Desde Soto del Real, el exconseller Josep Rull comparte con los lectores de Diari de Terrassa la tercera entrega de sus crónicas desde prisión. El político egarense asegura que en la cuarta semana del juicio al "procés", "el agotamiento empieza a hacer mella. Física y psicológica" entre los presos independentistas. Sesiones diarias de hasta 10 horas frente al tribunal, cenas frías de regreso a prisión, pocas horas de sueño y la dureza de los traslados están afectando a los políticos catalanes.
Rull no ha superado sus mareos en el furgón policial. "Tengo un grave problema con los mareos de la furgoneta de la Guardia Civil , que se prolongan todo el día" y le acompañan en la sala de vistas, explica.
Cuando arranca la cuarta semana del juicio, los presos se sienten "en una especie de "día de la marmota’. Para romper la rutina, cronometran distintos momentos de la jornada, incluso "la primera retención de tráfico" de todos los días en el trayecto a Madrid.
En prisión siguen haciendo frente a las precariedades de la estancia. "Afrontamos y ganamos pequeñas batallas", como la que libran con las sábanas. El político relata que si las lavan a mano en la celda, cruzan los dedos para que esten secas a la vuelta del juicio. La alternativa de llevarlas a la lavandería de la prisión implica esperar "tres o cuatro días" para recuperarlas. En temas cotidianos como este "los consejos ‘talegueros’ de otros presos son ciencia pura -explica Rull-. En prisión te das cuenta de que tus prioridades te alejan de la percepción de normalidad que tienen los ciudadanos libres".
Nadie sabía nada
En su diario particular del juicio al "procés", Rull traslada su lectura de la primera semana de testificales, que llevó ante el tribunal al expresidente del gobierno Mariano Rajoy, la vicepresidencia Soraya Sáenz de Santamaría y al ministro de Interior Juan Ignacio Zoido. "Nadie sabía nada", critica, y se pregunta cómo puede ser que si "se estaba perpetrando, presuntamente, un golpe de Estado, ninguno de los tres máximos responsables políticos del Gobierno tenía ningún conocimiento de los operativos que se desplegaron".
El referéndum del 1 de octubre es, a juicio del político egarense, "la metáfora más descarnada" de ese desmarque político de las decisiones del operativo policial. "A primera hora queda fulminado el mecanismo de coordinación" entre los distintos cuerpos policiales "y nadie sabe quien es el responsable. Las brutales cargas policiales se interrumpen a primera hora de la tarde y nadie sabe quien tomó la decisión".
La incógnita sobre quien ordenó el operativo y las cargas del 1-O se despejó el lunes (después de que Josep Rull escribiera su crónica). El ex secretario de Estado de Seguridad del Gobierno del PP, Jose Antonio Nieto, el número dos del ministro Jose Ignacio Zoido, admitió ser quien dio la orden de enviar el dispositivo de 6 mil agentes a Catalunya.
Nieto afirmó que el 1-O se ordenó intervenir a la Policía y Guardia Civil tras detectar que los Mossos no habían cerrado los colegios ni requisado las urnas. Los agentes emplearon la violencia contra la ciudadanía por la inacción de la policía autonómica, dijo, aunque aquello no fueron técnicamente cargas, si no una "intervención proporcionada". El agotamiento de la policía, en una jornada muy larga, fue lo que determinó la retirada de los efectivos a media mañana del domingo. "No hubo ninguna consigna de ningún tipo", afirmó.
Rajoy y la negación política
Sobre la declaración de Mariano Rajoy, el exconseller critica que ahora utilice la Constitución como "arma arrojadiza" cuando "lideró una campaña contra el Estatut en 2006, plagada de catalanofobia" y su partido, el PP, no votó a favor de la Carta Magna en 1978.
En el Tribunal Supremo, el expresidente del Gobierno hizo la semana pasada en el Supremo "un auténtico homenaje a la negación de la política", mientras su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría dibujaba en Catalunya "un escenario casi apocalíptico en términos de violencia generalizada a partir del 20 de septiembre", construyendo "su relato a partir de la información televisiva".
El calendario no cuadra
Rull cuestiona la consistencia de su testimonio y sugiere que en su declaración faltó a la verdad al explicar que la decisión de desplazar los efectivos policiales a Catalunya la tomaron el 22 de septiembre, tras el incidente frente a la conselleria de Economia, cuando "el barco de los "piolines" pidió atracar en Palamós el 19 de septiembre. Y dice que declaraba bajo juramento de decir la verdad".
Sobre el ministro Zoido, Rull se pregunta en su crónica si realmente estuvo en activo el 1 de octubre, después de que declarara ante el tribunal desconocer la información sobre el operativo de aquella jornada.
"La historia será de una severidad rotunda -afirma Rull- respecto a un hombre que decidió emplear la violencia desbocada contra una población pacífica que, según su propia descripción, estuvieron sentados y se cogían de las manos para evitar el acceso de la policía. Gran golpe de Estado aquel que tiene como armas los brazos alzados y entrelazados de la gente. ¿Estas son las ‘murallas’ humanas que se emplean sentadas contra la policía?".