Había un charco de líquido rojo junto a unos bancos. "Ha perdido mucha sangre", decían testigos mientras el atacado era operado en MútuaTerrassa, mientras allí mismo, junto a los bancos, en la calle de Saragossa, un familiar de la víctima avisaba de lo inevitable de la venganza. Un individuo había disparado a su pariente en la cara. A plena luz, al mediodía, pegado a la valla de un colegio. En principio, se baraja la hipótesis de un ajuste de cuentas. El tiroteo culminó una trifulca iniciada minutos antes. Los Mossos d’Esquadra detuvieron al presunto agresor en Sabadell.
Una mujer de unos 70 años vendía rosas en la calle de Saragossa, en Torre-sana, junto a unas compañeras. Creían haber elegido un lugar plácido, junto a la escuela Rosep Capdevila. A eso de las 12.40 del mediodía, las vendedoras oyeron una detonación. Un petardo, pensaron, un petardo. Falta un mes para San Juan y de vez en cuando se oye algún estruendo eventual.
"Un petardo por Sant Jordi", pensó una de las señoras. Pero llegó el ruido seco de otra detonación. Se giraron, vieron a varias personas en disputa a gritos. Uno blandía una pistola "grande, plateada". Aquello no era pirotecnia. Aquello eran tiros. Y el portador de la pistola apretó otra vez el gatillo. Otro disparo.
El atacante echó a correr. Un hombre yacía al lado de un banco. Otro lo socorría. Este segundo también estaba herido, en principio leve, porque una bala le rozó, según testigos. De la cabeza del otro manaba mucha sangre. Las primeras informaciones indicaban que había recibido, al menos, dos impactos de bala, uno de ellos con orificio de entrada en el rostro y de salida por el occipital. El agresor se metió en un coche y se largó. Alguien había escuchado chillidos de recriminación, "que me has quemado el coche". Alguien vio una disputa previa en un bar próximo, y vio a uno de los implicados marcharse, seguramente a su casa, para luego volver allí mismo. Con el arma de fuego en la mano.
A unos cuarenta metros del bar, en la acera de enfrente, se abre un pequeño descampado que sirve de aparcamiento al aire libre, frente a la confluencia de la calle de Saragossa con la de Múrcia. Allí está la parte posterior del colegio Roser Capdevila. Junto a la valla, bancos.
Unos testigos afirmaron que las víctimas habían tomado asiento en los bancos cuando llegó el sospechoso, cuando se reanudó el conflicto, esta vez con una de las partes pistola en ristre. Los asaltados trataron de defenderse. Uno, con una pierna impedida, se enfrentó al portador del arma con ahínco, según contó un familiar de los heridos. Intentaron estos refugiarse entre la valla de la escuela y un automóvil plateado.
"Había niños en el patio y una maestra los ha hecho entrar rápido", contó una mujer que oyó los tiros y presenció la huida. Llegó una ambulancia. El herido más grave, el del tiro en el rostro, yacía junto a un banco, envuelto en sangre. "Echaba bocanadas", contó su primo poco después. Había intentado asistirlo antes de que se presentasen los sanitarios. Las salpicaduras sanguinolentas en su chándal blanco lo demostraban. El herido, con pronóstico muy grave, fue trasladado a Mútua. Allí lo intervinieron. Anoche no se temía por su vida.
Segundo operativo
El alcalde, Alfredo Vega, acudió a Torre-sana para interesarse in situ por el altercado. A las 3.20 de la tarde, los mossos desmontaron el cordón policial una vez escudriñada la zona, el descampado, la acera, los bancos, algunos automóviles. Alguien observó cómo metían un cuchillo en una bolsa. Operarios de Eco-equip limpiaron con una manguera a presión las baldosas para eliminar el charco de sangre.
El operativo, con grupos especiales de intervención, se trasladó a otra zona del barrio, a la calle del Camí dels Monjos. Por allí residía el sospechoso, el fugitivo. A las 5.35 de la tarde, los mossos abortaron esa operación. El hombre más buscado ayer en Terrassa había sido detenido en Sabadell, en la calle. Tiene entre 40 y 50 años y está acusado de homicidio en grado de tentativa y de tenencia ilícita de armas.
"Nos vengaremos", decía un primo de la víctima ingresada.