Con puntualidad balear Joan Miquel Oliver, guitarrista, compositor, cantante y escritor, irrumpió el domingo en la Plaça Vella para presentar si segundo trabajo en solitario: Atlantis. Acompañado de Jaume Manresa a los teclados y Xavi Oliver en la batería, el alma creativa de los Antonia Font
hizo un recorrido surrealista y sensitivo por su universo musical, trasladando al centro de Terrassa el imaginario balear que envuelve todas sus creaciones.
Oliver arrancó con el tema Pegasus, que da título a su primer álbum, y siguió con canciones como “Dins un avió de paper” o “Surfistes a cámara lenta”, uno de las composiciones previas a su aventura en solitario.
El músico de Söller dejó claro en Terrassa que la música sigue siendo el eje de su universo creativo, en el que juega sin corsés en el terreno de la literatura (El misteri de l’amor” y “Setembre, octubre i novembre”), el teatro y la poesía.
Al límite
Sobre el escenario de la Plaça Vella, Oliver interpretó algunos de los temas de su último trabajo, como el envolvente “Nins a tobogans”, la “Rumba del temps” o “Atlantis”, en un recorrido por los acústicos y la electrónica más potente y elegante, como siempre llevada al límite por Oliver.
El compositor mallorquin encontró el domingo en Terrassa una audiencia deseosa de disfrutar de todas sus canciones y de escuchar las reflexiones de uno de los artistas más creativos y personales de la música en catalán.
Oliver presentó personalmente muchos de los temas que interpretó, ironizó sobre Mallorca y la plaga turística -“una isla desierta con cocoteros, donde los nativos cantan canciones, escriben poesía y practican surf”-, y se adentró en lo conceptual. “El tiempo es relativo, ¿y qué?”, dijo, antes de presentar su “Rumba del temps”.
El guitarrista balear y su banda se despidieron de Terrassa con “Lego”, tema de su álbum “Bombón Mallorquín” (2009). Lo hicieron después de que la audiencia les reclamara de vuelta al escenario, en una cerrada ovación de los seguidores del compositor mallorquín, muchos de los cuales no pararon de bailar en todo el concierto, a la que se sumaron numerosos ciudadanos que el domingo llegaron a la música de Joan Miquel Oliver para quedarse.