Los inefables disparos de los Trabucaires abrieron, nunca mejor dicho, el fuego de una Cercavila que, en esta oportunidad, estuvo muy marcada por las altas temperaturas que han asolado a la ciudad durante estos días. El habitual colorido de este singular paseo, que muestra, a grandes trazos, mucha de la parafernalia de los grupos o asociaciones de la cultura popular egarense, fue, sin embargo, presidido como siempre, por el Drac de Terrassa, hiératico pero siempre augusto y vigilante.
El popular desfile de los sábados por la tarde, previa de toda una serie de actos que van dando forma a la Festa Major de Terrassa, comienza un recorrido ininterrumpido, en el que los diferentes grupos ofrecen retales de sus actuaciones o cualidades. Están los Gegants, majestuosos e impertérritos, y los siguen los Nans i Capgrosos, con el reciente fichaje, el de la actriz local Rosa Aguado, elegida como Capgrós de l’Any 2019. También se pueden ojear los bailes del Esbart Egarenc o la exhibición del Ball de Gitanes y no falta el repicar de los Bastoners, que danzan al compás del chasqueo acompasado e inequívoco de sus bastones.
Elemento indispensable
Otro elemento indispensable que circula en armonía por la Cercavila són las “Colles Castelleres” de la ciudad, los Castellers de Terrassa y los Minyons, que ofrecen una degustación de alguna de sus edificaciones. Tampoco falta La Pàjara, esencia del Raval Infernal, hija de Llúcifer de los Diables de Terrassa, otro equipo de la cultura popular egarense que ofrece todo su arsenal de chispas y fuego en una Cercavila que, poco a poco, intensifica sus decibelios.
Y es que, como si surgieran de la nada, van apareciendo los diferentes grupos de Dracs de la ciudad, acompañados de sus fieles colectivos de percusión, que van dando más forma a este desfile. Los silbatos y los tambores, a un ritmo ardoroso, anuncian que la comitiva va llegando a su fin.
En esta ocasión, uno de los grandes protagonistas fue el surtidor de agua proporcionado por el Ayuntamiento terrassense para apaciguar a la ciudadanía en las peores horas de calor. Muchos de los integrantes de los diferentes grupos que conformaban la Cercavila y en su paso por el Raval, aligeraron el sopor mojándose en el surtidor de agua situado al lado de la entrada principal del Mercat de la Independència y, también, aprovecharon el paso de sus compañeros para aliviarlos con regueros de agua.
Algunos, no obstante, llevaban el agua puesta de casa, botellas o envases rociadores que pretendían aplacar ese sol que, como el rayo del libro de Miguel Hernández, no cesaba. Como siempre, la comitiva acabó aterrizando en la Plaça Vella, donde esperaba un buen número de personas para poder contemplar el “lluïment” de todos los integrantes de una Cercavila que, no por habitual, deja de ser intensa.