La calzada del IV Cinturó entre Viladecavalls y Olesa ha saltado por los aires por un problema geológico-geotécnico, según confirman fuentes del Ministerio de Fomento. La avería se produjo durante los episodios de intensa lluvia del pasado otoño y afecta a una parte de la autovía situada en el tramo en obras de la B-40 y por lo tanto fuera de servicio. Desde entonces, los ingenieros de Fomento buscan una solución que permita reconstruir la infraestructura y garantice su estabilidad cuando ésta se abra al tráfico.
La rotura arroja imágenes espectaculares del vial. El asfalto se ha descalzado por efectos del terreno, agrietándose y rompiéndose en mil pedazos. El resultado es un piso impracticable, donde la tela asfáltica se ha destrozado por completo ofreciendo una imagen apocalíptica, propia de un terremoto.
El tramo afectado es el troncal de la B-40 entre Viladecavalls y Olesa. Se trata de una de las primeras estructuras ejecutadas por la UTE. Durante los últimos años ha funcionado provisionalmente como ruta para el material y la maquinaria en los trayectos entre los dos polos de la obra: el nudo de comunicaciones de Viladecavalls y los túneles que se han construido en las proximidades de Olesa.
A pesar de su funcionamiento como tramo de obra, la carretera afectada no era provisional. Se trata del troncal definitivo de la B-40. El vial estaba pendiente sólo de la colocación de la última capa de rodadura, cuya instalación estaba prevista justo antes de la entrada en servicio de la infraestructura.
Ahora, Fomento deberá proyectar, presupuestar y reconstruir por completo este tramo de autovía. Fuentes del ministerio aseguran que sus equipos técnicos estudian "la mejor solución" para resolver el problema "en la mayor brevedad posible".
El proyecto deberá afrontar los problemas geológicos y geotècnicos que han provocado el descalzamiento. El objetivo primordial es evitar que la carretera vuelva a hacerse añicos en un episodio de lluvias cuando esté abierta al tráfico.
La alcaldesa de Viladecavalls, Cesca Berenguer, fue quien alertó al Ministerio de Fomento de la avería. "Las lluvias afectaron también al camino a Can Corominas -explica-, que hemos tenido que desviar por Can Turu". Berenguer anuncia que enviará "un escrito a Fomento exigiendo una revisión a fondo del terreno y una solución que no comprometa la seguridad viaria".
Otras incidencias
El incidente de la B-40 no es excepcional, aunque sí la dimensión del destrozo y la espectacularidad de las imágenes. Las lluvias del pasado otoño provocaron numerosos
daños en infraestructuras viarias, especialmente en esta zona, de suelo muy arcilloso y minado de corrientes de aguas freáticas.
Durante los últimos meses se han llevado a cabo reparaciones de emergencia en varios puntos de la zona de Terrassa. Uno de ellos en la C-243, carretera de Martorell, en el acceso a Les Carbonelles por la calle de Can Mas. En ese punto se ha construido un muro de escollera para frenar el descalzamiento de un tramo por las lluvias.
En la autopista C-58, en la salida Terrassa Centre en dirección a la Rambleta, hay dos actuaciones pendientes de ejecutar, una de ellas ya señalizada.
Además, el ACA ha tenido que interventir en la riera de Les Arenes, concretamente en dos puntos donde ya ha reparado muros descalzados por las lluvias y en un tercero, a la altura de la calle de Almería, donde la obra está muy avanzada.
En la B-40 abierta al tráfico también ha sido necesario intervenir para reparar el pavimento, aunque en este caso no con motivo de las lluvias de otoño. En el tramo Terrassa Viladecavalls ha sido necesario restituir varios blandones o hundimientos de la calzada, uno de ellos a la altura del terraplén situado en la cabecera de la riera de La Maurina. En sentido sur, justo antes del puente de Can Gonteres, hace meses que permanecen señalizados unos metros de asfalto hundido.
Un tropiezo más
El problema de descalzamiento del IV Cinturó en Viladecavalls se suma a la larga lista de infortunios que ha tenido que afrontar el tramo de la infraestructura, que lleva más de una década en ejecución. En este momento se están construyendo el túnel próximo a Olesa y el nudo de comunicaciones que enlazará con la autopista C-16 y con la red viaria vallesana.
Las obras del tramo Viladecavalls-Olesa de la B-40 empezaron en 2007 y el último calendario con
el que trabajan en Fomento sitúa el final de los trabajos más allá de 2020. De confirmarse esta previsión, el Ministerio de Fomento habrá tardado 14 años en ejecutar 6,1 kilómetros de autovía.
Los trabajos se paralizaron por primera vez y por completo en 2011 a raíz de los recortes en obra pública. En 2015 las máquinas regresaron a la zona, pero a ritmo irregular. En varias ocasiones las partidas presupuestarias para la obra han saltado de anualidad.
El último incidente trascendió el pasado otoño, cuando un modificado del proyecto que incluye obras de envergadura, disparó el presupuesto y pulverizó una vez más el calendario final de la obra.
El modificado avanza a ritmo lento, según fuentes próximas al proyecto. El redactado del mismo y su posterior aprobación están sujetos a un complejo proceso que incluye la aprobación técnica, la autorización del Consejo de Obras Públicas y la aprobación del Consejo de Estado. Además, la ejecución de las obras está sujeta a disponibilidad presupuestaria y a su inclusión en los Presupuestos de 2019.