El Ministerio de Cultura español acaba de reconocerle a Christina Rosenvinge su condición de gran creadora, con un fallo que la convierte en la primera representante del pop-rock independiente que consigue esta distinción, el Premio Nacional de Músicas Actuales. El fallo reconoce no sólo la gran calidad de su producción musical, sino también la gran entidad de sus directos.
En plena euforia, la artista ha emprendido una pequeña gira por tierras catalanas que el sábado recaló en Terrassa. No era una fecha fácil, en pleno puente, pero aún así la Nova Jazz Cava registró una buena entrada.
El merecimiento del premio lo demostró con creces. Christina Rosenvinge ha tenido que superar miles de apriorismos, por ser mujer, por ser rubia, por ser guapa, por haber sido una estrella del pop adolescente, por haber estado emparejada "con", por haber sido la novia "de"… Entretanto ha ido hilando una producción literario-musical que ha ido madurando con ella, desvelando profundos entresijos de su condición humana, de su biografía, revelando su complejidad e inteligencia; ninguno de sus discos es parecido al anterior, aunque en todos ellos resuene el eco de un sello propio, de una estirpe musical (la de los grandes), de una narrativa inagotable de ideas.
En un "Un hombre rubio" va de nuevo un poco más allá, sin renunciar a la dulzura ni a esa apariencia de certeza, atreviéndose con un romance de reminisciencias flamencas, llevando hasta el límite las posibilidades de su voz, encadenando la gravedad con falsetes que chirrían en medio de paisajes como de "road movie", infinitamente evocadores.
Al servicio de los matices
Y luego, un piano cavernoso, el teclado al servicio de los matices, los acordes tozudos, las pinceladas de electrónica, y el rock aunando un reclamo furioso, alcanzando un clímax compartido con una banda de matrícula de honor.
En Terrassa interpretó, sin excepción, todas las piezas de su último trabajo, todas ellas con grandes historias detrás; "Berta multiplicada" (dedicada a la activista Berta Cáceres, asesinada en 2016), el "Romance de plata" (dedicado a su padre, un tema que plantó la semilla de su CD), "La flor entre la vía" (en la que no sólo habla de su hijo sino que nos insta a replantearnos las masculinidades), "Pesa la palabra" (sobre la imposibilidad de algunos padres de decir "te quiero"), "Afónico" (una muestra de su propia reflexión sobre el lenguaje inclusivo) o "Ana y los pájaros" (hermosísimo tema dedicado a su mánager, la terrassense Anna Romeu.)
El gran peso de las nuevas canciones no le restaron protagonismo a otras piezas de su repertorio, con las que brindó otros grandes momentos; en "Alguien tendrá la culpa" la secundaron dos pequeños invitados de excepción, a los coros.Y en "La muy puta", una de sus mejores y más complejas canciones, adoptó su traje más dionisiaco entregándose al máximo, ingrávida, genial y atrevida.
CHRISTINA ROSENVINGE