Ella picó y aceptó aquella oferta laboral tirando a extraña consistente en recibir dinero en su cuenta bancaria, quedarse con una comisión y enviar el resto a través de una empresa de mensajería a una dirección de Ucrania. Eso era incurrir en un delito de blanqueo de capitales, y ella incurrió en ello. Y como ella, como María (nombre ficticio) muchos otros. Muchos “muleros” de dinero (“muleros”, como los usados en el narcotráfico), meras correas de transmisión de mafias que “lavan” así la pasta obtenida por medios ilícitos. La Justicia ha condenado a esta “mulera” de capitales a la que captó un grupo de delincuentes por internet, con el anzuelo de un correo electrónico.
El asunto se juzgó en Terrassa, en el juzgado de lo penal número 1, el año pasado, y la Audiencia Provincial de Barcelona ha confirmado la sentencia del órgano judicial terrassense que impuso a la acusada seis meses de prisión y una multa de 3.139,50 euros como autora de un delito de blanqueo de capitales “por imprudencia grave”. Pero no estuvo sola en el banquillo. Otras cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, fueron acusadas en la misma causa, pero al cabo absueltas. Sólo ella fue considerada culpable de aquella colaboración en limpiar dinero negro. Tan negro como que procedía de una estafa.
Aquello fue en el 2010. En octubre, alguien hizo uso de un programa informático espía para obtener los datos bancarios de una empresa de coches de Vizcaya. El ciberdelincuente realizó transferencias ilegales, no consentidas, de 345.602 euros, cantidad que fraccionó e ingresó luego en las cuentas corrientes de los colaboradores.
Tres personas, dos mujeres y un varón, recibieron en sus cuentas de correo respectivas sendas ofertas de trabajo análogas. Esta era la propuesta: se les ingresaba un dinero en sus cuentas bancarias, ellos detraían una comisión por su colaboración y remitían el resto a las personas y direcciones que se les indicaría. Una de las acusadas aceptó la extravagante oferta laboral y facilitó su cuenta. Un día después recibió una transferencia de 3.150 euros de la empresa pirateada.
Retiró el dinero, descontó una comisión de 220 euros y envió el resto a unas personas de Kiev. Pero no pudo disfrutar de la comisión de 220 euros porque la entidad bancaria bloqueó la cuenta al sospechar la existencia de un fraude. Y la mujer acudió a los Mossos d’Esquadra. El 21 de octubre , dos días después de recibir la oferta, un día después de que se le ingresase el dinero, denunció los hechos.
Otra mujer hizo el mismo camino de la tentación no vencida a la denuncia. El 15 de octubre aceptó la oferta, cinco días más tarde recibió una transferencia de 4.970 euros de la misma empresa estafada, descontó 348 euros de comisión y efectuó dos envíos a Kiev.
Al día siguiente se presentó en dependencias de la Guardia Civil y explicó su historia. Otro de los tentados aceptó la proposición, recibió 9.100 euros en dos transferencias, retiró 5.100 euros menos el 5 por ciento de comisión y transfirió el resto mediante tarjetas recargables, según la sentencia del juzgado egarense. Ese procesado no pudo disfrutar del dinero de la comisión ni enviar lo que faltaba, 4.000 euros, también por un bloqueo bancario preventivo.
Esos tres encausados salieron indemnes del proceso, pues la Justicia los absolvió. No quedaba probado que supiesen del origen ilícito del dinero, ni siquiera que lo sospechasen. En el caso de un cuarto imputado, queda exonerado porque el dinero lo recibió su exmujer y no se considera acreditado que él supiese nada de aquel asunto turbio. Pero ella, María, sí terminó condenada.
Dicen las sentencias que recibió 3.139,50 euros el 22 de octubre, que retiró ese mismo día 2.990 euros y que facilitó su número de cuenta a una persona no identificada. Se infiere que ella sí sospechaba o sabía algo. La Audiencia Provincial corrobora el fallo condenatorio. María alegó que alguien le había robado su documentación argentina, con la que se retiró el dinero, pero ese argumento decae y la Justicia lo considera inverosímil: la persona que retiró el dinero se identificó con su NIE, un documento que no le había sido robado; al menos, la acusada nunca dijo que se lo hubiesen sustraído. Quien sacó la pasta fue ella, aseguran tanto el juzgado de instancia como la Audiencia. María ha sido condenada a seis meses de prisión y al pago de una multa de 3.139,50 euros, pero no deberá indemnizar a la empresa de coches damnificada, pues el propio banco resarció a las víctimas.
La historia de María es la historia de muchos otros que, bien por avidez monetaria, bien por necesidad, han caído en estos abismos de trampas por internet. Un dinero rápido que en realidad consiste en integrarse en un engranaje delictivo como “mula”, en una trama de blanqueo. Consiste en convertirse en testaferro ocasional de una banda que lanza mensajes a mansalva buscando a incautos o desesperados que quieren zurcir algún parche en sus economías. Los Mossos d’Esquadra subrayan que sus unidades de investigación se centran básicamente en rastrear la actividad principal, la acción de los grupos que se hacen con el dinero de modo ilícito para luego fraccionarlo entre las “mulas”.
El estallido de la crisis del 2008 disparó esas ofertas de sueldos de redes delictivas para conseguir testaferros que desviasen los fondos robados por los timadores. Los delincuentes sustraían dinero con métodos como el “phising”, captando datos bancarios con correos fraudulentos, y luego se dedicaban a buscar “muleros” que recibiesen dinero en sus cuentas y desviasen la mayor parte con empresas de envío de dinero, quedándose algo a modo de remuneración.
Las ofertas venían con disfraz. Como avisó la Asociación de Internautas en el Diario Sur hace una década, las mafias llegaban a hacer creer al usuario que estaba participando en un proceso de selección de personal por fases y le enviaban un contrato. “Estimado candidato”, llamaban al interpelado.
Los testaferros son la pieza frágil, los primeros en caer en manos de la policía. Casi siempre, los únicos en caer, pues los estafadores principales utilizan herramientas de camuflaje y no suelen dejar pistas. La Guardia Civil ha llamado la atención en redes sociales sobre esta práctica de blanqueo, simulada muchas veces bajo el epígrafe de “gestor de cobros” y luego de un encabezamiento cortés, y recomienda desconfiar de propuestas que se anuncian como oportunidades únicas y jugosas de ganar dinero rápido y fácil.
“¡Ni caso! Serás la mula en un delito”, advierte la Guardia Civil.