En tan solo diez minutos, unos 2.400 años de historia de la Seu d’Ègara, y del territorio que ocupa, pasaron ayer, en una galopante sucesión de sus imágenes más significativas, por las paredes de las iglesias de Sant Pere, Sant Miquel y Santa Maria y ante los ojos del público asistente. Fue el videmapping desarrollado por la empresa ALCA Films, por encargo del Ayuntamiento, con el objeto de poner en valor el monumento, difundirlo, acercar y facilitar su interpretación y el conocimiento sobre su evolución, y dar un nuevo impulso a su candidatura como Patrimonio Mundial de la Unesco. Un espectáculo de imágenes y sonido que, pese a la incertidumbre metereológica (durante el primeer pase cayeron algunas gotas) atrajo al recinto una notable cantidad de público, expectante por presenciar lo que constituyó un acelerado y alucinante viaje en el tiempo por el lugar que estábamos viendo y pisando.
Desde Egosa y “Talskubilos”
El despegue: se apagan las luces del recinto, comienza a sonar el intrigante tema “Yulunda” de Dead Can Dance (el resto de la banda sonora sería más clásica), y de las paredes de las tres iglesias surgen formas de estrellas, y plantas, arbustos y árboles que parecen moverse agitadas por el viento tal como si fueran reales. Estamos en la época íbera, y el primer texto (como todos, aparecido en la fachada de Sant Miquel), nos recuerda que está constatada la presencia continuada de un poblado íbero en el lugar, Egosa, a partir del siglo IV a. C. Y la vegetación da paso, con el rápido ritmo que caracteriza los videomapping, a la cultura íbera, representada en el montaje con una cerámica con la inscripción “Talskubilos” en su alfabeto aún por descifrar plenamente.
En el siglo II A. C. llegaron los romanos, e hicieron de la zona de Sant Pere el Municipium Flauium Egara. Una época ilustrada con monedas del emperador Flavio Magno Magnenci, y una imagen importante: el pedestal dedicado al emperador Antoni Pius en el que aparece el topónimo Egara.
Con los dos pavimentos de mosaico, uno con motivos geométricos y otro con la representación de una ballena, que se conservan de la primera iglesia, el viaje se introdujo en la cristianización, en los siglos IV-V, cuando debíeron construirse los primeros espacios de culto (el templo, el baptisterio, los ámbitos funerarios y otras dependencias).
Y casi sin darnos cuenta, las fachadas de los tres edificios ya estaban encajadas en la reconstrucción del gran complejo episcopal construido a partir del año 450, con la creación del Bisbat d’Ègara y entrábamos en los momentos quizás más impactantes del mapping. Ahí estaban, como si hubiéramos viajado 1.500 años atrás en el tiempo, y vimos la catedral de Santa Maria, el edificio funerario de Sant Miquel y la parroquia de Sant Pere. como debían ser cuando las inauguraron.
De las fachadas de cada edificio surgieron entonces, de forma secuencial, sus elementos pictóricos más importantes, tal como eran en el siglo VI (reconstruidos digitalmente con la máxima fidelidad, en base a los informes elaboradores por restauradores, historiadores del arte y arqueólogos). De Santa Maria, dos detalles de su ábside; de Sant Miquel, la representación de la Ascensión de Cristo, y de la iglesia parroquial de Sant Pere, el retablo mural, “uno de los elementos más singulares de la Europa cristiana por su concepción como ‘retablo exento’ al muro absidal”.
Retablos en movimiento
Unas pequeñas luces se “encendieron” en lo alto de Sant Pere y unos haces perfilaron los elementos arquitectónicos propios del románico, por lo que en nuestro viaje ya habíamos llegado a la estación del siglo XII. En Sant Miquel se proyectó un manuscrito de esa época sobre la Seu d’Ègara que se conserva el Arxiu Històric de Terrassa. Etapa culminada con la proyección y animación de las pinturas murales que representan el martirio de San Thomas Becket, que habían permanecido trescientos años escondidas en Santa Maria, hasta que en 1917 el derribo de una pared de la capilla del crucero sur puso al descubierto el conjunto pictórico más antiguo sobre el santo que se conserva fuera del Reino Unido.
Estábamos, pues, en el románico, después de que, tras las invasiones musulmanas, el conjunto dejara de ser sede episcopal. El gótico (siglos XIV-XV) ofreció a continuación algunos de los momentos más espectaculares del videomapping, con los retablos de Sant Pere (de Lluís Borrassà), Sant Miquel (de Jaume Cirera) proyectados sobre las fachadas de estas iglesias que fueron su ubicación original, y el de los santos Abdó y Senén sobre la de Santa Maria, donde se encuentra en la actualidad. Y, atención, las figuras de de estos tres retablos se movían y parecían hablar entre ellas como si tuvieran vida propia. Un efecto que dejó boquiabiertos a todos los asistentes.
La etapa moderna (siglos XVI-XIX) nos ha dejado los retablos de la Mare de Deu del Roser y el mayor de Santa Maria,y diversas escenas de ambos se proyectaron en la fachada de este edificio. En la de Sant Pere pudo verse el retablo barroco de la capilla de Sant Valentí, construida durante el siglo XVII.
Una gran rueda pareció girar en Sant Miquel, y con un efecto casi hipnótico nos llevó a la última parte del videomapping, “El conjunt avui”, entendiendo como tal su historia desde principios del siglo XX. Combinadas con formas geométricas aparecieron y desaparecieron rápidamente fotografías en blanco y negro de Josep Puig i Cadafalch dirigiendo algunas de las primeras excavaciones en 1906. las diversas intervenciones realizadas, el desarrollo del Pla Director del conjunto monumental, y la dinamización cultural de la Seu d’Ègara, entre otros elementos con los castells de la Diada del Patrimoni de Minyons. Cuando se encendieron las luces y el público estalló en aplausos.