El agitado escenario político de Rellinars ha dado un giro de 180 grados con la entrada de la concejal tránsfuga de CiU Maria Lluïsa Ponce en el equipo de gobierno de ERC, que ahora pasa a tener mayoría, lo que permitirá a los republicanos encarar un mandato cómodo. La adscripción de Ponce en las filas del ejecutivo local se formalizó en un tenso pleno celebrado el miércoles al que acudieron numerosos vecinos y en el que no faltaron los reproches mutuos, las salidas de tono y los improperios.
ERC reeditó su mandato al frente del Ayuntamiento de Rellinars, con Marta Roqué como alcaldesa, en las pasadas elecciones municipales de mayo al obtener tres concejales, los mismos que CiU, pero se hizo con el bastón de mando al ser la lista más votada. En la oposición acompañan a los nacionalistas ICV, con un concejal, por lo que los republicanos encaraban el actual mandato en minoría. Sin embargo, la entrada de la concejal tránsfuga Maria Lluïsa Ponce en el ejecutivo, que el pasado agosto abandonó el grupo de CiU pero no su acta de concejal, ha decantado la balanza del lado de los republicanos, que ahora respiran tranquilos para encarar los próximos cuatro años de gobierno.
Ponce, que no pertenece a ninguna formación -entró en la lista de CiU como independiente-, se incorpora al equipo de gobierno como concejal rasa, esto es, sin ninguna responsabilidad directa y “dando apoyo a diferentes concejalías”, dijeron ayer fuentes del ejecutivo. En los próximos meses “se le asignará alguna función dentro de algún área”, pero en ningún caso estará al frente de ninguna, precisaron las fuentes, que añadieron: “Estamos acabando de definir su encaje” en el ejecutivo.
Motivos económicos
Tras ser designada miembro del equipo que lidera Roqué, Ponce leyó un comunicado en el que afirmó que su entrada en el ejecutivo persigue “un gobierno estable” para los próximos cuatro años y enfatizó que la suya ha sido una decisión tomada “con libertad y sin coacciones”.
La concejal tránsfuga, de 46 años y vecina de Ullastrell, explicó que CiU le propuso formar parte de su candidatura para las municipales (iba de número dos) a dos días para cerrar las listas. “Me quedé sorprendida y acepté el reto”, dijo.
Una vez que salió escogida como edil, se dio cuenta de que su grupo municipal no contaba con sus opiniones para nada ya que, denunció, “todo estaba decidido de antemano”. Tampoco ahorró críticas hacia la portavoz municipal de CiU, la exconcejal terrassense Eva Salvador, contra la que arremetió con dureza durante el pleno, incluyendo acusaciones personales.
“No me gustan las formas de hacer de CiU y por eso me fui”, se justificó Ponce. Y acusó al grupo del que desertó -eso sí, sin renunciar a su acta de concejal- de faltarle al “respeto”, de menoscabar su “dignidad” y de violar su derecho a “decir ‘no’, a que se me escuche, a cambiar y a decidir”.
Al igual que ya hizo Salvador cuando Ponce abandonó el grupo de CiU y sugirió que se pasaría al equipo de gobierno, en el pleno insistió en que su cambio de bando -que calificó de “estafa al juego democrático”- responde a “motivos económicos, según la información de que disponemos”, acusación que la edil tránsfuga negó rotundamente. “Está usando su acta de concejal en beneficio propio y, si tiene algo de conciencia, sabe que no está actuando bien”, le reprochó la portavoz municipal de CiU.
Salvador también arremetió contra el equipo de gobierno, al que acusó de “aceptar tránsfugas” y vaticinó que “esta práctica fraudulenta será castigada por los votantes”.
La alcaldesa, Marta Roqué, negó que la entrada de Ponce en el equipo de gobierno sea un caso de transfugismo ya que “ha pasado a ser una concejal no adscrita, sin pertenecer a ningún partido”.
Al hilo del nombramiento de Ponce como miembro del ejecutivo local, CiU presentó una moción para “erradicar el transfuguismo en Rellinars”, como reza el texto. Una moción que, pese a presentarse dentro del plazo legal, no apareció en el orden del día del pleno y se incluyó el apartado de “asuntos sobrevenidos”. El ejecutivo local se excusó diciendo que se había tratado de un “error técnico”. Como cabía esperar, la moción no prosperó ya que el equipo de gobierno la tumbó. CiU sólo encontró el apoyo de ICV en su voto a favor del texto.