El último informe sobre alquileres de la Cambra de la Propietat Urbana de Terrassa i Comarca revela que la escalada de precios no cesa y la burbuja del alquiler sigue sin tocar techo en la ciudad. La cuota mensual media que ha abonado un inquilino en Terrassa durante 2018 se sitúa en los 560,85 euros, lo que supone un incremento anual del 6,68%.
Los precios se sitúan ya a los niveles de 2009, justo antes de la crisis inmobiliaria. En ese ejercicio, el alquiler medio estaba en la ciudad en los 557,29 euros, apenas 3 euros por debajo de la cuota actual.
El mercado iniciaba en 2009 un descenso de precios progresivo pero imparable que finalizó en 2013 y 2014, años en que los arrendamientos tocaron fondo en la ciudad. En plena crisis, con el mercado inmobiliario en estado de shock, los terrassenses que buscaban vivienda de alquiler debían pagar una media de 440 euros, 120 euros menos que en la actualidad, cuando los precios caminan hacia un récord histórico. Durante los últimos cinco años los alquileres han subido en Terrassa un alarmante 27%.
La ciudad se encuentra inmersa en una burbuja del alquiler superior incluso a la que registra la ciudad de Barcelona. En la capital catalana los precios aumentaron un 19 por ciento y en Sant Cugat un 17%.
Joan Planas Comerma, secretario de la Cambra de la Propietat de Terrassa i Comarca, explica que el repunte de precios es reciente. "Entre 2006 y 2018 los alquileres han subido en Terrassa un 2,56%", apunta. Hasta finales de 2016, "la oferta era más o menos suficiente, lo que implicó el mantenimiento de los precios". Es a partir de esa fecha que los precios registran "una aceleración".
Corona metropolitana
Terrassa, como buena parte de los municipios de la primera y segunda corona metropolitana, vuelve a ser ciudad receptora de población procedente de Barcelona. La Ciudad Condal expulsa residentes sin capacidad para hacer frente a los precios, en un efecto centrifugado que traslada la demanda a ciudades como Terrassa, víctimas ya del contagio de la burbuja capitalina. Los precios de alquiler que contabiliza el Institut Català del Sol confirman que todas las poblaciones que rodean Barcelona registran alzas de dos dígitos desde 2013.
Los actuales flujos de población empiezan a parecerse a los registrados en la primera década del siglo XXI, cuando contribuyeron a alimentar la burbuja inmobiliaria en la ciudad. La llegada de entre tres y cuatro mil nuevos residentes anuales despertó entonces el apetito de los promotores que, con el aval de un suelo barato, convirtieron Terrassa en la ciudad que más vivienda construía de todo el Estado español.
Hoy, la fiebre alcista de los precios del alquiler castiga incluso más a Rubí, donde se paga una renta media de 630,48 euros al mes, un 8,28 más que un año atrás. Planas recuerda que en la vecina localidad Rubí "hace años que tiene congeladas las posibilidades de construir viviendas por falta de planeamiento urbanístico, derivado de la falta de consenso político para aprobarlo". Eso ha provocado "una falta de oferta que, con una demanda constante, ha dado lugar a unos precios que son un 12,42% superiores a los de Terrassa".
En Sant Cugat, con alquileres que doblan los precios de nuestra ciudad -1.149,55 euros de media-, el incremento es algo menor y se sitúa en el 4,90 por ciento. La ciudad recibe y expulsa residentes casi en la misma proporción. En ese flujo bipolar, hace dos años que los alquileres baten récords y superan los indicadores más caros registrados en 2007, cuando estaban en 1.040,74 euros.
La Cambra de la Propietat opina que a partir de ahora los precios se frenarán. En términos generales, afirma, los los alquileres "durante 2019 simplemente se mantendrán con tendencia a la baja, una tónica que podría seguir en 2020". Joan Planas recuerda que "los sueldos no han crecido en proporción a los alquileres y a los precios de compra, razón por la cual no pueden incrementarse más".
Terrassa, sin embargo, sigue ofreciendo a los ciudadanos del área metropolitana "un diferencial de costes que la hacen atractiva, como la calidad de vida, la oferta comercial, de actividades socio-culturales", apunta Planas Comerma. En el cambio, sin embargo, no todo son ventajas. El secretario de la Cambra de la Propietat recuerda que los inmigrantes procedentes de Barcelona y Sant Cugat deben sumar a su presupuesto los costes de transporte si mantienen su trabajo en el lugar de origen.
Los desahucios
La consecuencia más dramática del aumento de la demanda y de los precios del alquiler son los desahucios. En este momento, las cifras de lanzamientos judiciales las protagoniza el alquiler en la ciudad, donde los arrendamientos se han convertido en un objeto de especulación por parte de los grandes tenedores, bancos y fondos de inversión, en una escalada que ha contagiado a todo el mercado del alquiler.
El resultado es un fenómeno constante de expulsiones relacionadas con la subida de precios, algunas vía judicial, cuando los clientes se niegan a abandonar la vivienda, pero muchas de ellas silenciosas. Las plataforma sociales y el Sindicato de Llogaters han denunciado esa realidad oculta protagonizada por los inquilinos expulsados de la vivienda tras el encarecimiento abusivo de la cuota del alquiler.
El Sindicat de Llogaters reclama la estabilización de los contratos, fijando periodos de 12 años para los grandes tenedores y de 6 para los pequeños propietarios.
Las entidades sociales recuerdan que el abuso de los alquileres expulsa del mercado de la vivienda a familias, personas solas, ancianos con rentas bajas y estudiantes. Muchos inquilinos destinan actualmente al alquiler una parte elevada de sus ingresos e incumplen el principio de que el gasto de la vivienda no comprometa más del 30% de los ingresos.