Es sabido que Terrassa cuenta con un extraordinario ambiente de coleccionismo, y la prueba puede encontrarse todas las mañanas de sábado en la Rambla d’Ègara. Entre las ocho de la mañana y las dos de la tarde, en el tramo frente al Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, casi una veintena de paradistas ponen a la venta una muy variada selección de objetos del pasado dignos de ser apreciados y coleccionados: libros y revistas, cromos, sellos, minerales, juguetes, muebles auxiliares, figuras, arte, postales, relojes, piezas en bronce, botellines. Es la "Fira-mercat d’intercanvi, promoció del col·leccionisme i antiguitats", con sus adictos que cada semana se pasan por ella en búsqueda de alguna pieza que añadir a sus colecciones (el más conocido y saludado, Rafel Comes, ahora especialmente interesado por las antiguas insignias de solapa de entidades locales).
"No somos un mercado ‘de les puces’, de segunda mano, sino estrictamente de coleccionismo y antigüedades, y seleccionamos las paradas", subraya Josep Maria Ferrer, coordinador junto con Alberto Cintado y Esther Nosas de la feria. "Tenemos un reglamento y, cuuando una persona quiere ser paradista, hemos de ver el de material que traerá. Algunas las hemos rechazado".
Única en Catalunya
La "Fira-mercat" de Terrassa está comenzando a atraer público foráneo, y de hecho convirtiéndose, por su periodicidad y caliad, en un fenómeno singular en Catalunya. La la de Sabadell, también semanal, (los domingos), que hasta hace poco era de mayor envergadura, "está en decadencia. Igualada tiene una de muy importante, con 150 paradistas, pero una vez al mes, y las de otras ciudades son más pequeñas y también mensuales".
Organizada por la Associació de Col·leccionistes de Terrassa (ACT), la "Fira-mercat d’intercanvi, promoció del col·leccionisme i antiguitats" comenzó a realizarse el año 2014. "En la entidad, que entonces aún se denominaba Grup Filatèlic i Numismàtic, comenzaron a organizarse subastas de coleccionismo y algunos socios montaban paradas en ferias de otras poblaciones, sobre todo la de Sabadell. De modo que unos cuantos, con Josep Maria Pi como coordinador, se animaron a montar cada semana unos cinco o seis puestos bajo los porches del Centre Cultural Terrassa."
La construcción en los bajos del edificio del restaurante El Cultural obligó a los paradistas a buscarse un nuevo emplazamiento. Pensaron en la plazoleta triangular de acceso al Mercat de la Independència, en la calle del Raval, pero el Ayuntamiento no estuvo de acuerdo. La alternativa la encontraron en el patio del Museu de la Ciència, que lo cedió dándoles todas las facilidades, incluso aparcamiento.
El espacio era perfecto, pero daba poca visibilidad a los paradistas. "A la gente le costaba entrar, parecía un poco cohibida." De modo que la ACT solicitó al Ayuntamiento que, una vez al mes, permitiera su ubicación en la Rambla d’Ègara, frente al mismo museo. Allí se instaló por primera vez en octubre de 2017, con éxito. "Comenzó a pasar mucha más gente. Incluso personas que solían venir cuando la hacíamos en los porches nos preguntaron’¿dónde estabáis?’, porque en el patio no nos habían visto."
"Todos hemos salido ganando"
Así pues, ¿por qué no cada semana en la Rambla? El Ayuntamiento parecía reticente, pero después de que los paradistas recogieran firmas entre los comercios cercanos, acabó dando su beneplácito y firmando un convenio por dos años. Llevan ya uno, "y todos hemos salido ganando. Incluso el Second de la calle de Arquímedes, porque mucha gente se pasa por la feria y luego por esta tienda de segunda mano. El ambiente de esta zona de la Rambla registra cada sábado por la mañana una mayor animación".
También los vendedores van en aumento. Para serlo de manera habitual, basta con hacerse "socio paradista" de la ACT, si bien se admiten esporádicos. "Cuatro de ellos se han hecho socios, porque al venir a menudo les sale a cuenta. También hay que pagar las tasas municipales, no muy elevadas, porque el Ayuntamiento quiere que la feria funcione, y se ha dado cuenta de que hacemos bien las cosas".