El ex delegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo ha asegurado hoy que advirtió a Carles Puigdemont de que estaba impulsando un “planteamiento suicida”, ante lo que el expresidente catalán le contestó que no podía hacer otra cosa que impulsar el referéndum y le confesó: “Yo no puedo dar marcha atrás”.
Millo, que comparece hoy como testigo en el juicio a la cúpula del “procés”, ha apuntado que en sus reuniones con Puigdemont se encontró enfrente una “silla vacía”, porque lo único que le interesaba al expresidente era obtener el “beneplácito” para llevar a cabo referéndum de independencia, sin plantearse alternativas ni abordar otras cuestiones de interés en el ámbito social y económico.
“Entendí que la única posibilidad de revertir (esta situación) es que él (Puigdemont) rectificara, que tuviera una fase de lucidez, pero eso lamentablemente no se produjo”, ha relatado Millo, que ha testificado que ni el expresidente catalán ni su vicepersidente Oriol Junqueras estuvieron “nunca” dispuestos a dar “marcha atrás”.
Millo ha destacado que en sus encuentros siempre le recordaba a Puigdemont, actualmente huido de la justicia española en Bélgica, que como presidente de la Generalitat era el representante ordinario del Estado en Cataluña y que su obligación era cumplir la ley y obedecer a los tribunales.
“Intenté persuadirle de que era un muy mal camino”, ha subrayado Millo, que siempre dejó claro a Puigdemont que no había ninguna manera de acordar un referéndum de autodeterminación, porque de la soberanía nacional no había posibilidad de “negociar nada”.
En contraposición con la versión de los dirigentes independentistas juzgados en el Supremo, que denunciaron que se encontraron una “silla vacía” cuando intentaron dialogar con el Gobierno, Millo ha replicado que era él quien se encontraba una “silla vacía” cuando se reunía con Puigdemont.
“No me daba respuesta a nada que no fuera permitir la comisión de un acto ilegal”, ha recordado Millo, que ha insistido que Puigdemont nunca ocultó que su objetivo era el referéndum, ya que le contaba que tenía un “mandato democrático” para llevar a cabo la hoja de ruta para declarar la independencia.
Según Millo, ante esta situación, era “imposible” ponerse de acuerdo, porque ningún mandato electoral pude suponer incumplir la ley, por lo que intentó persuadir a Puigdemont de que abandonara su “planteamiento suicida”, ya que estaba convencido de que iba a facturar y dividir a la sociedad y crear problemas de convivencia en Cataluña.
Pero la respuesta de Puigdemont era siempre la misma, ha lamentado Millo, que ha dicho que el expresidente le decía que no iba a poder hacer ninguna otra que no fuese convocar el referéndum.
De hecho, en uno de sus últimos encuentros, en una cena empresarial el 6 de junio, Millo insistió a Puigdemont que no convocara el referéndum, ante lo que éste le contestó de forma tajante: “Yo no puedo dar marcha atrás, tengo a las fuerzas parlamentarias que me apoyan ahí (impulsando el referéndum), no veo manera… yo voy a convocar el referéndum y después seguimos hablando”.
Millo advirtió entonces a Puigdemont de que convocar el referéndum supondría un “punto de inflexión prácticamente irreversible”, si bien Puigdemont convocó días después la consulta.