La campaña emprendida por la Associació de Veïns de Can Boada del Pi para salvar la Masia Marcet, obra del insigne arquitecto Lluís Muncunill y que coincide de forma oportuna con el 150 aniversario de su nacimiento, es un toque de alerta no sólo para proteger esta casa rural modernista catalogada sino también para otros inmuebles patrimoniales que atesoran valor histórico, arquitectónico, artístico y cultural.
No es la primera vez que surge una iniciativa de este tipo. A lo largo del tiempo se han dado acciones ciudadanas para frenar la desaparición de edificios emblemáticos y singulares pero no todas han gozado de la misma fortuna. Edificios modernistas como la Escola Torrella del Portal de Sant Roc y el Centre Mèdic, de la calle de Sant Quirze, ambos de Josep Coll i Bacardí; la Casa Puigbó, en la calle Sant Pere esquina con la calle de Cardaire, de Melcior Vinyals; los jardines y el ‘Saló dels Miralls" del Círcol Egarenc, o el Magatzem Pindado, en la confluencia de la calle del Nord con la de la Mina, fueron en su día objeto de derribo y reemplazados por otros conjuntos que no guardan ninguna analogía con el original.
La mayoría de ellos se perdieron con el franquismo y el tardo-franquismo por la especulación urbanística. Tras los citados, peligraban también el Vapor Aymerich, Amat i Jover, el Gran Casino y el Magatzem Farnès. Las campañas ciudadanas provocaron que la Junta de Museus del momento se pusiera manos a la obra y confeccionara un inventario indicativo con una propuesta de edificios a conservar. El documento se aprobaría en 1981 por parte del Ayuntamiento.
A pesar de ello aún hubo algunas reivindicaciones como la protección del edificio de la estación de Ferrocarrils dels Catalans y que, al final, cayeron en saco roto. Este edificio histórico desapareció después de 1986 tras el soterramiento en ese año.
La obra de Luís Muncunill también se ha visto afectada por estas prácticas justificadas o no en función del interés de la propiedad y del Ayuntamiento que gobierna en la época. En la documentación consultada sobre el arquitecto se cuentan, al menos, casi cuarenta inmuebles que prácticamente han desaparecido del paisaje de la ciudad. La lista referencia arquitectura diversa; desde naves y almacenes industriales hasta casas residenciales pasando por edificios públicos y de servicios. Cabe matizar que algunos, muy pocos, no se han fundido del todo. Se ha preservado la fachada (el catálogo incide mucho en mantener este elemento pero no el interior, un hecho que se cuestiona) pero su transformación ha sido tan importante que apenas se pueden reconocer.
En esta nueva entrega y última sobre Muncunill hemos indagado sobre algunos de los edificios representativos que un día se evaporaron del mapa que configuró el arquitecto. El conjunto seleccionado corresponde a diversas épocas y diferentes estilos. Se lo contamos bajo estas líneas:
Caixa d’estalvis. En su primera etapa como arquitecto municipal, Muncunill recibió encargos para construir edificios públicos importantes como la sede de la Caixa d’Estalvis de Terrassa en la Rutlla, número 2. El proyecto, considerado de envergadura, se inició en 1905 y finalizó en 1920. El arquitecto apostó por un edificio de estilo neogótico (lenguaje que también utilizó en el Ayuntamiento que es de la misma época) pero no en su totalidad. Coronó la fachada con una amplia cornisa de inspiración renacentista y compuso un gran portal de acceso de influencia barroca. Las ampliaciones sucesivas hacia la calle de Baix se destinaron a Juzgados. El edificio desapareció en 1956 por iniciativa de la misma titularidad que promovió una nueva sede pero ya compartiendo usos. Se alzó un edificio residencial y se reservó la planta baja a la Caixa d’Estalvis y es el que hoy perdura ya como oficina del BBVA.
Cementiri Vell. El proyecto corresponde también a cuando ejercía como facultativo de la ciudad (1892-1903). Muncunill realizó los planos de la fachada y el cierre del camposanto católico, situado en la calle de la Igualtat, que el pleno municipal aprobó en 1902. Dibujó una fachada de estilo neogótico, cuyo elemento central era un triple portal con arcos rebajados y coronada por ramos de flores y una cruz en el vértice superior. Sobre este edificio, el arquitecto proyectó una ampliación en 1902 para dar cobertura al servicio de sepultura civil en la que fue mucho más innovador. Para este uso concibió un edificio con dos torres a los extremos en forma de obelisco que flanqueaban una puerta de hierro, de clara inspiración egipcia. El Cementiri Vell acogió el último entierro el 31 de octubre de 1938, a finales de la Guerra Civil, y entre 1963 y 1964 se procedió a su derribo y sólo se preservó la capilla neoclásica de mediados del siglo XIX. En la finca se construyó el Casal d’Avis.
Frontón tarrasense. Cuenta el historiador Joaquim Verdaguer que este equipamiento fue la primera instalación deportiva que se implantó en Terrassa y se inauguró un 28 de junio de 1895. Apunta que es probable que la iniciativa surgiera del pintor terrassense Joaquim Vancells Vieta, muy aficionado a la pelota basca y muy amigo de Santiago Rusiñol y del pintor vaco Ignacio Zuloaga. Vancells, de hecho, estaba en la inauguración del frontón que se construyó en el Passeig 22 de Juliol, entre el torrente de Vallparadís y la calle de Mas Adey. El promotor fue el industrial Pelegrí Matalonga Payeras y el arquitecto Lluís Muncunill.
El equipamiento constaba de dos paredes de juego, con gradas para el público, y se completaba con jardines y un bar-restaurante. El facultativo dejó su huella en el noble y señorial acceso, que era una puerta flanqueada por dos columnas en forma de torres, donde dos ventanas se utilizaban como taquillas. La instalación deportiva tuvo poca vida, quizás porque la pelota vasca no era una actividad propia de aquí, de Catalunya. El Frontón Tarrasense sólo permaneció dos años en activo. Cerró en 1897. Tres años después, la industria Geis Matalonga y Cia compró las instalaciones para ubicar su fábrica en la misma finca.
Café Colom. Hacia 1883, Muncunill diseñó y llevó a cabo un pequeño café en la Plaça Vella, que tomó el nombre de Café Colom, así como unas "barraques", unos quioscos de madera para la venta de productos diversos. Año después, en 1918, este establecimiento fue derribado y el promotor encargó al mismo arquitecto un nuevo local de restauración en la Plaça Vella esquina con la calle de Cremat, que en parte es el que perdura hoy y lleva tiempo cerrado. El nuevo café, de grandes proporciones, recibe la influencia del "noucentismo", y estaba equipado con bar y salón de billar y sobre el mismo había viviendas.
No fue el primer edificio ni el último en el que el propio arquitecto asistió a un derribo de una obra suya para idear otra nueva. Hemos hallado otro ejemplo con el Magatzem Prats de la calle de Sant Jaume, inaugurado en 1897 y de estilo neoclásico. El inmueble diseñado por Muncunill fue adquirido a principios de los años 20 por Fomento del Trabajo, quien compró algunas fincas contiguas con acceso a la Font Vella y encargó al mismo facultativo el Gran Casino que conocemos hoy en la actualidad y que está ocupado por la librería Abacus. El Gran Casino es el último edificio que diseñó Muncunill y que aún pudo ver en vida. La arquitectura corresponde a su última etapa donde regresa al neoclasicismo sobrio y elegante.
Agrupació regionalista. Es, sin duda, el edificio modernista más destacado y creativo del arquitecto que ha desaparecido del paisaje de la ciudad. Situado en la plaza Mossèn Cinto Verdaguer, se inauguró en 1907 a iniciativa de un grupo de catalanistas terrassenses para llevar a cabo su actividad cultural, esencialmente música, teatro y conferencias.
Destaca la historiadora Mireia Freixa que esta obra fue la primera en la que Muncunill aplicó el arco parabólico en el interior del edificio configurando una estética de gran valor arquitectónico y artístico. También subraya la fachada de obra vista con la incorporación de puerta y ventanales en forma de arco elíptico en la planta baja y una cuarta ventana en la planta superior. La cornisa, en pendiente sinuosa, acogía un mosaico con alegoría al escudo de Terrassa. También incorporaba una cerámica con el rótulo del nombre de la entidad. Diez años más tarde, la Agrupació Regionalista atraviesa una profunda crisis y se muda a su antigua sede de la calle de Sant Antoni. El edificio pasa a ser almacén textil y más tarde acoge la Escola Municipal de Música. Finalmente, en 1960, es derribado para construir la sede de Correos que sigue hoy.
Fonda Bonavista. La recordamos en el artículo "El sello ‘gourmet’ de Lluís Muncunill publicado el 11 de mayo a propósito de la Fira Modernista dedicada a la gastronomía y con la intención de descubir aquellos edificios de su autoría vinculados a esta actividad. Situada en la Rambla, esquina con la calle de Volta, esta "fonda" fue promovida por Francesc Rius Suñé y estuvo activa hasta 1950.
El arquitecto concibió un establecimiento de estilo sobrio, racionalista, de tres plantas, que destacaba por la sucesión de doce balcones orientados a la Rambla. Fue muy concurrida y célebre en su época porque en el restaurante de la planta baja, con dos salones, acogía banquetes, enlaces de boda y convenciones.
A finales del siglo XX fue derribada y en su lugar se levantó un edificio residencial con bajos comerciales.
Nave de tintes de Saphil. Se trata del gran complejo textil de la Sociedad Anónima de Peinajes e Hilaturas de la Lna (SAHPIL), más conocida como La Anònima, y situada entre las calles de Galileu, Fray Gran, Arquímedes y Martín Díez, l que cerró su actividad en 1992 y a partir de 1994 se convirtió en zona residencial y dos plazas de uso público. Una de las naves del conjunto, la de los tintes, llevaba la firma de Muncunill. Era una edificación, singular, similar a la que se conserva de Cal Izard, en la Rasa, que acoge la Sala Muncunill. Estaba formada por doce sinuosas bóvedas, en forma de "volta catalana", que a vista de pájaro componían un volumen semiesférico coronado por igual número de pequeñas torres de ventilación para la salida de vapor. Todo el edificio era de obra vista. Se ha publicado que esta nave fue derribada sin permiso por los propietarios que compraron la finca para reconvertirla en uso residencial, pero el Ayuntamiento lo cuestiona porque ya en esta época, los años 90, todo el patrimonio y más el de Muncunill estaba sujeto a muchos informes de control, según remarca el arquitecto Pere Montaña, que en aquel tiempo era el gerente municipal de Urbanismo. El caso es que esta nave modernista se evaporó y ya no existe. Lo ocurrido no es excepcional. También se ha documentado la desaparición de otras naves de Muncunill; una perteneciente a La Auxiliar Tarrasense, en el Portal Nou (donde se construyó un hotel que ahora es la Residència Vapor Gran) y otra en el Vapor Sala Amat, en la avenida de Jacquard. Sin embargo aquí sí que hubo consentimiento municipal. La nave de La Auxiliar Terrassense se descatalogó en elmomento de la elaboración del Plan Especial del Vapor Gran y la del Vapor Sala estaba inventariada por no catalogada, por tanto no se pusieron trabas a su derribo.