El ahogamiento infantil es la segunda causa de muerte por accidentes entre menores y los expertos avisan que solamente chalecos salvavidas homologados pueden evitar estos trágicos sucesos, pues el resto de flotadores no son “elementos de seguridad”, sino complementos para divertirse o aprender a nadar. Así lo ha explicado este jueves en declaraciones a los medios el experto en seguridad acuática Ramsés Martí, en el marco de la quinta edición de la campaña #CapNensofega (Ningún niño se ahoga), organizada por la Fundación CET 10.
Manguitos, flotadores redondos o churros de piscina son herramientas útiles para que los niños aprendan a nadar, pero no garantizan la seguridad del menor en caso de que haya algún inesperado percance.
Los manguitos, por ejemplo, pueden escurrirse de los brazos a los que están sujetos; y un flotador que rodea la cintura, si se aprieta demasiado, puede dificultar que el niño se de la vuelta si queda boca abajo en el agua, mientras que si no aprieta lo suficiente puede fácilmente resbalar.
Una nota de prensa de CET 10 recuerda que en 2018 murieron en Cataluña 41 personas ahogadas en el agua, de las cuales cinco eran menores de edad. En lo que llevamos de 2019, y sin que aún haya empezado el verano, ya han perdido la vida de esta forma cuatro menores.
Después de los accidentes de tráfico, la muerte por ahogamiento es la más corriente entre menores de edad, ya que un niño puede ahogarse con una sola inspiración que lleve agua a los pulmones (unos 20 segundos).
Las franjas de edad comprendidas entre los 0 y los 4 años y los 5 y los 9 son las más frágiles en este sentido.
Pero más allá de elementos salvavidas -que dan una “falsa sensación de seguridad”-, que un adulto vigile en todo momento los movimientos de los menores en el agua resulta fundamental para prevenir ahogamientos.
“Si no hay un adulto responsable, que los niños no accedan al agua”, recomienda Martí, que reclama una “vigilancia constante” de las andanzas de los niños en el agua y que a estos se les enseñen unas “pautas de comportamiento” de forma que se eviten situaciones trágicas.
“De la misma forma que cuando los niños van en bicicleta les ponemos un casco, en el agua deben llevar un chaleco salvavidas”, ha aseverado Martí.
Este experto en seguridad acuática también destaca que hay otros elementos que pueden ayudar a prevenir ahogamientos, pues existen pulseras que emiten sonidos cuando un menor cae al agua o cinturones que se pueden hinchar si se activan mediante un mecanismo en situaciones de riesgo.
Pero más vale “evitar” accidentes que “minimizar” su impacto, indica Martí, que alerta asimismo del peligro de los teléfonos móviles, que en ocasiones captan en exceso la atención de los adultos, que mientras tanto no prestan la suficiente atención a los niños de los que deben hacerse responsables. También se debe evitar dejar objetos en el agua que puedan generar curiosidad a los niños, quienes al acercarse pueden caer al agua y ver peligrar sus vidas.