El verano de 1994 Catalunya vivió el episodio de incendios más virulento que se recuerda. 65 mil hectáreas se quemaron en todo el territorio, en una ola de casi 60 incendios, doce de los cuales de grandes dimensiones. La mayor devastación se vivió en las comarcas del Bages y el Berguedà, donde las llamas calcinaron cientos de bosques, provocando imágenes dantescas que perduran en la memoria de todos.
En la Catalunya Central entre el 4 y el 8 de julio de 1994 ardieron 45 mil hectáreas. Las condiciones climatológicas, marcadas por altísimas temperaturas y fuertes rachas de viento, provocaron incendios de extremada virulencia y de avance muy rápido. En algunos tramos las llamas llegaron a alcanzar los 40 metros de altura.
En el momento en que las llamas amenazaban a los jóvenes de Egara en Collbató, tres focos simultáneos quemaban las comarcas del Bages y el Berguedà. El primero empezó en Sant Mateu de Bages y su origen se desconoce. Las llamas, que avanzaron a una velocidad inusitada, arrasaron masías, granjas, cultivos y bosques. Simultáneamente otro foco quemaba Monistrol, dando origen al incendio que provocó la muerte de los jóvenes egarenses Ramón, Marta y Manolo en Collbató. El tercer incendio se registró en la sierra de Gargallà, al sur del Berguedà, según certificaron los peritos como consecuencia del tendido eléctrico. En los incendios de la Catalunya Central, que costó cuatro días sofocar, se movilizaron tres mil bomberos y veinte mil voluntarios.