La Generalitat instalará a lo largo de este año pantallas acústicas en la carretera C-58 (también conocida popularmente como autovía de la Bauma) a su paso por la urbanización de Torreblanca I de Vacarisses para evitar molestias sonoras a los vecinos provocadas por el tráfico.
Así lo afirma el Ayuntamiento de Vacarisses en su página web después de que el alcalde, Antoni Masana, mantuviese recientemente un encuentro con el secretario y el director general de la dirección general de Infraestructures i Mobilitat Terrestre de la Generalitat, Ricard Font y Xavier Flores, respectivamente.
En esa reunión, se informó de la colocación, a lo largo de este año, de pantallas acústicas en la C-58, a su paso por Torreblanca I, para evitar las molestias que los ruidos de la carretera causan en el vecindario. En este sentido, Masana solicitó a los representante de la Generalitat la revisión de las repercusiones sonoras de la C-16 en la urbanización de la Colònia Gall para determinar si también son necesarias protecciones acústicas.
Iluminación
Otras peticiones realizadas por el Ayuntamiento durante el encuentro fueron la mejora de la iluminación del túnel de Coll Cardús y de la entrada desde Vacarisses a la autopista C-16 en dirección a Terrassa. Los representantes de la Generalitat ya expresaron que en estos momentos este último punto era inviable por el elevado coste que supondrían las obras.
En la reunión también se trató el descenso de la siniestralidad en la C-58 desde la instalación de barreras de separación de los carriles y otras mejoras. Al respecto, la dirección general de Infraestructures i Mobilitat Terrestre de la Generalitat se comprometió a enviar un informe sobre este asunto al Ayuntamiento de Vacarisses para que lo pueda evaluar con detalle.
Como se recordará, el departamento de Territori i Sostenibilitat licitó a inicios de 2015 unas obras para mejorar la seguridad viaria en la carretera C-58 entre Viladecavalls y Castellbell i el Vilar por valor de 7,1 millones de euros. Entre las actuaciones más destacadas se incluyó la instalación de una barrera entre los dos sentidos de circulación prácticamente en la totalidad del tramo, con una longitud de 12 kilómetros, para evitar el riesgo de choques frontales.
