El Tato también estaba. “Aquí no falta hoy ni el Tato”, soltó un edil junto a la carpa de su partido, plantada a unos pocos metros de la carpa de otro partido y a nada y menos de la carpa de otro partido. Y así. “A 2 euros, niña, a 2 euros”, se oía entre los pasillos mientras afiliados y simpatizantes de las formaciones políticas repartían propaganda y papeletas de los suyos y hacían proselitismo cuando alguien les demandaba argumentario más allá del eslogan de pasquín. Era miércoles, mercadillo.
Los partidos que concurren a las elecciones municipales del próximo domingo, esas que, según temen algunos candidatos, se pueden convertir en una resaca con sabor a segunda vuelta de los comicios generales del pasado 28 de abril, se dejaron caer ayer por el mercadillo popular de los miércoles. Apuraban el penúltimo cartucho, acaso el último en la vertiente más multitutinaria, antes de que la campaña toque mañana a su fin.
Lo apuraban atendiendo a potenciales votantes y distribuyendo folletos bajo el sol aún amable de la primavera demorada. Lo apuraban como los paradistas instaban a los clientes a apurar las gangas, “a 2 euros, a 2 euros para las que entienden, por favor, aprovechadlo”. No pasen de largo, hoy vale la pena, y encima lo cambio todo.
Los partidarios de Jordi Ballart, de Tot per Terrassa, estaban junto a la carretera de Matadepera. El atleta Bartolomé Serrano repartía propaganda y un afiliado de Esquerra pasaba con un montón de papeletas camino de su carpa, qué trajín. Los de Vox no estaban en el espacio del mercadillo, sino al otro lado de la carretera de Matadepera. Bajando, a mano derecha. “¡Ah, sí, Ballart. Si yo lo conozco. Tengo ya las papeletas, incluso las de mis hijos”, contestaba una señora a un repartidor animoso. A pocos metros, Podem-IVE hacía lo propio.
Es mejor sumar
Un señor bregado, luchador viejo, conversaba con una candidata sobre “lo malo” de dividir el voto cuando le explicaron que Podem-IVE y Terrassa en Comú concurren en dos listas distintas. “He ido a muchas manifestaciones y he hecho muchas huelgas. ¿Tú conocías a Cipriano García”, preguntaba el ducho militante a su interlocutora. “Es mejor sumar, dividir es lo peor”, reiteraba. Ignacio entregaba propaganda de la coalición encabezada por María Eugenia López. Estaba curtido en lides de mercadillo. “A veces nos encontramos con rechazo, pero eso es la excepción. La gente es educada y muchos piden más información. Un día estuve más de veinte minutos con una señora que me solicitaba argumentos del programa. ¿Con las rieras qué vais a hacer?, me requería”. La gestión de la limpieza es denominador común, “seas de la ideología que seas”.
“A 2 euros, para los nenes y las nenas”, gritaba una vendedora voz en cuello junto a la carpa de Esquerra, situada en la esquina de la avenida de Béjar con la calle de Tarragona. Entre las ofertas de tallas únicas y de todo a 10 euros, y si quieren se lo digo en ingles, “ten euro”, se movían los candidatos. El remate, el remate, 5 euros la blusa.
La CUP estaba en un carril central. Su concejal Marc Medina, cabeza de lista, repartía folletos e hizo el ademán, sonrisa incluida, de entregarle uno al alcalde, Alfredo Vega, cuando el candidato socialista se acercó a saludarlo en su periplo por el mercadillo tras pasar por la carpa del PSC, plantada a pocos metros de la carretera de Matadepera. Justo enfrente, la de Jordi Ballart. Todo un mercadillo de frontera, la separación simbólica de jirones. En la misma acera de los socialistas estaban los de Junts per Terrassa, Junts per Catalunya.
Javier González, alcaldable de Ciutadans y edil, departía con una simpatizante que afeaba lo que consideraba blandura. Cs debía dar más caña, en su opinión. “¡Pero si tengo la mano rota ya!”, indicaba el candidato naranja.
Los de Tot per Terrassa se acercaban a hablar con los de Podem-IVE. Intercambio de impresiones. Y un paradista aprovechaba la ocasión preelectoral, ese envoltorio de procura de voto que daba otro lustre al “mercata”, para ofertar “bragas para votar, bragas para votar”, como se anuncia la ropa interior colorada para la noche de fin de año, que dicen que da suerte. Alguien habrá, pues, que acuda a un colegio el próximo domingo con prenda íntima especial para la ocasión.
Como en el mercadillo también se vende fruta, los paseantes podían recoger papeletas al tiempo que sabían que podían adquirir una pieza de melón a 2 euros. O mientras pedían un cortado en un bar ambulante, o unos churros, que también hay churrerías y muchos adeptos al consistente almuerzo. Se imponía, sin embargo, el cuidado al aproximarse a los puestos de venta. En uno advertía un cartel: “No tocar con churros”, por aquello de no pringar el artículo.
Carles Caballero, de ERC, y Álex Rodríguez, del PP, se enzarzaban en el mundo pararelo de las redes sociales, con más gracejo que acritud. Los populares montaron su puesto cerca de la avenida del Vallès. Hubo quien pidió bolígrafos y se llevó bolígrafos y papeletas, por supuesto. Pasaba el vendedor de cupones entre las ofertas de sandías y melones, guapa, y en el suelo acumulaban polvo algunos sobres electorales pisoteados junto a pasquines que corrieron igual suerte.
Terrassa en Comú (TeC) no faltó a la cita del mercadillo, que oficialmente se llama Mercadal Martí l’Humà aunque los terrassenses lo conozcan por mercadillo o “mercadal”, a secas y sin barnices. Los comunes hicieron rueda de prensa canina: llevaban un par de perros, porque la comparecencia iba de políticas “de bienestar animal”, una prioridad para TeC, como recalcó el alcaldable Xavi Matilla. TeC creará una concejalía de Bienestar Animal mejorará el centro de acogida de Terrassa y facilitará un servicio de veterinaria municipal.
Las pensiones
“Que vaya bien la ruta”, deseaba Marc Medina a Alfredo Vega, al que acompañó la parlamentaria Eva Granados. Ambos mantuvieron un contacto con la prensa. Hablaron de pensiones, de una Generalitat que “ha abandonado” políticas para las personas mayores, de las dos opciones más probables a partir del domingo: o un Ayuntamiento gobernado por independentistas, “una réplica de la Generalitat” con el abono permanente a la simbología, según Vega, o un Consistorio gobernado por los socialistas “para todos los ciudadanos”.
“Yo estoy muy perdida con todo esto”, comentaba una mujer al recibir una octavilla de Terrassa en Comú. Un mantero pasaba con el saco al hombro, con el gesto cansado. Otros colocaban zapatillas y gafas de sol en el suelo, ojo avizor por si llegaba la policía. El aroma a pollo a l’ast, que también hay pollos en el mercadillo, atravesaba el ambiente como preludio de domingo. Las elecciones ya están aquí, otra vez. Penúltimo cartucho, baño de masas. Venga papeletas y folletos. Que me los quitan de las manos.