Fue “una respuesta al drama que ha pasado en Terrassa”, en palabras de un portavoz del Colectivo sin Vivienda (CSV). Unas doscientas personas participaron ayer en el acto de denuncia y duelo por el suicidio de un terrassense que se quitó la vida el pasado fin de semana en la vivienda de la que iba a ser desahuciado. La pareja del fallecido estuvo allí, en la concentración en el Raval de Montserrat. Temblaba de llanto. Se la tuvieron que llevar.
La víctima, de 47 años, era electricista. Según explicó ayer una integrante del colectivo, el hombre, aquejado de dolencias en la espalda, se quedó en paro hace un par de años y las dificultades económicas resultaron insalvables. Y tuvo que dejar de pagar el alquiler del piso de Segle XX, en la esquina de la calle del Gasòmetre con la de Azcárate, donde residía después de marcharse de su anterior vivienda en propiedad (en Xúquer), que tenía arrendada. Y la entidad financiera dueña del piso de Segle XX activó un procedimiento de desahucio. El 21 de noviembre pasado debía marcharse. Tenía unas semanas de plazo para desalojar el domicilio. Según una amiga, él y su pareja dormían a veces en un coche por temor a que la comitiva judicial llegase en cualquier momento.
El domingo pasado, como no tenían noticias de él desde hacía un par de días, unos familiares avisaron a los servicios de emergencias. Una dotación de seguridad ciudadana de los Mossos d’Esquadra de Terrassa y efectivos de bomberos se dirigieron al lugar de la calle del Gasòmetre indicado en la llamada, recibida a las 10.41 de la noche. Los bomberos entraron. Detrás, los mossos, que hallaron el cadáver. Según la información que ha trascendido, el cuerpo estaba colgado; sus familiares comentaron a los agentes que la víctima atravesaba problemas económicos y estaba a la espera de ser desalojado. Una comisión judicial autorizó el levantamiento del cadáver. El miércoles, cuando los mensajes de denuncia del caso inundaron las redes sociales, se ofició el funeral en el templo del cementerio de Terrassa.
“Haremos un círculo”, dijo un miembro del CSV a los presentes en la protesta de ayer por la tarde. Y en mitad del círculo se encendieron velas. “No juguéis con nuestras vidas”, se leía en una pancarta. Después de un minuto de silencio, un portavoz del colectivo subrayó que el acto era “de todos los que defienden una vida digna”. Pilar, amiga de la pareja del difunto, recordó que antes de los desahucios “hay un sin vivir” para los afectados, una incertidumbre que carcome.
Especuladores
Los gritos de “no es un suicidio, es un asesinato” surcaron el Raval de Montserrat. La asociación de vecinos de Segle XX había difundido el miércoles un comunicado rotundo, repleto de acusaciones contra la especulación inmobiliaria, a la que tildaba de “mero terrorismo”. Porque consideraba terrorismo que un vecino del barrio hubiera muerto “por culpa de un desahucio”. Para la entidad vecinal, es “una verdadera vergüenza” que persistan los problemas con un derecho como el de acceso a una vivienda. La sociedad y sus gobiernos “no dan solución” a las dificultades para encontrar techo, lo que constituye “una injusticia injustificable”.
Salvador Pérez, miembro de la entidad vecinal, cogió ayer el micrófono también. Para denunciar “a bancos, buitres, especuladores”, para instar a los poderes públicos a trabajar para acabar con la lacra de los desahucios, para que “sean capaces de afrontar los problemas de verdad”. A unos metros, la pareja del fallecido seguía sollozando, abrazada a unos amigos. Llevaba encima una foto de papel en la que el difunto había escrito su nota de despedida pidiéndole perdón.