Un concurso municipal anima a partir del lunes a la ciudadanía a recortar gastos y a cuidar la salud y el medio ambiente a través de un consumo más eficiente
Las facturas de la luz, el gas y el agua pesan cada vez más en el presupuesto familiar, en el que apenas queda hueco para meter la tijera. Es la realidad a la que se enfrentan miles de hogares en la ciudad, pero puede ser mejorable. Así lo defiende la última campaña por el ahorro energètico lanzada por la Oficina Municipal d’Atenció a la Pobreza Energètica i Promoció de la Eficiència Energètica (Ofipame), empeñada en convencer a la población terrassense de que siguiendo unas pautas sencillas podemos recortar el gasto, frenar el cambio climático y mejorar nuestra salud. Todo de una tacada.
El ahorro energètico se apoya en tres patas que aseguran un consumo responsable, así como una factura justa y acorde a nuestras necesidades.
La primera pasa por estar en el mercado regulado, que garantiza que con un consumo fijo el precio no estará sujeto a las variables del cálculo minuto a minuto del mercado libre.
La segunda se apoya en la discriminación horaria. Sólo con que el 50% del consumo lo hagamos en las denominadas "horas valle", la factura bajará considerablemente. "Basta con planificar los consumos como lo hacemos con los menús semanales -comenta Carme Freixa, jefa de la Ofipame-. se trata de poner la lavadora o el lavavajillas en los tramos económicos del día".
La tarifa de discriminación horaria de dos periodos (2.0DHA) es la más común y la que permite un ahorro con pequeños cambios en los hábitos de consumo. Basta con programar los electrodomésticos de 10 de la noche a 12 de la mañana en invierno, o de 11 de la noche a 1 de la tarde en verano.
La tercera pata sobre la que descansa el ahorro energético es la adecuación de la potencia a las necesidades reales de nuestro hogar. Lo más aconsejable es pedir a un agente energético que nos calcule la potencia adecuada a nuestro consumo para evitar que el diferencial salte a cada instante. Un método más sencillo es hacer caso a la media recomendada de una potencia de 3,45-3,50 kw para un hogar de 3 o 4 personas.
Siete de cada diez hogares siguen teniendo contratada una potencia eléctrica superior a la que necesitan y pagando innecesariamente por ella. Cada kilowatio de más contratado paga impuestos, aunque no lo consumamos. Ajustarla es el primer paso hacia un consumo responsable y justo.
"Debemos aparcar el miedo social a que ‘salten los plomos’ -explica Freixa-. Si pasa, basta con volver a conectar. También podemos comprobar qué ha disparado el consumo y evitarlo". Una forma es prescindir de los aparatos ineficientes energéticamente, como los pequeños calefactores de baño. Diez minutos en la ducha son suficientes para calentar el baño. Si se utilizan para aclimatar una habitación y su puesta en marcha coincide con el lavavajillas, el microondas y la vitrocerámica, lo normal es que nos quedemos a oscuras.
Freixa recuerda que "todos los electrodomésticos tienen un pico de potencia y consumo los primeros minutos de funcionamiento y luego se estabilizan. Por eso es importante no ponerlos en marcha a la vez". También mirar que no haya un mal contacto o un aparato viejo que falle y dispare el consumo.
La primera razón para el ahorro energético hay que buscarla en las constantes subidas del precio del gas y la electricidad. La Mesa del Tercer Sector denunciaba recientemente que han aumentado un 67 por ciento en la última década. La segunda es tanto o más trascendental. El cambio climático es la mayor amenaza para el planeta y está vinculado al derroche de los recursos energéticos.