Los terrassenses decidirán mañana quien gobierna la ciudad durante los próximos cuatro años en las elecciones municipales más inciertas de la democracia. Doce candidatos se disputan la alcaldía, que por primera vez en cuatro décadas podría caer en manos no socialistas.
Cuatro semanas después de que el PSC recuperara la hegemonía política en las elecciones generales del pasado 28 de abril y ERC le pisara los talones, quedándose a seis mil votos de la victoria, el duelo entre socialistas e independentistas vuelve a estar servido. La pugna en las urnas se repetirá mañana y está por ver quien gana y, sobre todo, quien suma los apoyos necesarios para hacerse con la alcaldía.
Sin encuestas (conocidas) que adelanten resultados, cinco formaciones han defendido en campaña su capacidad de alzarse mañana con la victoria en la ciudad: PSC, ERC, TeC, Ciutadans y Tot per Terrassa, la candidatura del ex alcalde Jordi Ballart.
Los socialistas confían en que la fuga de Ballart en 2017 no pese en la decisión del voto y que el electorado progresista vuelva a confiar en el PSC como lo ha hecho durante cuatro décadas y como lo hizo en las últimas generales. La candidatura de Alfredo Vega, el profesor que decidió aguantar la crisis, recomponer el gobierno y rearmar el partido para las municipales, espera mantener mañana el impulso positivo del PSOE y de Pedro Sánchez, revalidando los nueve concejales del último mandato o, en caso contrario, siendo la formación más votada en la ciudad.
La incógnita Ballart
Ballart parte de cero con su nueva candidatura, pero durante toda la campaña el cabeza de lista ha defendido su opción a ganar las elecciones en Terrassa. Con una novedosa estrategia de captación y marketing electoral y una intensa ofensiva política en redes, la candidatura del ex alcalde comprobará mañana cómo se traduce su esfuerzo en votos y si consigue entrar en el pleno o incluso ser decisiva.
El duelo electoral lo libran mañana en las urnas PSC y ERC-MES. Los republicanos tienen claro que esta vez son la alternativa real al gobierno socialista, la clave del cambio en la ciudad. Un argumento que ha comprado el propio Alfredo Vega, que en el tramo final de la campaña ha admitido el duelo ERC-PSC y ha focalizado el mensaje en su rival, advirtiendo de que un gobierno independentista "bloquearía la ciudad como lo ha hecho con la Generalidad".
Los últimos resultados electorales han sonreído a Esquerra Republicana en Terrassa, donde parte de cuatro concejales en el Ayuntamiento. El alcaldable Isaac Albert aspira a capitalizar el avance republicano y el voto útil del independentismo, que presenta cuatro candidaturas distintas en la ciudad. Su objetivo es ser la fuerza mas votada y tener la clave de la gobernabilidad en primera vuelta, liderando un gobierno de coalición, o en segunda, como fuerza vencedora.
El dilema de los comunes
La cuarta formación en disputa es Terrassa en Comú, líder de la oposición con seis concejales durante el último mandato. Los comunes se enfrentan por primera vez a las urnas sin ICV, EUiA y Podem, que concurren con candidatura propia, una baja que esperan no les reste presencia municipal.
La formación liderada por Xavi Matilla se presenta a las municipales como la alternativa progresista al PSC, con el que se negó a pactar en 2015 y en 2017. En 2019 vuelve a aspirar a ganar las elecciones y, después de un resultado ajustado en las generales, un mes después el factor Colau suma.
En el bloque de centro-derecha, Ciudadanos es la opción política con más posibilidades de revalidar e incluso mejorar resultados. La formación naranja cuenta con tres concejales. Aspira a ser decisiva en un pleno fragmentado y que sus ediles decanten la balanza del gobierno hacia el constitucionalismo. Defiende que puede gobernar.
En el colectivo independentista, junto a ERC acuden a las urnas los ex convergentes de Junts per Terrassa (con tres ediles), la candidatura liderada por el ex conseller Lluís Puig, y la lista de Primàries, impulsada por la ANC.
Los independentistas no han logrado cerrar una candidatura unitaria en la ciudad. Mañana comprobarán si la dispersión suma o bien acaba fragmentando el voto y restándoles representación en el, pleno.
La CUP fue una de las formaciones que rechazó una candidatura única con opciones políticas alejadas de su ideario anticapitalista. El partido entró en 2015 al Ayuntamiento con 1 concejal y después de un mandato marcando discurso propio y alternativo, espera repetir.
Es la pretensión también de la candidatura de Podem-IVE, que durante el mandato ha contado con 1 concejal de Iniciativa per Catalunya-Verds en el grupo municipal de TeC. Por separado, la coalición pondrá a prueba mañana la fidelidad de sus electores.
Centro-derecha
Completan el abanico de alternativas las formaciones del bloque del centro-derecha y extrema derecha: PP y Vox y Familia y Vida.
Los populares y Vox se disputan un sillón en el pleno.El alcaldable Álex Rodríguez aspira a revalidar su concejalía y si es posible mejorar resultados. Ambas formaciones movilizaron cinco mil votos en las generales de abril, pero un mes después la ultraderecha de Vox pierde gas en las encuestas electorales.
En las elecciones municipales de mañana la mayoría absoluta está descartada y la presentación de doce candidaturas anuncia un pleno muy fragmentado. Los pactos serán necesarios para configurar el nuevo gobierno, aunque para ello será necesario que los diferentes bloques ideológicos sumen.
En primera vuelta, la alcaldía será para el partido que logre sumar mayoría absoluta de catorce concejales, una quimera tanto para el PSC como para el bloque independentista liderado por ERC. En segunda vuelta, la alcaldía será para la formación más votada, de ahí que la victoria en las urnas sea la clave de estas municipales, en las que, si los números no dan de entrada, como parece, todo se dirimirá en segunda votación.
Después de una campaña intensa, que ha subido de decibelios durante la última semana, el lunes las formaciones tendrán que demostrar cintura y capacidad para ceder y alcanzar acuerdos.
El incidente del "juego sucio"
A lo largo de quince días el tráfico, las rieras, la vivienda pública, las políticas culturales y la reactivación económica han marcado el debate político, que cambió de tono esta semana cuando Jordi Ballart paralizó puntualmente su campaña. Lo hizo para denunciar "al entorno del PSC" de "juego sucio" por la publicación en un digital de sus ingresos como diputado provincial. El PSC le respondió exigiéndole que señalara culpables y acusándole de "victimismo".
Fuera de ese episodio, el "fair play" ha marcado el clima de campaña, en la que el PP ha propuesto que el tráfico vuelva a la Rambla d’Egara, la CUP que se municipalicen los servicios públicos, TeC que los promotores cedan el 30% a vivienda pública y el PSC una línea de FGC que conecte con el Hospital de Terrassa y con la UAB.
ERC ha puesto el foco en la segregación escolar, Cs ha tirado de los costes de la reversión del agua para criticar la gestión municipal y Junts per Terrassa ha reclamado la B-40 como motor de reactivación económica. Desde fuera del Consistorio, Podem-IVE reclama transversalidad en las políticas de género y Tot per Terrassa una temporada cultural inspirada en el festival de Edimburg.