Terrassa

Flamenco contra la exclusión

Enrique, el Pully, no llega al suelo cuando se sienta a ensayar en su sillita. Sólo tiene 4 años y unos ojos negros que fulminan. Enérgico, lleva pocas semanas estudiando las letras y el ritmo de las canciones que ha compuesto el cantaor jerezano José de los Camarones. Hoy hay clase y sesión de fotos en la sede de la asociación de vecinos del barrio de Vilardell. “A mi la que más me gusta es esa que dice La camelo de verdá aaayy, La camelo de verda, aayyyyy”. Enrique canta ese tango flamenco con un arte y una gracia que sólo sorprende a aquellos que desconocen la tradición del pueblo gitano. Y cuando tiene que taconear, se baja de la silla de un salto y lo hace sin perder el compás. “Piensa que estos niños lo llevan en los genes”, se apresura a aclarar José.

Enrique es uno de los alumnos del primer taller de flamenco que José de los Camarones está impartiendo estos días en Vilardell. La idea partió de Dora Jiménez, que, presente en el ensayo, sigue embelesada los avances de su hija Ainara, de 10 años, y del resto de los niños. “Estamos encantados. Este es un barrio con mucho vandalismo y es muy importante tener a los niños recogidos aprendiendo cosas bonitas”, comenta.

Actividad extraescolar
En Vilardell, los gitanos son mayoría y por eso se pensó en el flamenco como actividad extraescolar. “Si además de pasarlo bien, contribuimos a que no se pierda lo nuestro, ya no se puede pedir más”, añade Dora. No costó nada que el proyecto fuera aprobado por la Coordinadora de la Taula d’Entitats ni tampoco que el Ayuntamiento de Terrassa destinara una pequeña partida de los fondos que le llegan a través de los Programas de Dinamización Comunitaria (PDC) que tiene el departamento de Treball Afers Socials i Famílies de la Generalitat para intervenir en zonas con un alto índice de pobreza y vulnerabilidad. Vilardell se ajusta perfectamente a ese perfil.

Implicar a los padres
“Por eso es tan importante que se pueda hacer un tipo de taller que consiga implicar tanto a los niños como a los padres. A veces ofrecemos cursos más orientados a la inserción social o pensamos en clases de catalán o de costura. Hacerlo desde la música, desde el arte, es un acierto absoluto “, comenta Elena Martínez, técnica del Ayuntamiento, que ha asistido casi por placer a algunas de la clases y ha podido comprobar la espectacular evolución de los niños. El taller de flamenco de Vilardell es un proyecto comunitario donde intervienen muchos actores, entre ellos la entidad social Eina Cooperativa, encargada de la gestión y coordinación del proyecto. Pero todos reconocen abiertamente que nada hubiera sido igual sin el maestro José de los Camarones. El cantaor, que pasa una temporada en Terrassa, ha puesto toda su alma en estas clases. Y el de los Camarones tiene un alma inmensa que conecta con el corazón de los niños. “Venga, así, con gracia, con salero!”, les anima, mientra les toca las palmas y empieza a cantar con ellos. “Vamos a hacer Alegres vamos los dos, pero así, con la carita sonriente, vale?!!”. Se han vestido para la ocasión, con sus pañuelos de lunares, todos guapísimos. Y José, que ha introducido palabras en romanó en algunos tangos, como bato y bata (padre y madre), los conduce y los eleva como si fuera un director de orquesta. Jonathan Maqueda a la guitarra, les acompaña a ritmo de tango. José, muy discreto, le pide que toque “como quien acaricia una flor” e insiste ante los niños en la importancia de la expresión corporal. “No quedaros inmóviles: ese arte, ese salero que tenéis vosotros los gitanillos…”. No les riñe. José habla con ternura a los niños, con respeto. Lo hace por ellos, pero también por el flamenco, porque está convencido de que “son los niños los custodios de ese arte”.

El resultado de este primer taller se podrá apreciar este sábado a partir de las cinco de la tarde en la misma sede de la asociación de vecinos de Vilardell. Los niños pondrán los cinco sentidos en una actuación que se espera con ilusión. José de los Camarones les ha preparado unos diplomas “preciosos” y material didáctico para que repasen cuando él no esté.

El cantaor jerezano, que concibe el flamenco desde la espiritualidad más profunda, está satisfecho: “Los niños son esponjas, aprenden rápido…”. Y más, si quien les enseña lo hace con amor.

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