El Pla del Bon Aire Residencial o Pla del Garrot, denominación sobre plano del sector, es en este momento el único barrio de la ciudad que no dispone de servicios ni un stándard de urbanización.
Los primeros vecinos se asentaron en la zona hace más de 75 años y, desde entonces, el sector se ha ido configurando a lado y lado de la carretera de Matadepera al ritmo que llegaban los nuevos residentes. El barrio ocupa una superficie que ronda los 300 mil metros cuadrados y cuenta con una población cercana a los 200 habitantes.
Los primeros vecinos del Pla del Bon Aire Residencial se asentaron con fines agrícolas, pero el sector pasó a ser enseguida una plaza codiciada para las residencias de fin de semana, por su situación en un entorno tranquilo, alejado del tráfico y la presión urbana y a las puertas del Parc Natural de Sant Llorenç.
Desde hace décadas, las casas del sector residencial son la residencia habitual de sus moradores, familias que valoran la privilegiada situación del barrio, aunque ello implique soportar algunos inconvenientes propios de la periferia. Entre ellos, las calles embarradas los días de llúvia. Los vecinos pagan IBI desde hace más de dos décadas, tienen parada del bus en la carretera y contenedores de Eco Equip. En el barrio, sin embargo, junto a las torres con seto se alinean las calles de tierra y los postes de madera.