Una sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, dictada a partir del veredicto de un jurado popular, condena a un rubinense de 44 años a ser internado en un centro psiquiátrico por un periodo máximo de 20 años tras asesinar a un anciano. En el fallo queda probado que el acusado, que padece esquizofrenia y trastorno maniaco-depresivo, cometió un delito de asesinato con alevosía. Sin embargo, el veredicto del jurado es de “no culpabilidad” ya que concurre la eximente completa de alteración psíquica.
Por ello, el juez lo absuelve de ese delito, pese a ser el autor, al considerarlo “ininputable” por la alteración mental que sufría en el momento de los hechos y le impone su internamiento en un psiquiátrico. “El acusado -dice la sentencia- es objetivamente autor de los hechos, pero no era consciente de sus actos, por lo que no es penalmente responsable”, dice la sentencia.
En el momento de los hechos, el acusado se encontraba afectado “por una severa descomposición del trastorno esquizoafectivo tipo bipolar que padece, que unido a una intoxicación grave de sustancias tóxicas (cannabis), le produjo una total anulación de sus facultad para comprender lo que hacía”, afirma la sentencia. El fallo reitera, en base al informe forense, que en el momento de los hechos el acusado “tenía abolidas de forma absoluta sus capacidades”.
Los hechos se remontan al 23 de agosto de 2013, cuando en el cruce de las calles Magí Ramentol y García Lorca de Rubí, el acusado, al grito de “Te voy a matar”, dio un puñetazo de forma violenta a la víctima, un anciano de 84 años, que cayó al suelo golpeándose la cabeza contra el asfalto. El diagnóstico: una lesión encefálica severa secundaria a traumatismo cranoencefálico. Murió cinco días después.
El agresor abordó al anciano “de forma súbita, sorpresiva e imprevisible, de tal modo que le impidió cualquier acción de defensa o huida”, dice la sentencia. Esa indefensión de la víctima es lo que llevó al fiscal a imputar al acusado un delito de asesinato con alevosía.
Según testigos presenciales, tras golpear a la víctima y ver que aún estaba consciente, el acusado -que se había alejado del lugar-, regresó sobre sus pasos e hizo ademán de acercarse al anciano al tiempo que gritaba “te voy a matar”, con rabia e insultos. Su intento, sin embargo, fue frustrado por las personas que estaban auxiliando al anciano.
Otros testigos explicaron que el agresor, tras golpear a su víctima, se puso las manos en la cabeza y exclamó “lo he matado”, sin gesto alguno de arrepentimiento, sino de rabia y enfado. También dijeron testigos presenciales durante el juicio que escucharon decir al acusado “que lo remato, que lo remato”, mientras el anciano permanecía tendido en el suelo.
“El acusado es objetivamente autor de los hechos, pero no era consciente de sus actos”, dice la sentencia