Por la Escola Cultura Pràctica, debido a su larga trayectoria, han pasado alumnos de hasta tres generaciones por lo que se ha establecido un fuerte vínculo educativo y también emocional. Este es el caso, por ejemplo, de Sergi Artigas, de 40 años, que actualmente es hijo de Ferran Artigas, ex alumno, está casado con una ex alumna (Susana Campoy) y es padre de dos alumnos, Marta (en 6º de primaria) y Arnau (3º de primaria). Para Artigas, director de Innovación del Centre Tecnològic Leitat, Cultura Pràctica ha tenido y tiene un proyecto formativo muy sólido que potencia los conocimientos y los valores.
¿Cómo recuerda su etapa por la escuela?
Entré en párvulos, con 4 años, en 1979 y finalicé el bachillerato, con 18 años, en 1993. Recuero la escuela como una etapa de pequeños detalles entrañables, como el pan con la chocolatina para desayunar, las excursiones a Can Déu o Sant Feliuet, lugares que parecían muy lejos, jugar a pelota en el patio, preocupaciones por los exámenes, complicidades con los compañeros… Pero con la perspectiva del tiempo, constato que es una etapa de tu vida muy importante porque vas perfilando tu camino personal y profesional. Son años que condicionan como serás en el futuro.
¿Por qué apostó por esta escuela para sus hijos?
Por el nivel formativo en el que, históricamente, acaban los alumnos, tanto en el ámbito del conocimiento y aptitudes que adquieren como por la actitud en qué se aprende.
¿Cuál es su valoración del centro en la actualidad?
La escuela ha evolucionado para ajustarse a las realidades educativas actuales. También se perciben movimientos de cambio, tanto de metodologías de enseñanza como de ubicación física (el Casino del Comerç), que transmiten la sensación de proyecto consolidado a largo plazo. Veo los niños que entran y salen de la escuela contentos y este es el mejor indicador que podemos tener. Hablando con los profesores, personal de apoyo y directivos, sigo teniendo la sensación de haber elegido muy bien.