El tener el despacho en un edificio y el laboratorio en otro edificio del campus puede parecer algo incómodo, pero tiene su lado positivo. Me permite dar un pequeño paseo cada vez que he de ir de uno al otro, respirar aire fresco en el camino arbolado que los separa. Además, a veces me permite coincidir con conocidos e intercambiar opiniones. Hace unas semanas, de vuelta a mi despacho desde el laboratorio, coincidí con una compañera que me comentó una publicación de un científico del campus. Una noticia, cuando menos llamativa, polémica y emocionante.
Un neurobiólogo de la Duke University publicaba en la revista Scientific Reports (http://bit.ly/1Nkt5gy) dos artículos sobre cómo había interconectado los cerebros de cuatro ratas para que desarrollasen una tarea de previsión del tiempo, así como tres monos para que controlasen un brazo mecánico.
Automáticamente me vino a la mente la película "Minority Report", basada en una novela del prolífico escritor Philip K. Dick ("Blade Runner", "Desafío total", "Paycheck", "Next" …). En el relato de ciencia ficción, el trabajo conjunto de los cerebros de tres "precogs" permite predecir quién va a cometer un crimen, con lo que la policía (Tom Cruise en el film) puede evitar que éste ocurra.
Si bien el trabajo del científico de la Duke está lejos de lo que plantea Philip K. Dick, no deja de ser un trabajo interesante que puede ayudar a entender cómo funciona el cerebro, a la vez que ayudarnos en complejas tareas de computación o a desarrollar un ordenador semiorgánico.
Hace unos años que una nueva idea sobre computación centra la atención de numerosos científicos, se trata de "reservoir computing". Este concepto se basa en intentar recrear la manera en que las neuronas procesan la información para hacer tareas. Para ello se utiliza un sistema físico complejo y no lineal, que se entrena para hacer tareas (multiplicación o identificación de patrones, por ejemplo) a base de asociar cada operación básica con un impulso de entrada y luego ver cómo responde el sistema complejo y ponderar estas respuestas. Esto permite luego que el sistema (el reservorio) haga operaciones que no se le han dado en el proceso de entrenamiento. Por ejemplo, si se le entrena con la tabla de multiplicar del 2 (de 2×1 a 2×10), luego podrá multiplicar 2×20, aunque no se le haya enseñado cuál es este resultado.
En el reciente trabajo, los científicos habían implantado centenares de microfilamentos en los cerebros de las ratas. Tras estimular a una rata con pequeños impulsos eléctricos, ésta respondía con otros impulsos que enviaba a las otras ratas. De esta manera los cuatro cerebros estaban interconectados y formaban una red de cerebros. Los científicos medían las respuestas del cerebro cuádruple.
De esta manera los científicos han logrado que la red de cerebros haya realizado tareas diversas como clasificación de patrones, procesamiento de imágenes, almacenamiento y recuperación de estímulos táctiles e incluso predicción meteorológica.
No sabemos cómo funciona el cerebro, pero sabemos que trabaja muy eficientemente y es capaz de hacer tareas complejas, las cuales nos resulta muy difícil programar para que las haga un ordenador.
Este trabajo podría ayudar a realizar aquellas tareas para las que el cerebro es bueno pero no los programas informáticos, dando lugar quién sabe si a ordenadores orgánicos. También podrá ayudar a entender el comportamiento social de los animales.
Realmente, después de cada "Breakfast in America", uno no sabe qué sorpresa científica se va a encontrar a lo largo del día.