Vallés

Juzgan al violador de Martorell, para el que solicitan 70 años

La sección séptima de la Audiencia Provincial tiene previsto juzgar hoy a Tomás P. C., conocido como el violador de Martorell, un individuo que en octubre de 2016 violó a una mujer en un bosque de Castellbisbal y le asestó hasta siete puñaladas en el cuello. Lo hizo durante un permiso penitenciario de tres días mientras cumplía una condena de 26 años por otra violación cometida en 2002. En su momento, la noticia causó un gran revuelo y se generó una amplia polémica en torno al permiso penitenciario de que disfrutaba el procesado, concedido por la Generalitat y avalado por la Audiencia de Barcelona, después de que el juez de vigilancia penitenciaria se lo denegara hasta en trece ocasiones.

En su escrito de acusación, el fiscal solicita un total de 70 años de prisión para Tomás P. C., al que aplica la agravante de reincidencia. Así, el Ministerio Público pide 20 años de cárcel por un delito de detención ilegal; 30 años por asesinato en grado de tentativa; 15 años por un delito continuado de agresión sexual y 5 años por robo con intimidación. También se le reclama una indemnización de 70 mil euros para la víctima por las lesiones y las secuelas causadas.

Los hechos se remontan a la mañana del 29 de octubre de 2016, cuando el violador -“motivado por su rabia contra las mujeres por el hecho de no poder ver a su hija debido a la oposición de su expareja”, dice la calificación del fiscal- abordó a una mujer en Igualada en el momento en que ésta acababa de entrar en su vehículo. Exhibiendo una navaja, impidió a la víctima que cerrase la puerta del coche y se introdujo en el asiente posterior, exigiéndole que lo llevase hasta Martorell “para salvar a su hija de unos traficantes”, le dijo.

Tras obligarla a conducir durante unos 53 kilómetros, al llegar a la urbanización de Can Santaeugini de Castellbisbal, el procesado obligó a la mujer a estacionar y a bajar del vehículo. Luego, sin dejar de mostrar la navaja y agarrándola de una mano para que no huyese, ambos se adentraron en una zona boscosa cercana siguiendo un camino forestal.

Después de caminar unos metros, prosigue el escrito de acusación, se introdujeron en otro camino secundario más oculto. Una vez allí, y tras decirle “te ha tocado”, obligó a la mujer a bajarse los pantalones, quitarse la ropa interior y colocarse boca arriba, para seguidamente penetrarla vaginalmente, llegando a eyacular en su interior.

Posteriormente, el individuo introdujo su pene en la boca de la víctima y la obligó a practicarle una felación. Después, la obligó a girarse, quedando la víctima con las rodillas y las manos apoyadas en el suelo y de espaldas al acusado, quien la penetró analmente mientras le tocaba los pechos y le soltaba expresiones del tipo “qué buena estás”, eyaculando nuevamente en su interior.

A continuación, el violador le dijo a la mujer que se vistiese y, agarrándola de la mano de nuevo, la obligó a adentrarse en otra zona boscosa de difícil acceso. Una vez allí, le quitó las llaves del coche y la tarjeta de crédito y le hizo repetir muchas veces el número de PIN para asegurarse de que no le engañaba. Luego la hizo caminar unos metros entre vegetación y zarzales hasta que de forma sorpresiva y por la espalda le clavó la navaja siete veces en el cuello y una en la zona lumbar, cayendo la mujer desplomada al suelo.

Creyendo que la víctima había fallecido, Tomás P. C. la agarró por los brazos y la lanzó por un barranco de unos cinco metros. Seguidamente le tiró tierra y diversas ramas para ocultar el cuerpo. Pese a las graves lesiones sufridas, la mujer pudo pedir ayuda a través de su móvil de empresa, desde el que envió su ubicación a los Mossos, que acudieron con los servicios de emergencia. La mujer estuvo 25 días ingresada en un hospital y luego varios meses en tratamiento por síndrome postraumático.

Tras cometer la barbarie, el violador abandonó el lugar y se dirigió con el vehículo de la víctima hasta el Pont del Diable, en Martorell, donde abandonó el coche y se dirigió en tren hasta Igualada, localidad en la que residía durante sus permisos penitenciarios. Una vez allí, entregó a su sobrino, menor de edad, la tarjeta de crédito de la víctima y le desveló el número PIN. El chico llegó a sacar del cajero un total de mil euros.

El violador reincidente fue detenido dos días más tarde en Igualada. Los Mossos d’Esquadra se pusieron tras su pista precisamente por el dinero que su sobrino había sacado de un cajero automático con la tarjeta de la víctima.

El permiso penitenciario de tres días de que disfrutaba el procesado cuando ocurrieron los hechos -se encontraba en régimen de segundo grado en la cárcel de Ponent de Lleida- era el tercero de estas características que se le concedía para salir de prisión. Los anteriores los obtuvo en los meses de julio y septiembre de ese mismo año 2016, también de tres días de duración, sin que conste que se produjese ningún incidente.

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