.
► 12.08. Pasamos junto al Real Club de Golf. “Para mucha gente, este territorio es el recuerdo de una lucha perdida. Aún ahora se vive como una pérdida”, afirma Clavaguera.
► 12.21. Un poco más allá del Golf, había un bosque que fue destruido por los vendavales del pasado año. “Un bosque umbroso, bonito. El Golf estaba arriba, pero no lo veías.” La caída de los árboles ha hecho aparecer dos edificios, “dos mamotretos”, que Germain no había visto antes.También ha hecho surgir plantas especuladoras,de origen sudamericano, que estaban en estado latente, y el tóxico estramonio. Germain lamenta el mal estado del camino. “Uno de las condiciones del Golf para instalarse aquí era hacer este camino y mantenerlo. El Ayuntamiento tiene la obligación de exigirle ese mantenimiento.”
► 13.11. El límite de la finca de Can Arnella ofrece la panorámica más idílica de la ruta. Un campo de cultivo, “el único de Terrassa que tiene certificado de agricultura ecológica”, una masía, y, al fondo, Matadepera y Sant Llorenç del Munt. Basta una frase para lapidar el encanto: “El Quart Cinturó ha de pasar por medio del campo.” Para Germain, “no hacía falta que lo hicieran, pero pienso que por el bosque sería preferible. Hay la idea, para mi equivocada, de que si se cortan cuatro pinos, los ecologistas protestan, lo que no sucede cuando se destruye un campo de cultivo. Hace sesenta años, en el término de Terrassa había un cuarenta por ciento de espacio agrícola, y un cuarenta por ciento de bosque. Ahora el bosque sigue siendo un cuarenta, y el espacio agrícola solo un diez.” “Hacer pasar el Quart Cinturó por aquí es un desastre de grandes dimensiones”, apostilla Clavaguera.
► 13.30. Torre de Mossèn Homs. Hay documentos de los siglos X y XI que ya hacen referencia a este lugar. Germain explica su historia más reciente, que tiene sus interrogantes.. Maria Corral adquirió la finca con los beneficios que le dio el éxito, en los años treinta, de su negocio Modes Maruja. Después de la Guerra Civil, quiso destinarla a atender jóvenes enfermas. A su fallecimiento, legó la finca a una orden religiosa, a la que aún pertenece, para que atendieran en ella, según un documento que Germain asegura haber visto, a “jóvenes desvalidas”.