Terrassa

Roba en dos locales y lo pillan los mossos cuando escapaba

Fue ver a los mossos que bajaban por la calle de la Font Vella y dar media vuelta, y salir corriendo. El fugitivo acababa de robar en un comercio de esa calle del Centre, ayer de madrugada, pero los agentes lo apresaron. Estaba escondido en un portal. Luego se supo que había asaltado también una autoescuela, también en el Centre.

A las 4.15 de la madrugada la policía recibió la comunicación de alerta: había saltado la alarma de una tienda de ropa ubicada en la calle de la Font Vella. Los Mossos d’Esquadra de Terrassa comisionaron a una dotación.

Agentes y ladrón estuvieron en un tris de cruzarse. No se cruzaron porque él varió su trayectoria, al parecer porque vio llegar a aquellos mossos que se dirigían al comercio allanado. Giro de 180 grados y a huir. Los policías observaron la maniobra del chico, que bajó la calle de la Font Vella a toda prisa en dirección al Raval de Montserrat.

Los mossos fueron tras él. Comprobaron los daños en el establecimiento, con una luna de vidrio destrozada. El sospechoso se desprendió de parte de su botín durante su fuga por las calles del Centre.

Allí estaba. Los mossos que lo perseguían vislumbraron primero su figura, agazapada en el portal de un edificio. Luego constataron la presencia del perseguido. Intentaba ocultarse en aquel portal.

Al suelo, conminaron los agentes. Le pidieron la documentación mientras él aseguraba que no había hecho nada, que no había robado nada, que se dirigía a su casa. Lo cachearon. Llevaba una tableta electrónica. ¿Era suya? No, confesó él, que no tardó en mostrarse colaborador y en reconocer su culpabilidad en el asalto. En el cometido en la calle de la Font Vella y en otro perpetrado poco antes en una autoescuela del paseo del Vint-i-dos de Juliol, cerca de la estación del Nord.

Había robado en la tienda de ropa, confesó. Otros mossos recorrieron varias calles del Centre, por las que supuestamente había pasado el joven en su huida, y hallaron ropa. Estaba en un portal. Aún tenía puestas las etiquetas con los precios y las alarmas antihurtos.

Todo encajaba a medida que avanzaban los minutos en aquella actuación policial rápida. Incluso las imágenes de vídeos de seguridad, en las que se identificaba al sospechoso, presuntamente. En la autoescuela, donde saltó la alarma a eso de las cuatro de la madrugada, había un vidrio roto. Según ha trascendido, el autor del asalto agarró un palo de un banco para forzar un cristal y hacer palanca, de forma que hizo saltar el pivote de anclaje de la puerta. Y entró.

La tableta estaba en una mesa próxima a la entrada. La cogió. Era un aparato eléctrónico desfasado, pero se lo llevó igualmente. Luego ocurrió lo de la calle de la Font Vella, la persecución, la detención por un delito de robo con fuerza. Por dos delitos, en realidad. El botín total de la razia delictiva incluyó cuatro bolsos, tres pares de zapatillas, jerseys y camisetas.

No era la primera vez que el mismo individuo, de 19 años y de origen paraguayo, terminaba en los calabozos de una comisaría, como ayer. Tenía tres antecedentes, por hurto, robo con fuerza y robo con violencia e intimidación.

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