Esta Navidad se cumplen 80 años del fallecimiento del arquitecto municipal Melcior Vinyals Muñoz (Viñals en la grafía antigua) (1878-1938). Con motivo de este aniversario, nos adentramos en sus proyectos y obra catalogada que cabalga entre el modernismo y el noucentisme. Vinyals fue el autor del plan de ordenación de 1919, el que trazó el dibujo para el crecimiento futuro de la ciudad a lo largo del siglo XX y de equipamientos municipales protegidos que aún quedan en pie como el Mercat del Triomf; la Escola d’Economia Domèstica (La Llar) y el nuevo cementerio municipal. También hizo su incursión en edificios industriales destinados a almacenes que a día hoy siguen formando parte del patrimonio y del paisaje urbano del Centre, como los Magatzems Torras, Corcoy y Font Batallé, y en residencias particulares en la Plaça Vella. Asimismo firma la reforma más importante de la emblemática Casa Alegre de Sagrera y también de la Torre d’Aigües de la plaza del Doctor Robert.
Nacido en Barcelona, Vinyals llegó a Terrassa en 1906, un año después de finalizar la carrera en la Universitat de Barcelona (UB), para ejercer como arquitecto municipal. Primero obtuvo la plaza con carácter interino y después, a partir de 1917, como definitiva, y hasta que falleció en 1938. La biografía consultada explica que se trasladó aquí por temas familiares, por discrepancias con su hermanastro, Salvador Vinyals Sabatés, también arquitecto, con quien colaboró en numerosas obras e, incluso, en algunos casos lo sustituyó. En la ciudad, simultaneó su labor con la de profesor en la Escola d’Indústries de Terrassa junto a Lluís Muncunill y otros artistas de su tiempo en varias disciplinas. Fue miembro también del Sindicat d’Arquitectes de Catalunya, organización en la que se afilió un 24 de agosto de 1926 con la voluntad expresa de defender los principios de sus colegiados en la profesión.
Uno de los primeros encargos del arquitecto fue el plan de ordenación de Terrassa. Cuando llega a su despacho municipal tiene sobre la mesa el plan de su antecesor, Josep Maria Coll i Bacardí, que no fue ejecutado. Vinyals, tal como explica el historiador Joaquim Verdaguer en su blog, propone un plano muy ambicioso y atrevido para la época, en tanto que imagina una Terrassa que, salvando rieras y torrentes, se expande hasta Les Arenes, Pla del Bon Aire y Can Jofresa. El arquitecto unía esta trama con una ronda de circunvalación que rodeaba toda la ciudad y la bautizó como la Gran Vía de Terrassa. Asimismo, al igual que Coll Bacardí, imaginó zonas y parques verdes. Coll Bacardí ideó una “Ciutat-jardí” en el torrente de Vallparadís y Vinyals hizo lo propio en la avenida del Abat Marcet, en lo que ahora es el Área Olímpica; en Can Boada y Can Palet de Vista Alegre.
Obra ecléctica
El anhelo de Vinyals no se llegó a materializar entonces aunque sentó las bases del crecimiento demográfico, inimaginable, que la ciudad experimentó con la primera oleada de inmigración durante el franquismo. De aquel plano de 1919 (hubo uno posterior en 1925) nos separan casi cien años pero su esencia es la que ha llegado hasta nuestros días. Terrassa tiene más de una Gran Vía. Son las rondas de circunvalación que enlazan de norte a sur y de este a oeste la ciudad, y que nos permiten acceder a los barrios que se construyeron antes y después de la Guerra Civil.
En obra no urbanística, el arquitecto, que también ejerció el mismo cargo en Sant Vicenç dels Horts y Esparraguera, se inspiró en el modernismo pero es más ecléctica. Seguramente porque Vinyals trabaja en un periodo donde la corriente modernista se da por cerrada y se abre paso el noucentisme. El nuevo movimiento apuesta por una arquitectura más funcional y menos espectacular. El arquitecto se enfrenta a una Terrassa próspera gracias a la industrial textil. La ciudad crecía en población y pedía cambios urbanísticos y servicios.
Desde 1926 a 1930, Vinyals acometió el Mercat del Triomf, la Escola d’Economia Domèstica, el nuevo cementerio y la Llar del Soldat (el antiguo cuartel de la Guardi Civil de la calle Sant Leopold, hoy desaparecido). El mercado de Sant Pere, que recientemente ha conmemorado sus 90 años, presenta un diseño muy distinto al Mercat de la Independència y es de dimensiones mucho más reducidas. La “plaça de dalt” se caracteriza por un estilo más noucentista. El arquitecto optó por un edificio de una nave central rectangular y dos naves laterales más bajas que permiten la entrada de luz en la primera a través de una serie de ventanas. El autor aplicó una estructura de hierro y paramentos de obra rebozada. De la lonja sobresale un reloj de pared en la fachada principal. En el proyecto de la Escola d’Economia Domèstica de la calle de Sant Isidre esquina con la calle de Sant Leopold -hoy Escola Municipal La Llar-Vinyals aplicó un estilo plenamente noucentista. La escuela, proyectada en 1926, se levantó sobre un solar que antes ocupaba la Escola Municipal de Música y una escuela nacional. Dibujó una escuela rectangular de planta semisubterránea y dos pisos de obra vista coronada en la parte inferior por un zócalo de mampostería. La fachada principal, que da a la calle de Sant Isidre, presenta un cuerpo central con un conjunto de ventanas simétricas a ambos lados de la puerta de acceso. El edificio, inaugurado un 4 de diciembre de 1929, destaca por la simplicidad de sus formas y materiales. Formas depuradas que sólo se rompen en la parte superior, sobre la puerta, donde la cornisa toma volumen triangular para resaltar la entrada.
Mercado, escuela municipal y cementerio. El arquitecto fue el creador del Nou Cementiri el situado en la carretera de Montcada y que sustituyó el Cementiri Vell (nombre que tomó el barrio) o Cementiri de Vallparadís en la calle de la Igualtat. Corría la segunda década del siglo XX. La población iba en aumento, había más defunciones y el camposanto se había quedado pequeño. En esta tesitura, el Ayuntamiento aprobó en 1926 comprar una gran parcela en terrenos de la finca de Can Torrella del Mas para construir un nuevo cementerio. Vinyals empezó a redactar el proyecto en 1928, las obras duraron cuatro años y el complejo quedó inaugurado un 1 de noviembre de 1932 coincidiendo con Tots Sants. El Cementiri Vell siguió funcionando hasta 1936 y a partir de esta fecha se procedió al traslado de tumbas y panteones al nuevo de la carretera de Montcada.
Como una ciudad
El nuevo recinto funerario se abre con una puerta de acceso y cierre de carácter monumental que da entrada a una gran avenida que finaliza en la capilla de estilo neobizantino. A ambos lados se sitúa el espacio destinado a tumbas familiares. El templo, de planta cuadrangular, está coronado por una cúpula sobre cimborio y decorada con mosaicos de Santiago Padrós, uno de los cuales es el Pantocrator. El cementerio se proyectó como una gran ciudad, con una avenida central y calles, con sepulturas en planta baja y bloques en los extremos y con espacio ajardinados que aún se conservan décadas después.
El complejo, que fue ampliado con nuevos servicios como los velatorios y capilla, entre otros, es uno de los más importantes en reunir arquitectura diversa en sepulturas y sobre todo en arte funerario. El camposanto acoge un total de diecisiete panteones y tumbas protegidas. Una de las más significativas es el panteón de la familia Alegre Sagrera de inspiración clásica. Y también muestra obra de destacados escultores como Armiño, Clarà, Monjo, Viladomat o Llimona. El Museu de Terrassa, junto con la empresa municipal Funerària, organiza diferentes rutas para visitar el espacio de reposo y las intervenciones artísticas.