La representación de personas gitanas interesó al pintor Ramon Cortés i Casanovas (Terrassa, 1906-1977) a lo largo de toda su trayectoria, con especial intensidad en los años sesenta. Una obra de esta temática, "Gitana en rosa", fue donada ayer por el hijo del artista, Pere Cortés, a Diari de Terrassa. Es un óleo de 110 por 85 centímetros, con fecha de 1960, que retrata con gran viveza de color una mujer gitana.
Los hijos del pintor cedieron el pasado año dos obras al Museu de Montserrat, y otras dieciséis al Museu de Terrassa, que el Ayuntamiento presentó en un acto en la Casa Alegre de Sagrera. Ahora Pere Cortés ha querido que también Diari de Terrassa tuviera un cuadro con la firma de su padre, y además de uno de sus temas más destacados -Blanca Cubells le dedica todo un capítulo de su libro sobre el artista, "Ramon Cortés, la seva vida, la seva obra"-, las gitanas.
"En ocasiones, cuando llegaba un grupo de gitanos a Terrassa, mi padre los iba a ver, y si veía alguna interesante para retratar, acordaba que le hiciera de modelo para un cuadro", explica Pere Cortés. El hijo del artista aún recuerda que, cuando era niño, venían gitanas a su casa para que su padre las pintara.
Reflejar el interior
El número de sesiones que podía precisar para ello era, como siempre, variable."Nunca podía garantizar si un retrato lo haría en una sesión o en cuatro. Si no lograba el resultado que buscaba, persistía hasta conseguirlo. ‘Un cuadro solo está acabado cuando lo que quieres decir con él esta dicho’, afirmaba".
Cortés tenía un ideario muy riguroso del retrato pictórico. "Pensaba que tiene que reflejar a la persona más por dentro, su personalidad interior, que por fuera, porque para un retrato ‘externo’ ya tenemos la fotografía." A veces, ni era necesario que posaran. Le bastaba con un rato de conversación con alguien para aprehender sus rasgos y su carácter. Luego, con todo ello en su memoria, se encerraba en el estudio y pintaba el retrato.