Existe un peregrino que lleva siéndolo, dos días al año, desde hace más de quinientos, y si en alguno faltara a tal cometido volvería la población de la que sale y a la que vuelve a sufrir los estragos de la peste que su recorrido viene evitando desde el siglo XV. Es el Pare Pelegrí de Tossa de Mar, y una tradición de peregrinaje tan singular y cercana no podía pasar inadvertida a Francesc J. Suárez, apasionado, erudito y activista de todo lo relacionado con los caminos y los caminantes. A la bibliografía sobre el tema, iniciada en 1935 por mosén Josep Soler de Morell con "El Pelegrí de Tossa", Suárez añade ahora un minucioso estudio que ocupa buena parte de las páginas del nuevo número, el 4, de Terrassa Jacobea, el boletín de Amics del Camí de Sant Jaume de Terrassa, y que constituye la segunda entrega de su serie de trabajos "De la pesta a la festa".
Los cronistas locales remontan el origen de la peregrinación a mediados del siglo XIV, cuando al puerto de Tossa llegó un gran barco "con uno de los marineros de la tripulación medio muerto, víctima de unas fiebres incurable. Unos días más tarde, cerca de una docena de personas comenzaron a sufrir la fiebre. Los síntomas se esparcieron como la pólvora y pronto comenzó a morir gente". Una mujer que huía se encontró con un joven. Le sugirió que le trajera del pueblo una imagen de Sant Sebastià, y él peregrinaría a la capilla más cercana dedicada al santo, que está en Santa Coloma de Farners, a unos cuarenta kilómetros. "Hasta allí llegó el peregrino para hacer la ofrenda al santo y una vez en la ermita prometió volver cada año si les ayudaba a luchas contra la peste. Según reza la leyenda, unos días más tarde la epidemia empezó a remitir y desde entonces el pueblo de Tossa, en cumplimiento del voto, sigue yendo cada año hata aquella ermita de Sant Sebastià"
Una tradición con sus rituales
Suárez explica todos los detalles de esta peregrinación que comienza el 20 de enero, festividad de Sant Sebastià, con el "acomiadament" del peregrino, que recibe del "síndic" el salvoconducto acreditativo, un "durillo" simbólico y la limosna para la misa del día siguiente en la capilla de Santa Coloma de Farners. Describe las rutas de ida y de vuelta con todas sus etapas y rituales, las recomendaciones para quienes siguen el peregrinaje y el seguicio (tras el Pare Pelegrí, los que van descalzos y luego el resto, primero las mujeres, después los hombres). Complementado con un diccionario de términos y símbolos.
Terrassa Jacobea se completa con los "goigs de Sant Sebastià", un artículo sobre las iglesias de Sant Jaume en el Alt Empordà y la crónica de las actividades de la entidad.