Opinió

Todo estaba pactado

La jornada de ayer fue una de las más intensas de los últimos meses desde el punto de vista político. El secreto a voces del pacto de Gobierno entre PSC y CiU, o CDC, porque ésa es otra cuestión que sigue en el limbo, se oficializó. Fue una puesta en escena que careció de frescura porque el compromiso llevaba varias semanas precocinado. Pero la oposición también siguió el guión y tardó sólo minutos en reaccionar después de que Jordi Ballart y Miquel Sàmper sellasen un acuerdo en favor de la “estabilidad”. La abstención en el pleno de investidura de los convergentes que favoreció la llegada de Jordi Ballart a la alcaldía fue el primer signo que evidenciaba la buena sintonía entre ambas formaciones. Mejor dicho, las buenas vibraciones que han acompañado los contactos entre Ballart y Sàmper. Hace muy pocos meses seguían enfrascados PSC y CiU en Terrassa en una lucha sin cuartel, ahora estas posiciones antagónicas han quedado atrás después del terremoto electoral del pasado 24 de mayo. La memoria política es realmente corta. El golpe definitivo al compromiso, que ya estaba prácticamente cerrado, fue el impulso socialista a la moción en favor de la adhesión de Terrassa a la Associació de Municipis per a la Indepedència. Esa era la principal exigencia que la dirección política local de CDC había realizado para bendecir el pacto. Con sólo tres concejales, Miquel Sàmper ha conseguido que en seis días incluso se convierta en alcalde accidental de Terrassa. Ayer se escenificó el compromiso, después de que las diferentes asambleas de los partidos también asintieran la propuesta. PSC y CiU inician un camino de la mano plagado de interrogantes, para muchos es una unión contranatura, que ambas formaciones defienden en favor de la estabilidad política del Ayuntamiento, pero que en ningún caso garantiza la mayoría absoluta.

Desde la oposición, la respuesta ha sido contundente y a tenor de las diferentes reacciones, el pacto de gobierno más que estabilidad, lo que ha conseguido es atizar el fuego. Terrassa en Comú considera que el PSC “se ha vendido el alma”. ERC anuncia unos “meses de inestabilidad política”, mientras que Ciutadans cree que se complica la gobernabilidad. Para el PP, ayer se rubricó el “pacto de la vergüenza” y para la CUP es “un acuerdo de perdedores”. La respuesta, a pesar de las diferencias políticas, ha sido unánime y confirman que la política municipal seguirá depararando un mandato apasionante, con pacto o sin él.

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