El sector residencial del Pla del Bon Aire regresa a la agenda política después de que el Ayuntamiento de Terrassa retome el proyecto a propuesta de la asociación de propietarios. Los vecinos reclaman que se adecúe el barrio y se le dote de alcantarillado, alumbrado público y calles asfaltadas. La administración local se ha comprometido a destinar un millón de euros para iniciar los trabajos y hacerlo a modo de adelanto, ya que "el coste de la urbanización corresponde a los vecinos, a los que se les girarán las cuotas", explica Marc Armengol, teniente de alcalde de Territorio y Sostenibilidad.
El Plan General de Ordenación de 1983 ya preveía dotar de servicios al sector y en 2003, el POUM calificó el terreno como suelo urbano directo. Pese a que desde el punto de vista de la planificación los criterios estaban claros, la urbanización sigue pendiente 15 años después y el sector continúa sumido en la penuria urbanística.
Durante las últimas décadas, los vecinos han ido resolviendo a nivel particular necesidades básicas como el alumbrado público, los suministros o el alcantarillado. La iluminación de algunas casas está dispuesta de manera que alumbra el entorno y la mayoría de propietarios disponen de pozos ciegos.
Armengol explica que ha sido la Associació de Propietaris del Pla del Bon Aire Residencial la que ha pedido al Ayuntamiento que reactive
la iniciativa de urbanizar el sector. Durante los últimos meses, los vecinos han mantenido reuniones con el alcalde, con el área de Urbanismo y algunos de ellos han recurrido a la síndica Isabel Marquès, a la que le han pedido que medie en la reactivación del proyecto.
En 2003, el Ayuntamiento decidió impulsar la reparcelación y repercutir los costes. El teniente de alcalde explica que "empezar las obras requerirá un presupuesto de 1 millón de euros -detalla-. Nos hemos comprometido a que en 2020 haremos una provisión en el presupuesto y giraremos las cuotas para recuperar el cien por cien de la inversión".
El consenso
En la zona residencial del Pla del Bon Aire siempre ha estado claro que el sector necesitaba mejorar sus condiciones urbanísticas. La junta de compensación del sector redactó en los años 90 un proyecto de urbanización en el que los vecinos invirtieron 9 millones de pesetas pero que no prosperó. Poco después, en 2003, el Ayuntamiento decidió tomar las riendas de la transformación del sector.
El proyecto de reparcelación y urbanización del Pla del Bon Aire Residencial se aprobó definitivamente en enero de 2011 y fijaba en 3 millones de euros el coste global de las obras. El programa, muy ambicioso, contemplaba la pavimentación y señalización de todos los viales, la construcción de una red de saneamiento que cubriera todo el sector y que conectara con la red general del municipio de Terrassa. También prolongar las canalizaciones de agua potable, completar el alumbrado público y soterrar las líneas de media y baja tensión, así como construir dos estaciones transformadoras en el sector.
En el reparto de cuotas de 2011, los importes a pagar por los vecinos oscilaban entre los 5.800 y los 50 mil euros, en función de los metros cuadrados de cada propiedad.
En aquel momento la Associació de Propietaris del Pla del Bon Aire Residencial rechazó el plan de urbanización por considerar que el presupuesto se había disparado y era inasumible. El plan, argumentaron, se había planificado en la etapa del boom inmobiliario y no se ajustaba a las posibilidades económicas de algunos residentes. Los vecinos reclamaron al Ayuntamiento que corriera él con los gastos de las obras de alcantarillado.
Seis años después, el tema vuelve a la agenda política a petición de los vecinos y deberá ser abordado por el gobierno que resulte de las elecciones municipales del próximo mes de mayo.
En el pleno de diciembre, el alcalde Alfredo Vega explicó que el proyecto no se ha abordado este ejercicio por las limitaciones que impone la regla de gasto. La voluntad del ejecutivo es incorporar la partida a cuenta al ejercicio 2020.
El Pla del Bon Aire Residencial cuenta en este momento con unas 80 viviendas a lado y lado de la carretera de Matadepera. La mayoría de los vecinos residen en el sector y, aunque la voluntad de mejora es compartida, hasta ahora no ha sido posible alcanzar consenso respecto a la ejecución de las obras. En la mayoría de los casos, la resistencia ha partido de los grandes propietarios, sobre los que recaían las cuotas más elevadas.