Son cuarenta años ya y el embate en el último ha sido notable. Cuarenta años de Constitución Española, madura, lo que se diría “de mediana edad”, atractiva para muchos, encanecida y caduca para otros. Muchos terrassenses aún recuerdan aquel tiempo de tensiones e incertidumbres que alumbró la Carta Magna que hoy cumple su cuadragésimo aniversario sin conmemoración oficial en Terrassa. El Ayuntamiento no ha previsto celebrar ningún acto.
En septiembre parecía que sí. El equipo de gobierno socialista abogó por una celebración durante el debate plenario de una propuesta en este sentido presentada por Ciutadans y el PP. Ambas formaciones solicitaban una conmemoración oficial de las cuatro décadas de la ley de leyes. El PSC se sumó a la propuesta y TeC lo hubiera hecho, pero terminó desmarcándose porque su portavoz, Xavier Matilla, mostró su disconformidad con algunas frases de la moción. No podía soportarlas.
Por ejemplo, una que indicaba que la Carta Magna de 1978 “puso fin a constituciones que se hicieron de espaldas a la ciudadanía”. Eso constituía un engaño, según Matilla, porque la Constitución “la hicieron cuatro hombres encerrados en una sala”. Y recordó el edil de los comunes que “el 80% de los terrassenses no la ha votado y en este pleno, sólo dos concejales de veintisiete”. Hubo debate sobre la Transición y la calidad de la democracia. Al final, la mayoría del pleno tumbó la moción, aunque el PSC se mostró predispuesto a “hacer un acto abierto y plural”. A empezar por ahí. Pero no habrá acto “abierto y plural”. Al menos, no un acto institucional. No está previsto.
Efervescencia
Tal día como hoy, cuatro décadas atrás, España votaba su futuro político en una jornada atravesada de una fabulosa efervescencia. Las votaciones democráticas aún no formaban parte de la gimnasia colectiva de los españoles y Terrassa no era una excepción. La dictadura acababa de morir y faltaban rescoldos por apagar. Después del referéndum para la reforma política de diciembre de 1976 llegaron las primeras elecciones a Cortes en junio de 1977. Y el 6 de diciembre de 1978 era la fecha señalada para ratificar la Constitución española. Fue aquella una jornada de nervios e incertidumbres entreverados con la ilusión de una época tumultuosa de asambleas interminables, partidos en ciernes, miedo a lo porvenir y a lo por volver.
El 30 de noviembre, Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat, firmaba un documento difundido en los diarios catalanes (entre ellos, este), en el que pedía el voto afirmativo en el referéndum, pues la Constitución era “la mejor garantía que tenemos para que se apruebe el Estatut el día de mañana”. Era “una gran victoria” y querer destruir la oportunidad “podría ser fatal para Catalunya y tal vez también para otros pueblos de España”. Votemos la Constitución, decía. El 6 de diciembre debía ser “una vibrante afirmación de fe y de confianza en el futuro de Catalunya y de España”. Y llegó el día 6, miércoles. “Mañana decidimos”, titulaba el 5 de diciembre Diario de Terrassa, que publicó la relación de colegios electorales y las secciones.
El diario del 7 de diciembre exhibía un titular de grandes alardes tipográficos e inequívoco: “Sí a la Constitución”. El 87,79 por ciento de los votantes españoles había refrendado la Carta Magna y el porcentaje en Terrassa fue aún mayor: el 91,48 por ciento. El cómputo de los resultados no acabó en nuestra ciudad hasta las 2.30 de la madrugada. De los 112.375 electores, emitieron su voto 80.367, lo que suponía una participación del 71,51 por ciento. El sí fue “masivo”, como rezaba el titular de la página 3.
La cifra media de votantes fue de cincuenta por hora en los colegios con mayor censo. Habida cuenta de la falta de costumbre, los incidentes fueron menos de los previstos: faltaron miembros de una mesa en la calle de Provença y la existencia de tres censos distintos provocó dificultades en algunas mesas. Algunos votantes no sabían a dónde dirigirse debido a cambios de secciones respecto de otros comicios, pero los esfuerzos de funcionarios y de miembros de partidos políticos subsanaron los escollos. Un partido trotskista repartió octavillas contra el referéndun en Ca n’Anglada y el rumor sobre una amenaza de bomba puso en alerta a la policía. Los primeros resultados globales de la ciudad fueron obtenidos por los interventores del PSC con ayuda del servicio de estadística del Ayuntamiento.
Cuarenta años. En Puerto de Sagunto (Valencia) una mujer acudió a votar veinte minutos después del fallecimiento de su esposo. En la cola le abrieron paso. En Orense aún había retratos de Franco en algunos colegios electorales.