Uno atraviesa las calles casi desiérticas del centro de Terrassa en una noche de día laborable, con esa escenografía de locales y comercios que solo anuncian que se venden o se alquilan o se liquidan cada vez más abundante y triste, pero de repente entra en la Nova Jazz Cava y se la encuentra llena. Ni un asiento libre. De un público tanto local como foráneo, de todas las generaciones, tan educado que alguien te cede el taburete al darse cuenta que llevas todo el concierto ahí delante de pie, y que ha venido para disfrutar con total concentración de uno de los mejores saxos del jazz, que para muchos es un viejo conocido.
Y el concierto comienza con puntualidad británica, lo que también nos dice que el jazz generó en Terrassa, hace sesenta años un oasis de ciudadanía, cosmopolitismo, progresismo. Valentí Grau recuerda lo "sensacional" que estuvo la última vez aquí, lo abraza. Y Murray da las gracias y nos dice que bienvenidos, que es feliz de haber vuelto, para arrancar con un "Morning star" que dedica a su madre.
Empieza bopper y melódico, pero pronto Murray comenzó improvisar con las técnicas expresivas del free, diblando melodías y llenando espacios con notas no armónicas -su audaz estilo, vaya- para bajar del escenario y dejando solos al piano, el contrabajo y el batería (excelentes David Bryant, Dezron Douglas y Eric McPheerson, que solos proporcionaron grandes y extensos momentos), para volver para rematar con cierta inspiración colemaniana. Y esa sería la línea de buena parte de su concierto, que siguió con el único tema ajeno del mismo, "Obe" de Butch Morris. "Cycles and seasons" la acabó con un toques melódicos primorosos. Con la lenta y más convencional "Hope/Scope" creó un ambiente que casi te envolvía.
Vanguardia y expresión
"Francesca", que a las once cerraría el primer set, comenzó con Murray en "modo loop",para estallar en una gran lección de jazz abstracto y free, y cómo de rápido podía tocar el saxo este hombre de 73 años. Veinte minutos después, el concierto se reemprendería con "Music of the mind", que propició un gran solo de batería. "Nectar" comenzó con un piano lento, y fue un magnífico mid-tempo. Fue el obligado bis, "Isabel’s samba", la única pieza en la que Murray se quedó solo, en un fraseo larguísimo, extrayendo sonidos tan agudos que casi parecía que el saxo hablara. Pasaba media hora de la medianoche, y la Cava en pie, aplaudiendo. Y una sorpresa final: coca de "llardons" para , por cortesía de Can Cabasseres de Olot.