Joanna Yu se palpaba el pecho al rememorar el sobresalto unas horas después. Ayer, de madrugada, había sorprendido a tres ladrones cuando asaltaban su peluquería-centro de estética. Ella estaba dentro del local, en la céntrica calle Nou de Sant Pere, cuando oyó el estrépito de los golpes que destrozaban la puerta de vidrio. Había regresado al establecimiento porque se había dejado un ordenador y un teléfono móvil. La Policía Municipal detuvo a uno de los sospechosos porque tenía pendiente una orden de busca y captura.
La responsable de la peluquería había salido a cenar con una amiga. Era tarde. Se disponía a recogerse cuando reparó en el ordenador y el móvil. Los tenía en el establecimiento y pensó que no era seguro dejarlos allí.
Decidió ir al local, situado en la calle Nou de Sant Pere, cerca de la esquina con la del Passeig.
Abrió la puerta, la cerró y se adentró en el establecimiento en busca de los dispositivos olvidados. Sentía sed y se dispuso a beber un vaso de agua. Y en esas estaba cuando oyó un ruido seco que primero atribuyó a algún vecino del bloque. Pronto se convenció de que el origen del estruendo era otro, pues al primer golpe le sucedieron algunos más. Se asomó y miró hacia la puerta. Estupefacta, observó a unos sujetos dando patadas al vidrio, que resquebrajaron.
La puerta cedió y los maleantes entraron. Ella sólo vio tres figuras, tres chicos jóvenes, penetrando en la peluquería, en su peluquería. Y los vio registrar cajones.
El espanto que recorría su cuerpo no la atenazó. No sería mucho menor el susto que se llevaron aquellos tres tipos cuando oyeron a la víctima gritar "¡qué pasa, qué pasa!" en dirección a ellos. Vamos, vamos, y huyeron por donde habían llegado. Escaparon hacia la calle de Sant Pere.
Busca y captura
Había más testigos fuera. Operarios de Eco-Equip pasaron por allí a la 1.25 de la madrugada e informaron a una patrulla de la Policía Municipal de que habían visto a tres personas romper un vidrio de un local. Unidades policiales se presentaron en el sector y pararon a tres sospechosos.
Unos agentes entraron en la peluquería y vieron allí, escondida, a la mujer, que les explicó su singular experiencia. Los guardias fotografiaron los daños e identificaron a los tres sujetos. Uno de ellos fue detenido: resultó que le constaba una orden de busca y captura.