El destino quiso que sólo unas horas antes de que el Parlament de Catalunya aprobase por una abrumadora mayoría la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) sobre políticas de vivienda y pobreza energética para hacer frente a la actual situación de emergencia social, un grupo de miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Terrassa (PAH) consiguió frenar un desahucio en el barrio de Montserrat. Era el caso de una familia con cuatro hijos. La PAH logró, gracias al poder su movilización, que ayer, los afectados, pudiesen permanecer en su hogar. Durante los últimos años, precisamente este colectivo se ha convertido en el reducto final para evitar que los procesos judiciales acabasen en un desahucio. Su fuerza ha crecido en la misma medida que la crisis económica ha incrementado de forma exponencial los casos de personas que se han quedado sin sus viviendas.
Es esta fortaleza la que ha permitido impulsar una ILP que ha contado con más de 143 mil firmas y que todas las fuerzas representadas en el Parlament se han visto obligadas a hacer suya, independientemente de su color. Ayer fue un día muy especial, porque detrás de esta iniciativa se escondía probablemente el último anhelo de esperanza de poder cambiar las normas desde la movilización social. Por eso, algunas de las personas que estuvieron gritando megáfono en mano en Montserrat para frenar el desahucio acudieron por la tarde al Parlament para vivir de cerca la votación de la ILP. Otros, en sus casas, seguían con una tremenda ilusión y esperanza el desarrollo de la iniciativa. Por eso, la alegría que vivieron muchas personas compensan esfuerzos y una enorme cantidad de lloros y frustraciones.
Es cierto que los desahucios no van a acabar hoy mismo, pero se debe poner en valor una propuesta que intenta buscar soluciones a los problemas de vivienda existentes y a la cada vez más e importante pobreza energética. Esta ley abre las puertas a una “segunda oportunidad” para las familias, incidiendo precisamente en el sobreendudamiento. Hay que felicitarse por esta decisión y esperar que la ley pueda aplicarse sin paliativos, que no exista ningún freno desde el Gobierno español como en otras acciones populares promovidas en el pasado. También hay que felicitar a todas y cada una de las personas que han permitido que esta propuesta llegase al Parlament, despertando la conciencia y las ideas de una clase política que siempre ha reaccionado tarde en esta cuestión tan trascendental.