Apenas tres semanas después de la concesión del Premio Nacional de Músicas Actuales 2018 a Christina Rosenvinge, la artista regresa a Terrassa esta noche, a la Nova Jazz Cava, para presentar una nueva entrega de dagas emocionales en las que redunda en su reinvención constante. En "Un hombre rubio", su último trabajo, vuelve a mostrarse como una artista cargada de creatividad y de talento.
¿Qué tal lleva la alegría por la concesión del premio?
Ha sido muy positivo, si acaso a lo mejor acabe siendo peligroso por celebrarlo tantas veces (risas). Ha sido muy bonito sobre todo porque la noticia ha alegrado a muchísima gente, como si hubiera ganado su equipo de fútbol.
En 2013 se la pudo escuchar en Terrassa en acústico, junto a una violoncelista, en formato intimista. Esta vez cambia de tercio para presentar "Un hombre rubio."
Estoy ahora con una banda muy rodada, algunos han colaborado en el disco. Con los ingenieros de sonido también se ha creado ahora una relación muy familiar. Incluimos un repaso de los clásicos, hacemos un concierto de rock. El formato reducido es bonito porque destacan mucho las letras, pero se pierden muchos detalles de arreglos. Me gusta mucho tocar con banda.
En "Un hombre rubio" vuelve a indagar en su biografía y a explorar nuevas sonoridades. ¿Cómo se gestó el disco?
Encontré un poco el hilo argumental en una elegía a mi padre ("Romance de la plata"). Es una canción con una gran carga emocional, que puse como ejemplo en un congreso de psiquiatras sobre trauma y creatividad. A través de este tema hay una reconciliación con la figura de mi padre, que murió hace 26 años. La abordo como una forma de entender el género masculino, y giro en torno de este tema de formas distintas, algunas más sexy, otras más existencialista…
¿Habla incluso de sí misma en masculino?
Hago un juego lúdico con el lenguaje inclusivo. El masculino también nos incluye a las mujeres pero casi nunca lo utilizamos. Nuestra forma de hablar nos pone en el gueto "femenino." Yo entiendo bien la ley de la economía del lenguaje, no me gusta desdoblar. La estética está en mi caso por detrás de la funcionalidad, de la intencionalidad.
Por un lado está el lenguaje, y por otro… ahora se la considera un referente del feminismo.
Siempre ha habido feminismo en mis discos, en Álex y Christina había también canciones muy feministas.
En sus letras siempre da la sensación de que se muestra usted tal como es.
Eso no quiere decir que muestre mi intimidad. Me interesa hablar de las cosas que tengo en común con todo el mundo, de sentimientos y emociones. Aunque es verdad que en las canciones debe haber un trozo de verdad para conmover, para ser creíbles. No hay nada más a mano que tu propia historia. El núcleo casi siempre es algo vivido muy de cerca o en primer persona.
Hablando de primera persona… En una de sus mejores canciones, "La canción del eco", se intuye una historia de narcisismo patológico y cómo eso puede derivar en una situación de maltrato. Una se pregunta si lo ha vivido usted.
Habla de algo que además ahora está de plena actualidad. Lo he vivido yo y todo el mundo, todos podemos vernos damnificados por un narcisista. Cuando sabes lo que es y lo entiendes, puedes escapar.
Es usted un caso único de paso del "mainstream" al "underground"…
Mi trayectoria ha sido muy inusual. Empecé en el "underground" pero la gente me conoció ya como parte del "mainstream." De eso pasé a un tipo de música más ambiciosa , un movimiento que mucha gente no entendió, al no conocer ejemplos. Algunas veces los prejuicios llegaron de los propios periodistas.
¿Eso la ha perjudicado? Lo insólito es que parece ser mucho más conocida en Chile o Perú que en su propio país.
Allí "Que me parta un rayo" tuvo mucho éxito. Se convirtió en un clásico que ha perdurado en el tiempo. Estuve unos años desaparecida y el disco siguió sonando, volví y actué ante quince mil personas; fue una cosa milagrosa.
Usted ha explicado sin embargo que en ocasiones ha salido de gira y ha regresado con 20 euros en el bolsillo después de pagar hoteles, desplazamientos… ¿Tiene algo que ver el hecho de ser mujer?
Es complicado explicar la brecha salarial en la música. Las decisiones importantes las toman agentes que son casi exclusivamente hombres, los que deciden qué poner en la radio y, por supuesto, en los festivales. La música hecha por mujeres está afectada por una visión sexista, los hombres en su mayoría actúan con banda y las mujeres en acústico. La diferencia está en cobrar tres mil o quinientos euros, en un caso u otro. No estoy hablando de mi misma, porque ahora me considero un poco una privilegiada. Pero conozco el tema de primera mano, si bien las cosas están cambiando muy rápidamente.
Tras esta gira, ¿qué le espera en los próximos meses?
En enero viajaré a Chile y en marzo publicaré un libro. Será un cancionero conectado con diarios y memorias de los momentos en que se escribieron las letras, 25 años de canciones. Quería publicar las letras, la parte más dura de hacer canciones. Llevan mucho trabajo y merecen ser reproducidas.