Terrassa

Hereu: “Sólo en el paraíso no se necesita proyecto”

La socialdemocracia, en lo urbanístico, habló por boca de Jordi Hereu. El exalcalde de Barcelona estuvo el lunes en la Masia Freixa, que lo dejó anodadado, en un acto del PSC, su partido, para hablar de proyectos de ciudad, de la necesidad de la planificación. El Estado con el mercado, amalgamados, pero con la administración al mando. Hereu, vehemente, didáctico, elogió a Terrassa, se mostró seguro de que el PSC volverá a ganar las elecciones municipales y abogó por impulsar proyectos colectivos, de pacto, habida cuenta de la importancia capital de las urbes en el futuro.

Disertó sobre las ciudades, esas realidades "que vivimos más de cerca y donde vemos reflejados tanto valores como problemas"; esas realidades vivas a las que muchos criticamos "porque las queremos mejores", sin apercibirnos de que nos daríamos con un canto en los dientes si analizásemos las de otras latitudes: "Nuestro municipalismo es la aspiración de mucha gente en el mundo".

Hereu trabaja ahora en una empresa que asesora precisamente a administraciones locales para crear sus propios modelos de futuro, y parece que sabe de lo que habla. Por su ocupación actual y por su paso por la alcaldía de Barcelona, esa capital que no es más "que el reflejo de cientos de pueblos y ciudades de catalunya en las que hemos realizado procesos de renovación". Procesos en muchos casos "liderados por socialistas" en trabajo conjunto con la sociedad.

Hasta el Eixample barcelonés creado por suerte, según Hereu, "por un socialista utópico", responde a un dibujo "racional e igualitario". La planificación, otra vez, y esa vez, emprendida para mejorar la calidad de vida en una ciudad que había quedado atrapada en angosturas de calles sin sol. La gente se moría. En el ordenado Eixample las calles son de veinte metros de anchura. En Terrassa y otras ciudades la nueva urbe surgió "de la fuerza del trabajo" y por esa razón los planificadores "han interpretado los deseos de la gente".

En 1965, uno de cada tres habitantes del mundo residía en ciudades. En el 2008 los urbanitas eran la mitad de la población mundial. El año pasado el porcentaje había subido al 54,8 por ciento, y en los próximos treinta años vivirán en ciudades dos de cada tres seres humanos. ¿Involución? Qué va. En 1963 la esperanza de vida promedio estaba en los 55 años. En el 2017, en los 72. Eso es "una gran noticia": el mundo ha mejorado en paralelo a su "urbanización".

De acuerdo: falta mucho por hacer, tanto en residuos como en lucha contra las infraviviviendas y la pobreza, pues las ciudades, según Hereu, son también "el nuevo gran escenario de las desigualdades". El conferenciante mostró fotos de los muros que dividen a los ricos de los pobres en Lima, por ejemplo, y los lacerantes contrastes en Caracas. Y al hablar de Caracas, el exalcalde aludió, sin explicitarlo, a movimientos tirando a populistas, proclives al adanismo. "Miremos a Caracas cuando alguien nos dé lecciones. Yo por eso no quiero la revolución bolivariana".

La organización
Por eso no quiere fórmulas mágicas, sino consenso, proyectos, trabajo paciente pero seguro para cambiar las cosas, para combatir datos como el de los mil millones de personas que malviven en infraviviendas o el de los 2.100 millones que no tienen acceso a agua potable en su hogar. "Las ciudades son un gran aliado para la solución. La organización bien llevada es una esperanza", dijo Hereu del mundo urbano, que debe ser "expresión del proyecto compartido de sus ciudadanos". Porque "sólo en el paraíso no se necesita proyecto", porque "donde no hay planificación hay caos, desorden, desigualdades".

Las ciudades de éxito "son las gestionadas de acuerdo a un proyecto". Un indicador es ver una terraza con clientes tomándose algo, ancianas charlando y niños jugando alrededor: "Eso es un lujo, no es fácil de encontrar. Defendámoslo porque vale un tesoro". Para avanzar en buena dirección hay que tener en cuenta el legado y construir sobre él, impulsando "un proyecto a medio y largo plazo" cimentado "en un pacto ciudadano". "El mundo empieza en Terrassa", aclaró.

Los políticos son personas, "no la vanguardia iluminada", y por eso las instituciones deben trabajar con la sociedad, tan lejos de los preceptos neoliberales como de los antisistema. "El mercado es un buen aliado", pero solo no sabe ordenar el futuro. El mercado es pieza esencial del motor del coche, "pero el proyecto es el volante".

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