Monoplazas, biplazas, con dos, tres y cuatro ruedas, bicicletas y juguetes reconvertidos, cuadrigas romanas, bólidos mediáticos (como los Picapiedra o el Mario Kart) e, incluso, un coche confeccionado con tela…todo cabía en la tercera edición de la Baixada de Andròmines, que volvió un año más a llenar la calle de la Rasa y la Rambla d’Ègara. Poco a poco se hace hueco como una tradición más de la Festa Major esta peculiar versión egarense de “Los autos locos”, que volvió a ser tan desmadrada y divertida como siempre. En total fueron trece minibólidos los que participaron en esta curiosa carrera de artilugios sin motor y sin frenos.
Como viene siendo habitual fue el alcalde, Jordi Ballart, quien se encargó de inaugurar el circuito urbano del certamen, bajando a toda velocidad a bordo de un original Mario Kart (y con el casco puesto, como debe ser). Tras la bajada del bólido institucional llegó el turno de los participantes del concurso. Bajo el sol de justicia que ha caracterizado estas fiestas, los bólidos fueron bajando ovacionados por el numeroso público asistente. Cada andrómina era más estrambótica que la anterior: una hecha con tubos mecánicos, otra con forma de águila que cogía una velocidad considerable y un avión de cartón bautizado como Air Force Catalonia que, sin embargo, no voló mucho, pues tuvo que ser empujada hasta en tres ocasiones para finalizar el circuito.
Salvo este “error mecánico”, la edición de este año de la Baixada d’Andròmines no fue precisamente accidentada. Tan sólo dos bólidos perdieron el control, uno de ellos fue un curioso Ferrari de cartón que se estampó en la curva de La Rasa y la Rambla contra los bloques de paja de lo separaban del público. Lejos de crear alarma, los pilotos se levantaron por su propio pie entre risas y mientras recogían las piezas de cartón que habían quedado desperdigadas por el camino.
Muy reseñable fue también el bólido construido a partir de una cama móvil que funcionaba con remos. Los participantes querían denunciar con este surrealista artilugio la situación que viven muchas personas, que se ven obligadas a dormir en el andén.
También destacó por su vertiente espectacular la bajada que hicieron los participantes que conducían una cuadriga romana muy bien elaborada. Fue la intervención más divertida y también la más sonora, pues los conductores (todos ellos miembros de la colla de Castellers de Terrassa) hacían explotar petardos a su paso. El jurado lo tuvo muy difícil, dado el elevado nivel de este año. Pese a ello, finalmente se premió como el coche más original al Héctor Express, un trenecito conducido por David y Héctor Selma, padre e hijo. El galardón al bólido más espectacular y vistoso fuer para la Prehistòrica, una especie de Troncomóvil conducido por la familia Pérez (unos habituales de este certamen). La andrómina con mejor ingeniería fue para el Superheterodino, el coche de tela de la familia Mañosa.