El alcalde Alfredo Vega pronunció hace diez días una conferencia en clave de ciudad que se ha interpretado en los medios políticos terrassenses como el inicio de lo que será una larga precampaña de las elecciones municipales de 2019. A un año vista (las municipales se celebrarán con toda probabilidad el 26 de mayo), resulta sumamente complicado realizar un análisis sobre el equilibrio de fuerzas del arco político municipal. La influencia de la política catalana, instalada en un relato de bloques cada vez más polarizado, condiciona las previsiones y, sin duda, las tendencias de voto.
Curiosamente, el gran protagonista del inicio de la precampaña es alguien que aparentemente está fuera de la política desde hace seis meses. Se trata de Jordi Ballart, el anterior alcalde de Terrassa, dimitido en noviembre públicamente enfrentado a su partido y a la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya.
Aunque advierte que todavía no ha tomado una decisión, consciente de la dificultad, no descarta en modo alguno la posibilidad de volver a la arena política terrassense con una propuesta personal que tiene en su núcleo duro a los concejales que dimitieron con él. El exalcalde y su grupo de íntimos muestra una visible hiperactividad en las redes sociales, ámbito en el que se desenvuleve con comodidad y solvencia. Precisamente, hace algunas semanas colgó en Facebook una fotografía en la sala de espera de la oficina de empleo que desató las ironías de quienes antes fueron sus amigos. Al respecto, eludió las llamadas de este rotativo.
Por otra parte, comparece con sorprendente asiduidad en las actividades de todo tipo que se desarrollan en la ciudad. Es muy cuidadoso, eso sí, de llegar a los actos cuando ya ha dejado el lugar el alcalde, Alfredo Vega, que fuera su número dos y con el que ahora no mantiene la más mínima relación. Se dice que una avanzadilla de su equipo le avisa de la partida de Vega para que él pueda hacer acto de presencia en ese momento y evitar coincidir.
La relación de Ballart con su anterior partido es inexistente y dentro del PSC no se esconde un gran malestar por su abrupta salida de la alcaldía y la ácida crítica que realizó contra esa formación. No obstante, los socialistas se muestran satisfechos con la reconducción de la situación que ha liderado Alfredo Vega.
"Los otros"
La dimisión de Ballart es anatema en el PSC y si se produce algún cambio en esa relación es a peor. El último episodio se produjo hace pocas semanas cuando Ballart, en la emisora local Radio Star, dijo que sentía vergüenza de haber formado parte del equipo del también exalcalde Pere Navarro, que curiosamente fue su valedor; Alfredo Vega se lo ha reprochado públicamente.
La animadversión indisimulada en el PSC hacia Ballart hace que sarcásticamente se designe al exalcalde y a los suyos con el sobrenombre genérico de "Los otros", en referencia a la película de Amenábar en la que los protagonistas no sabían que estaban muertos.
Ballart elude por el momento ahondar en la confrontación con el que fue su partido, pero no esconde que tiene sobre la mesa la posibilidad de liderar una nueva propuesta política para la ciudad. "No voy a negar que lo estoy estudiando, pero son muchas las dificultades y los condicionantes de todo tipo".
Se refiere esencialmente a las cuestiones de carácter económico y de estructura organizativa que pueden supeditar su decisión final: "Es muy difícil crear un partido nuevo y con toda sinceridad debo decir que no he tomado ninguna decisión todavía". Pese a su cautela, desde su más cercano círculo de colaboradores se habla abiertamente de que Ballart será candidato a la alcaldía.
Asegura haber mantenido conversaciones con otras formaciones e incluso haber recibido ofertas de incorporación a otros partidos, pero "yo no me salí de un partido para entrar en otro y menos con los que se negaron a gobernar conmigo". Y continúa: "Debo insistir en que yo no soy independentista. Mi propuesta, si se produce, será seria y con un claro proyecto de ciudad. No podemos permitir que el impacto de la política catalana nos haga perder el horizonte, que no es otro que Terrassa".
Àlex Rodríguez, con una acidez desconocida en él, le recomienda "que se busque un trabajo, que es bueno conocer otros ámbitos de la vida fuera de la política. Ballart no ha conocido otra cosa y estaría bien que trabajase".
El PSC está recosiendo sus costuras, echando mano de antiguos activos con los que se pretende recuperar el músculo y la capacidad de movilización que la organización perdió bajo la dirección de Ballart, que lideró una propuesta personalista y alejada de las siglas.
Alfredo Vega será, con toda probabilidad, el candidato de los socialistas para los próximos comicios municipales. Se trata de una figura que ha ido creciendo políticamente desde que se incorporó al primer equipo de gobierno de Pere Navarro.
Torcer el gesto
No evita torcer el gesto cuando se le habla de Ballart para decir que no entendería una candidatura del anterior alcalde: "Es evidente que podría dividir aún más el voto de izquierda, pero en todo caso, me sorprendería que volviera. Se fue siendo alcalde. Intenté convencerlo de que se quedara hasta el último momento. Ni entendí su marcha ni entendería su vuelta ¿Qué sentido tendría?".
Inteligente y dialogante, Vega es muy valorado entre la clase política por su talante y su resiliencia; entre las entidades, por su cercanía y en la estructura municipal, por su sentido del rigor en la gestión. Su asignatura pendiente, no obstante, es su visibilización entre la ciudadanía en general y esa es la gran preocupación del PSC y uno de los caballos de batalla en el año que resta hasta las elecciones.
Con todo, "me niego a que Terrassa deba verse abocada a la parálisis que implicaría una campaña electoral sostenida durante un año", dice Alfredo Vega. "Hay temas muy importantes que todavía hay que resolver."
Se muestra preocupado por el impacto de la situación de Catalunya en la política de proximidad: "Los ayuntamientos son los que han sostenido este país durante un procés y no podemos seguir así." Considera que se debe rebajar la tensión porque "sería un error que el discurso nacional se convierta en la esencia de las municipales".
Existe una inercia que lleva a creer que la lógica de bloques determina la política de pactos ante la atomización de los resultados que también se prevé para las próximas municipales. Pero si Ballart fue taxativo en su negativa al respecto de pactar con partidos como Ciudadanos o Partido Popular, Vega parece distanciarse de apriorismos: "Si el mandato de la ciudad es el pacto, habrá que hablar con todo el mundo. La atomización de los resultados es un mensaje que debemos entender como una obligación de alcanzar acuerdos".
Bisagra
En ese sentido, se da la paradoja de que desde los partidos de izquierda se presume que Vega estaría dispuesto a pactar con Ciudadanos en caso de poder alcanzar una eventual mayoría mientras que en Ciudadanos tienen claro que el PSC pactará con los independentistas. A Vega le preocupa que se intente proyectar de su partido una imagen de partido visagra: "Nosotros queremos ganar, revalidar la confianza de la ciudadanía, no queremos ser muleta de nadie; nuestro proyecto será de ciudad, moderado, pero izquierda y con toda la fuerza transformadora que ha distinguido al socialismo catalán".
Ciudad
Todos los partidos coinciden en que es determinante que el discurso de las elecciones municipales se realice en clave ciudadana. Terrassa en Comú, tras un 21-D que no le deparó buenos resultados, por la polarización y en ese sentido seguramente por la medida ambigüedad que detectó su electorado con respecto al independentismo, se ha acercado en los últimos meses al PSC en la ciudad. No se sabe todavía si como una firme opción de futuro o como un matrimonio de conveniencia con objetivos a corto plazo.
Su líder, Xavier Matilla, que a falta de la activación de los mecanismos de elección de alcaldable se mostraría dispuesto a serlo, entiende que Terrassa necesita un proyecto de ciudad sólido: "Llevamos dos mandatos muy deficientes en los que han influido la crisis económica, la debilidad de un gobierno en minoría y la implosión del PSC con la dimisión de Ballart. Las elecciones deben plantearse en clave de ciudad, hay que hablar de Terrassa; ya hemos perdido suficientes oportunidades".
Y reivindica Matilla la propuesta de Terrassa en Comú como "responsable y comprometida; hemos hecho una oposición que ha sido contundente y valiente cuando ha era necesario y hemos colaborado con el gobierno cuando la ciudad lo requería. En estos tres años hemos adquirido una experiencia que nos refuerza para presentarnos como una alternativa real a la inoperancia de un proyecto socialista agotado". Y habla de liderazgo: "Es esencial que la ciudad sepa a dónde va y para eso debemos reflexionar para saber qué le interesa a Terrassa. Llevar el debate político únicamente al ámbito nacional es un flaco favor que le hacemos a la ciudad".
Terrassa republicana
Esquerra y PDCat quieren alejarse también de la idea de que las municipales deben entenderse desde la política de bloques. Tanto Isaac Albert como Miquel Sàmper son conscientes que es muy difícil para sus partidos sustraerse a la influencia del procés, con debates todavía en el aire como la lista única, la posibilidad de que se hagan coincidir las elecciones municipales con las autonómicas o que se les quiera dar a las locales un carácter plebiscitario. El juicio contra los presos catalanes puede iniciarse en noviembre, durará al menos dos meses y su resultado condicionará sin ninguna duda las decisiones que se tomarán en torno a esas incógintas.
"No podemos negar que la política catalana influirá en la campaña terrassense" dice Isaac Albert (ERC) "pero eso no quiere decir que influya contra nada ni contra nadie". Esquerra también quiere centrar su discurso en la ciudad por lo que considera una responsabilidad y una obligación, pero "no podemos dar la espalda a una realidad que nos supera. El discurso de ciudad y el de construcción de la república son dos caras de la misma moneda". Y se explica: "Nosotros queremos construir la república para vivir mejor y lo lógico es que eso se haga desde las ciudades, desde los pueblos, desde cada barrio. El nuestro será un proyecto puramente de ciudad, republicano, abierto y transversal". Esquerra quiere una "Terrassa amarilla y no naranja".
Albert advierte sobre la política de trincheras: "En un escenario polarizado, de bloques se tiende a creer que el tuyo es el más fuerte y se tiende a fortalecer esa posición con lo que estás forzando a que ocurra lo mismo en el otro bando y crear alianzas donde antes eran más complicadas". Isaac Albert considera esencial no echar al PSC en brazos de Ciudadanos promoviendo el enroque de independentistas y constitucionalistas.
En la misma trinchera, pero todavía a una distancia prudencial se parapeta Miquel Sàmper con un PDCat con dos almas, el de la lista del President y el de los herederos directos del posibilismo convergente, que no se sabe si continúa en proceso de destrucción o de construcción. Sàmper tuvo que gestionar en 2015 una pérdida de votos de su partido que le llevó a reducir de nueve a tres sus concejales.
La pérdida de relevancia se intentó contrarrestar con un pacto de Gobierno que dinamitó el 155 el pasado mes de noviembre. "Hay todavía muchas incógnitas que se deben despejar y hay que acomodar todas las sensibilidades", dice Sàmper. "Nuestro partido celebrará un congreso en julio en el que debe fundir las dos corrientes", que lógicamente también existen en Terrassa: "No olvidemos que todos pretendemos lo mismo. Es innegable que la política catalana tendrá un impacto importante en las elecciones terrassenses, pero debemos evitar que la polarización nos impida hablar de la ciudad".
Los resultados del pasado 21-D han cambiado la actitud del PDCat en Terrassa y Sàmper no esconde un cierto optimismo a un año vista de una cita que un año atrás se auguraba catastrófica: "El 21-D conseguimos en quince días darle la vuelta a una situación difícil y nuestras perspectivas de cara a las municipales son hoy más positivas."
Al alza
El optimismo también es patrimonio de Ciudadanos. La formación naranja, liderada por Javier González, ganó las elecciones del 21 de diciembre con más del treinta por ciento de los votos y eso le sitúa en una posición de privilegio para afrontar las próximas municipales. Por ello, la actividad en Ciudadanos es frenética: "Hay que empezar a diseñar nuestra estrategia, el programa, los actos, etcétera. En pocos días vendrá a Terrassa Jordi Cañas, después Daniel Nart, preparamos un acto con jóvenes que se incorporan a nuestro proyecto, debemos desplegarnos en el territorio y conseguir presencia en poblaciones del entorno en las que no estamos organizados. Queda mucho para las elecciones, pero queda poco".
González se siente fuerte con los 37 mil votos que obtuvo en diciembre y es consciente de que las dificultades para encontrar socio le obligan a un sobreesfuerzo: "Somos la única garantía de cambio y si queremos gobernar debemos movilizar a toda la ciudad. Está claro que el PSC pactará con los independentistas. Estamos solos, esto es un todos contra Ciudadanos."
La CUP, por su parte, no conoce urgencias. La organización asamblearia tiene su propia agenda y está muy lejos de situar las municipales en un lugar preeminente de su hoja de ruta. Marc Medina, que sustituyó a Maria Sirvent cuando ésta entró a formar parte de la candidatura de la CUP al Parlament como número dos, ha ocupado en el pleno un asiento que para la CUP es una herramienta. "Nosotros no pensamos en precampaña ni mucho menos. Ya vendrá. Ahora hay temas internos y de ciudad de capital importancia que requieren de nuestra atención. Hablamos de agua, de autobuses, de la atención domiciliaria o los comedores escolares. Hay mucho trabajo y 2019 queda muy lejos."
En clave interna, la CUP está por consolidar su propuesta en la ciudad. "Es verdad que el 21 de diciembre significó un retroceso para nosotros, pero eso no nos afecta. Pensamos que tenemos un voto muy consolidado y lo que pretendemos es apuntalar esa fidelidad. Hemos notado un incremento significativo de la militancia en la ciudad"
El gran damnificado por el procés está siendo sin duda el Partido Popular. En Terrassa ha coincidido además con un proceso de reestructuración interna como consecuencia del abandono de la política activa del anterior cabeza de lista y presidente local, Gabriel Turno. Àlex Rodríguez asumió la responsabilidad y pretende imprimir una dinámica diferente al partido en la ciudad.
No será tarea fácil. Si debemos hacer caso de los resultados del 21 de diciembre el Partido Popular perdería su representación en el Ayuntamiento, como también le ocurriría a la CUP, aunque los anticapitalistas están protagonizando una recuperación que no se da en los populares. Al contrario, la política española está repercutiendo muy negativamente en sus previsiones. Sólo faltaba esta semana la sentencia de la Gurtel, la detención de Eduardo Zaplana y la moción de censura del PSOE.
Rodríguez quiere cerrar la vía de agua que significa la salida de votos hacia Ciudadanos: "Debemos centrar el debate en Terrassa y Ciudadanos no conoce la ciudad, no tiene proyecto, es la franquicia local de un partido en alza".