¿La refundación de Convergencia se está alargando demasiado?
El espacio político que representamos es un espacio que ha desbordado algunas fronteras ideológicas y las fronteras clásicas de partido. Es un espacio, además, para el momento extraordinario y en movimiento que tenemos ahora. Por lo tanto, debe ser también un espacio en movimiento, no puede ser de otra manera.
Pero eso puede generar confusión.
La rigidez de las estructuras clásicas de partido es incompatible con la movilidad y la evolución que tienen la sociedad en estos momentos. No sólo hablamos del caso catalán. Estamos globalmente inmersos en una revolución industrial, que lo cambia todo. O estamos abiertos a eso y nos disponemos adecuadamente a tener las herramientas y la actitud para asumir los retos o perdemos muchas oportunidades. Por tanto, el espacio político, el nuestro o cualquier otro, o está abierto a cambios en permanencia o perdemos oportunidades. En ese sentido, nosotros estaremos siempre renovando y siempre innovando.
¿Tiene la sensación de no haber llegado a tiempo a las elecciones generales o a las europeas?
Aquí hay un calendario electoral diabólico, que no hemos impuesto nosotros, que nos ha venido marcado tanto en las elecciones del 21 de diciembre de 2017 como las elecciones españolas y eso nos ha perjudicado a todos. Es un perjuicio para la estabilidad, que es uno de los valores que tiene la política. En todo caso, allá los responsables de que esto haya sido así.
¿Están satisfechos de su capacidad de reacción?
Nosotros hemos respondido con bastante agilidad a estos desafíos electorales, pero evidentemente, debemos luchar en unas condiciones que no nos son favorables. Todo nos va en contra. Hay dificultades creadas para que el resultado no nos vaya bien. Con respecto a los resultados, nosotros estamos ahí. Ganamos las elecciones del 21 de diciembre, obtuvimos un resultado muy por encima del que nos daban las encestas en las generales y hemos mantenido aquel medio millón de votos que conseguimos en las elecciones de 2016 en unas condiciones completamente diferentes.
La relación de su espacio político con Esquerra Republicana, ¿cómo la definiría, como la de amigos irreconciliables o como la de enemigos íntimos?
(Sonríe) Somos socios de gobierno, hemos sido socios en cosas muy grandes que ha hecho este país . Que nadie tenga ninguna duda, continuaremos siendo socios en todo lo que tenga que ver con el futuro de Catalunya. Esa es nuestra voluntad y creo que ha quedado clara durante este año y medio que dura la represión. Nosotros queremos la máxima unidad, el máximo entendimiento, la máxima empatía, respetando, evidentemente, todos los matices y prioridades que cada uno tenga, pero insistiendo en una necesidad de ir juntos en los grandes objetivos de país. En ese sentido, no hay distancias insalvables.
¿Considera que Esquerra les ha ganado a ustedes el relato del pragmatismo y el diálogo frente a la radicalización?
Si la política es sólo un relato, perdamos toda esperanza. Los relatos tienen padre y madre, tienen una intencionalidad muy clara. El relato no es política. El relato que viene de la realidad es el que nos interesa más. El relato es otra cosa; el relato no resiste el paso del tiempo.
¿Y cuál es la realidad?
Nosotros hemos hecho una evolución junto a la sociedad catalana, que ha pasado de un autonomismo convencido a un soberanismo independentista. Los partidos políticos que quieren servir a la gente deben realizar una lectura de la realidad y evolucionar a su lado. De hecho, la evolución de nuestro país debe mucho a la evolución de nuestro espacio político, que entendió que precisamente que la ampliación de la base se hacía de esa manera.
¿Pero ustedes se sienten radicalizados? Convendrá en que existe, al menos, una apariencia.
Quien pretenda situarnos a nosotros en el ámbito de la radicalidad extrema y situar en la moderación a quienes, de hecho, piensan formar gobierno con la izquierda radical creo que se equivoca. En cualquier caso, las políticas están ahí y cada uno lo analizará como considere, pero, insisto, el relato basado en la propaganda no resiste el paso del tiempo. Nosotros queremos ser coherentes y mantenernos fieles al “mainstream”, a la corriente mayoritaria de la sociedad catalana, que ha evolucionado mucho. El país no pide una regresión.
¿Existe una voluntad de pacto con el PSOE después de las elecciones generales?
Existe voluntad de pacto con todo el mundo. Nosotros no eludimos el pacto.
Se lo pregunta de forma más directa ¿Van a permitir ustedes la investidura de Pedro Sánchez?
Esa pregunta tiene fácil respuesta. Nosotros no nos presentamos a la investidura. Por lo tanto, no nos tenemos que ganar la confianza de la cámara. Aquí tenemos a un señor que no tiene bastantes votos para ser investido; de hecho, tiene menos que los que tenía el presidente Rajoy cuando se sometió a su investidura. Yo me pregunto ¿cómo quiere ser investido? Es de decir, ¿cuál es su propuesta? En función de la propuesta, debe decidir actitudes.
¿Cuál debería ser la actitud?
Mire, si el señor Pedro Sánchez sube a la tribuna del Congreso de los Diputados con un pacto con ciudadanos debajo del brazo, anunciando el 155 y con el “no” tatuado en la frente, nos tendrá en el otro lado completamente, porque es lo que nos pide la ciudadanía. Por tanto, la investidura de Pedro Sánchez depende del propio Pedro Sánchez, no depende de nosotros.
¿Piensa que el “no es no” de Pedro Sánchez era un posicionamiento únicamente electoral o lo mantendrá?
El señor Pedro Sánchez nos ha acostumbrado ya a una volatilidad de criterio muy grande y por tanto, no sabemos qué Pedro Sánchez subirá aquel día a la tribuna del Congreso de los Diputados. Como ha dicho una cosa y la contraria con poco tiempo de diferencia, queremos ver qué dirá el señor Pedro Sánchez. Será finalmente un candidato a la presidencia con coraje y entenderá que la política no se hace con el no, sino con el sí y a partir del reconocimiento del otro o continuará bailando al son de la danza del 155. Eso no lo sabemos.
Se hizo usted traer a Waterloo una caja con documentos relacionados con los hechos de octubre de 2017 ¿Ha empezado a revisarlos?
Era una documentación que yo quise guardar para poderla analizar con tiempo. Hay relatos que no se pueden hacer con los hechos calientes encima de la mesa. El relato de los hechos de 2017, en términos históricos, se debe hacer con una distancia de tiempo y con una distancia emocional. Un año y algo después, pedí que esta maleta de papeles, la trajeran a Bélgica.
¿Ha empezado a revisarlos?
Los he analizado, la he transcrito y de ahí, que es una pequeña parte, y junto a otros elementos, surgirá un relato que, insisto, tiene una clara voluntad histórica. Quiero que sea un trabajo científico para que quede constancia de mi versión de los hechos, de forma desapasionada, con distancia temporal y sin situar estos hechos en la coyuntura de un debate electoral o una lucha por la hegemonía o una lucha por colonizar el imaginario de la opinión pública.
¿Cuál es el objetivo?
Pretendo un documento que permita a analistas honestos que tengan ganas de sumergirse en los hechos de octubre de 2017, pero de una forma real, con mirada de medio y largo plazo, en la política catalana, desde la visión de una persona que estuvo en primera línea, como es mi caso. No se trata de un relato de corto plazo y propagandístico del que hablábamos anteriormente, sino alejados del anclaje que inevitablemente muchos relatos que han aparecido tienen con las necesidades políticas, electorales, de hegemonía del relato.
¿Está encontrando el respaldo internacional que usted buscaba con su traslado a Bruselas?
Sin duda, hay un antes y un después, muy claro. El trabajo que se ha hecho desde el exilio tiene unos resultados extremadamente buenos. Se trata de la estrategia del conocimiento, que es previa a la del reconocimiento. No nos pueden reconocer si no nos conocen. Hoy en día, el grado de conocimiento que tiene Catalunya como sujeto político es altísimo, eso es indudable. Hoy Catalunya es un sujeto político de hecho, reconocido como tal; no hay que dar ya muchas explicaciones para situar las coordenadas del conflicto
¿Pero eso tiene efectos prácticos?
Por supuesto. Se han ganado batallas importantísimas, muy difíciles. En Bélgica, en Alemania, en Escocia€ Se ha ido ganando un relato que pone en contradicción la causa general de esta farsa de juicio que ha organizado el Estado español. Lo hemos hecho con datos, en momentos muy extremos, como fue mi detención en Alemania. Y, por tanto, es una aportación que hacemos en este año y medio como resultados de la lucha contra la represión desde el exilio.
Si consigue los votos suficientes, se avecina otra complicación con el Parlamento Europeo de fondo.
Desde que estamos en el exilio no hemos vivido ninguna situación fácil. Estamos entrenados. En primer lugar, si no tengo los votos suficientes, yo no seré diputado europeo; eso depende de los votos y sólo de los votos. Los estándares en los que España acostumbra a solucionar los asuntos relacionados con derechos fundamentales no son los estándares europeos.
Lo que no se entiende es que exista tanta disparidad en los criterios.
La elección como diputado europeo es un derecho fundamental reconocido y protegido. Nosotros, incluso en el caso de que el Estado español lo discuta, tenemos muy claro cuál será la línea de defensa ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Esta es una gran ventaja. Una, las reglas del juego son europeas, no españolas y otra, el conflicto, si se produce, se dirimirá en un tribunal independiente y no en unos tribunales politizados y ni en un Estado sin garantías de neutralidad, como se ha demostrado recientemente con la Junta Electoral Central. Tenemos confianza.
Sus asesores lo tienen muy claro.
En relación a la técnica jurídica, son los abogados los que tienen los detalles. En cualquier caso, está claro que por precedentes y por la propia ley, la inmunidad opera desde el momento de la proclamación de los resultados. La cuestión es si el Estado español respetará su propia ley y la ley europea, que permite al parlamentario europeo realizar su trabajo con plena libertad. Llevo muchas entrevistas intentando que algún periodista traslade esta cuestión al señor Pedro Sánchez para que responda.
Miedo no he tenido nunca. Si hubiese sido así, no hubiese ido a Dinamarca la primera vez, amenazado por la segunda euro orden. Respeto sí que siento, por supuesto. Que tendremos que hacer frente a una tercera euro orden, lo tenemos claro, pero estamos preparados. Hemos venido aquí para luchar, para defender nuestra posición. No nos hemos escondido en ningún momento. Llevamos año y medio recorriendo Europa, luchando.
Josep Rull dijo en una entrevista que concedió a este diario que su decisión de huir de Catalunya estaba plenamente justificada porque el president de la Generalitat tenía la obligación institucional de no dejarse apresar. Ya hay un nuevo presidente ¿Mantendrá usted siempre ese principio?
Previo a ello, teníamos claro que había un gobierno español que nos había disuelto el Parlamento y nos destituyó como gobierno. Entendíamos que ese era un acto ilegal e ilegítimo y para poder mantener la legitimad del gobierno debíamos mantener la continuidad institucional del Govern de Catalunya hasta que el Parlament decidiese nombrar a otro presidente. Eso no podía hacerse desde la prisión, sino desde un espacio que garantizase derechos y libertades, como se ha demostrado. Es un objetivo de país, preservar la dignidad de la institución y eso se ha conseguido. Nuestro deber es preservar eso y seguir luchando.
¿Cómo van a gestionar el independentismo una eventual sentencia condenatoria en el juicio del procés?
Pensamos que la única sentencia justa es la absolución. Y creo que sería una buena noticia también para España, que tiene muchos problemas para responder a preguntas incómodas que se le formulan por Europa: presos políticos, exiliados, prisión preventiva injustificada, prisión para la presidenta de un parlamento por permitir un debate y una votación€ eso es difícil de responder, pero podría responder con la cabeza bien alta por una sentencia absolutoria y creo que le convendría de cara a su reputación. La condena, sea de un mes o de un año, sería injusta. La respuesta no puede ser de un gobierno, debe ser de un país y es necesaria la máxima unidad entre la sociedad civil, los partidos y las instituciones. Necesitamos de la máxima unidad para hacer frente a los retos de país. Debemos trabajar juntos.
¿Puede entenderse su llamamiento a la unidad como un acto de autoprotección en un momento de debilidad política?
Todos estos llamamientos a la unidad, lo que hacen es recoger lo que dice la calle y como somos políticos y nuestra responsabilidad es hacer política, es escuchar a la gente y evolucionar en la medida que evoluciona la sociedad. Honestamente, si preguntas a cualquiera si quiere unidad de acción, la respuesta es clara: ojalá. Hay retos muy importantes a los que hay que hacer frente. Nunca un reto importante se ha alcanzados desde la división. No somos una potencia demográfica como para permitirnos según que caprichos, necesitamos la unidad como metodología para hacer frente a grandes desafíos. Los desafíos de país, y este lo es, o los afrontamos desde la unidad o es evidente que no los podremos ganar.