El terrassense Xavier Salvatella pasa sus vacaciones con dos amigos en Bali, paradisíaca isla de Indonesia. La isla de al lado, Lombok, fue sacudida ayer, hace veinticuatro horas, por un terremoto de 6,9 grados en la escala de Richter. Salvatella y sus amigos vivieron los efectos del seísmo. Todo a su alrededor temblaba, los semáforos se balanceaban, vieron el espanto en las caras de lugareños y turistas como ellos, han vivido más de una réplica del terremoto con el “ay” en el cuerpo.
“Ha sido un sobresalto escalofriante”, cuenta desde Bali Xavier, que ejerce de director de comunicación del RCD Espanyol. El trío de amigos se encontraba en la zona Sur de la isla. Acabaron de tomar algo y decidieron regresar a su hotel en moto. Llegaron a un cruce atestado de tráfico y detuvieron las motos ante un semáforo en rojo. De repente, les embargó una sensación difícilmente descriptible, una agitación de arcano origen. “El coche que estaba al lado de nuestras motos se movió de manera extraña. Parecía que el conductor hacía broma, dando gas. Pero miré a la chica que iba de pasajera. Sus ojos eran de pánico”, cuenta Xavier Salvatella, de 35 años.
Al movimiento le sucedió “un silencio ensordecedor”. Y al silencio descomunal le siguió un caos de bocinas y gritos, el sonido del pavor almacenado en un segundo. “A nuestro alrededor todo se movía, los semáforos parecían postes flexibles, veíamos la ciudad en ondas, las líneas eléctricas chispeaban al topar entre ellas. Fueron veinte, quizás veinticinco segundos, que parecieron un día entero”.
“Hablamos con gente, preguntamos si aquello era normal. Nos dijeron que no”, relata el turista egarense. Pusieron en marcha de nuevo las motos y se dirigieron poco a poco al hotel. Allí también se notaban los efectos del seísmo. Vieron cornisas desprendidas, grietas. Ya en la habitación, percibieron la primera réplica del terremoto. Fueron al vestíbulo y llegó la segunda réplica, otra vez la sacudida del temor. “Nos aconsejaron que saliésemos a la calle si no había sacudidas y que cuando las hubiese nos resguardásemos en lugar seguro”.
Las horas siguientes las pasaron contactando con sus familias en España, tranquilizando a sus seres queridos, entre réplica y réplica. “Una de ellas nos despertó a las 00.30 en la habitación”. Llamaron a otros españoles con los que habían trabado amistad. “Uno de ellos vio caer el techo en su hotel”.
Salvatella y sus amigos contactaron con la diplomacia española, que les informaba de lo que acontecía vía redes sociales y un grupo de distribución de mensajería instantánea. “A pesar de que les faltaban medios, nos hemos sentido amparados en todo momento por la embajaba. Además, éramos conscientes de que su prioridad era sacar a los españoles que estaban en Lombok y en Gili”, afirma el turista terrassense.
Xavier y sus amigos, David y Quique, tenían previsto viajar este martes precisamente a Lombok y Gili. Ese era su plan inicial. Por supuesto, lo han modificado. No tiene sentido viajar como turistas a las islas agitadas por un terreno que, de momento, ha causado noventa muertos. Se dirigirán a Malasia para pasar allí los seis días de vacaciones que les quedan. Unas vacaciones que iniciaron el 29 de julio y que recordarán siempre porque un seísmo de 6,9 grados lo movió todo en su derredor.