La floración de plantas de cannabis discurría en paralelo a la proliferación de asociaciones de consumidores. "Esto es el negocio del siglo", decía un policía durante el registro de una plantación en una nave. Los Mossos d’Esquadra sabían en el 2015 de veinte asociaciones cannábicas en la ciudad. Hoy, tras un acoso policial intenso durante tres años, sólo quedan cinco, legalmente constituidas.
Bolsitas de plástico que antes habían guardado maría formaban parte del paisaje de la suciedad en los suelos, pues no todos los socios de asociaciones fumaban dentro de los locales. El grupo de delitos contra la salud pública de la unidad de investigación de los mossos en Terrassa empezó a controlar de cerca asociaciones cannábicas, teniendo en cuenta los limbos legales en los que se instalaban esos clubes (y se instalan) y las sospechas que recaían sobre algunos, en el punto de mira policial porque los mossos barruntaban que allí se distribuía cannabis de manera indiscriminada. Las asociaciones sólo pueden servir maría a sus socios, que sólo pueden fumarla en los locales. Los investigadores hacían acopio de indicios para probar que lo que se ventilaba en aquellos lugares (en muchos, no en todos) era puro tráfico de drogas enmascarado con mayor o menor éxito eventual.
Las quejas vecinales y la colaboración ciudadana dieron pie a unas cuantas indagaciones. Los Mossos d’Esquadra vigilaron clubes e identificaron a socios de esas entidades que se habían extendido por la ciudad con sumo vigor. En muchas ocasiones las denuncias del vecindario remitían al trasiego continuo de vehículos que estacionaban en doble fila o delante de vados permanentes, y a la presencia continuada de fumadores en plena acción en la calle. La situación en algunos puntos se tornaba incontrolable. La Policía Municipal también llevó a cabo varias actuaciones.
Cuatro en cincuenta días
La unidad de investigación de los Mossos d’Esquadra determinó casos inequívocos de asociaciones donde se vendía marihuana y hachís. Eran puntos de venta de drogas encubiertos, parapetados tras el nombre de clubes privados de fumadores, según las conclusiones de la policía autonómica.
En el 2016, en apenas cincuenta días, los Mossos d’Esquadra y la Policía Municipal llevaron a cabo operaciones conjuntas y ejecutaron cuatro redadas en clubes de consumidores: una en la calle del Ter (Can Palet), otra en la del Vallespir (polígono industrial Nord), otra en la calle de Marinel·lo Bosch (Cementiri Vell) y una cuarta en la de Les Borges Blanques (Les Arenes-La Grípia-Can Montllor). Fue aquella una época de acoso intensivo. Al poco le tocó el turno a un club ubicado en Segle XX. Así, uno tras otro, hasta quince. Quince de veinte. Tres de cada cuatro. En el 2015, cuando empezó este combate policial en paralelo al crecimiento notorio de clubes, fue clausurada una asociación cannábica. Al año siguiente la policía cerró cinco. En el 2017, la obtención de los indicios necesarios y las preceptivas autorizaciones judiciales permitieron el cierre de nueve entidades.
Las pesquisas policiales han desembocado en estos tres últimos años en las detenciones de 44 personas y las imputaciones (sin detención) de siete más, todas ellas por su presunta implicación en delitos contra la salud pública. Los decomisos de sustancia rozaron los 38 kilos de cogollos de marihuana y 1,20 kilos de hachís. Los mossos cifran en 19.568,52 euros el dinero en metálico incautado en el total de los operativos. Esto no se ha acabado. Agentes de la unidad de investigación siguen enfrascados en "un estrecho seguimiento" de las asociaciones que siguen vivas.
Los mossos supervisan "que cumplan la normativa", que no se desmanden, que no comercialicen droga a personas no socias, que los afiliados no salgan con marihuana de los locales. Llevar estupefacientes encima, aunque sean para consumo propio, puede acarrear una sanción administrativa.
Los precios de la hierba varían según los sitios y el tipo de maría. Hay vendedores que ofrecen el gramo a unos 4 euros, muchos otros a 5. En algunos locales registrados por la policía el precio del gramo era de 6 euros, pero en ocasiones podía subir dependiendo del estado y el tipo del cannabis. A tenor de los informes de los investigadores, las asociaciones cannábicas disponen de varias clases de marihuana a disposición de sus socios, entre cinco y diez tipos. Entre los preferidos están Amnesia, Critical, Ak47, Skun, Black, Royal, Northern, White Label y Rika.