José Manuel García-Margallo visitó ayer Catalunya en campaña a la presidencia del PP y pasó a mediodía por Terrassa, invitado por el presidente local Alex Rodríguez. El candidato mantuvo una reunión con la militancia popular en la Plaça Vella, donde pidió a las bases populares que "analicen lo que hay que hacer para refundar este partido y para renovar la política española, que lleva estancada tres años".
En una campaña donde el duelo mediático lo libran las candidatas Soraya Saez de Santamaría y Dolores de Cospedal, junto a un emergente Pablo Casado, Margallo se erige en el defensor de las bases, a las que "hay que devolverles el partido para que vuelvan a sentirlo como suyo. Deben ser las protagonistas en la elección de personas y en la definición de programas".
En el proceso de primarias sólo se han inscrito un 7,42 por ciento de la militancia popular. El grueso de los afiliados no acudirán a votar el 5 de julio y la razón estriba en "un proceso acelerado, improvisado. Los militantes sienten que sólo se les llama para hacer de interventores o apoderados".
Margallo critica que en las elecciones a la presidencia del PP la decisión final esté en manos de los compromisarios, a quienes pidió ayer en Terrassa que "no alteren el resultado de las primarias, sería un error. Un consejo de ayatolàs no puede corregir lo que han decidido las bases", dijo.
Los tres errores del PP
A su juicio, en la decisión de los abstencionistas populares pesan "las tres ‘c’, los tres errores" del PP: "corrupción, Catalunya y la incapacidad del partido para adaptarse a los cambios". En ese contexto, "muchos militantes se han pasado a otros partidos, otros se han quedado en casa y hay una figura nueva, la del militante no simpatizante".
El programa de García-Margallo a la presidencia del PP quiere recuperar la cohesión de la militancia con 32 medidas internas, entre ellas la creación de un comité de transparencia, "porque no podemos permitir que la sombra de la corrupción siga sobre los partidos por más tiempo", un estatuto del militante y una comisión "de hombres buenos y neutrales" que intervenga ante la sospecha de irregularidad.
La propuesta estrella del ex ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, sin embargo, es la de una reforma constitucional. Porque "hay que cambiar España de raíz", porque la Carta Magna "se nos ha quedado vieja, saltan las costuras". El político cree que toca aplicar cambios exprés en materia de "ingresos y gastos, demografía, inmigración, regeneración democrática, transparencia y un pacto por Europa. Se pueden hacer rápido. Porque España no está para un recreo de dos años y porque ni Europa ni la ciudadanía van a esperar".
En la nueva Constitución de Margallo se amplía "el catálogo de derechos y libertades", el Senado pasa a ser una cámara territorial y se crea un foro de comunidades autónomas "porque no podemos estar todos los días en los juzgados". Además, se blinda constitucionalmente el nuevo modelo de financiación. "Todo eso en un proyecto regeneracionista para toda España".
En Catalunya, Margallo cree que la solución pasa por "armonizar las dos realidades, una catalana y una hispánica de esa realidad catalana", también "dentro de la Constitución". La solución es sobre todo económica, dice. "Inversión en infraestructuras -corredor del mediterráneo, cercanías-, una ley oficial de lenguas como en Quebec y un cambio del modelo de financiación, "porque es verdad que Catalunya, como Valencia, ha salido perjudicada".