¿Un héroe? Su boca dibuja una mueca que equivale a un encogerse de hombros, algo que semeja una sonrisa que sirve para decir, sin decirlo, "no es para tanto" o "hice lo que hubiera hecho cualquier otro en mi situación". Pero no todo el mundo hubiera hecho lo mismo en su situación. De hecho, unos cuantos vehículos pasaron junto al suyo y al de aquella pareja que se estrelló contra el coche de Gerard. El vehículo contrario empezó a arder. La mujer, atrapada, no podía salir. Gerard, el mosso, el héroe, la rescató, poniendo en ello tanto esfuerzo de golpe que se ha dañado unas cuantas vértebras. Está de baja.
Jueves, 15 de marzo pasado. Gerard, de 41 años, padre de dos niñas, es cabo de los Mossos d’Esquadra y dirige un grupo de investigación en Terrassa. Son las 9.15 y Gerard está libre de servicio. Conduce su todoterreno por la C-58. En el punto kilométrico 16 debe ralentizar la marcha por una retención. No es ninguna novedad. Circula por el carril derecho, sin prisas.
De súbito, el estrépito tras un impacto demoledor, la luna trasera que se despedaza, el vidrio trizado despedido hacia adelante, una miríada de cristales encima de Gerard, el todo destilado en un segundo desconcertante. Qué ha pasado, se pregunta, y mira por el retrovisor, y ve un coche rojo, un todoterreno, "como si rebotase", en marcha alocada. Decide apearse.
Sale de su vehículo, también un todoterreno, y corre hacia el otro automóvil. Identifica a un hombre mayor como conductor. Su rostro es puro desasosiego. ¡Mi mujer!, dice. Sí, dentro del coche hay alguien. Una mujer, mayor también, ladeada, en el asiento del copiloto.
No se mueve porque no puede moverse. Es gruesa. Se queja, con voz lastimera, está atascada. Gerard trata de tranquilizar a conductor y pasajera. "Soy policía", les dice, con hablar pausado. Llama al 112, informa de su condición de mosso, advierte de que son necesarios los bomberos y una ambulancia, amén de sus compañeros.
Operado del corazón
El septuagenario sigue asustado, ¡mi mujer!, repite con desconsuelo. El coche se le había girado, perdido su control, y había golpeado el de Gerard con su costado derecho. Con el lado de la mujer. Por eso su puerta presenta arrugas.
"No sufran, ya vienen", dice el mosso. "Estoy mal, hace poco me operaron del corazón", informa el esposo. Pasan varios turismos. Ninguno más se detiene. Y entonces Gerard ve una llamarada que surge del capó. Corre hacia su coche, porque lleva un extintor, corre de nuevo al otro, se acrecientan los nervios de la mujer atrapada, él dispara con el extintor hacia el capó, parece que se apaga el fuego, pero se reaviva, otra dosis, pero se reaviva, y lo que se extingue es el extintor.
El mosso pide al señor que se vaya de allí y lo conmina a ponerse a unos treinta metros con el pretexto de que dirija a los coches hacia el lado izquierdo. Y entonces emanan las llamas por el respiradero y una fumarada negra invade el interior del coche. "Señora, la tengo que sacar". No me puedo mover, dice ella. "La sacaré sea como sea".
Él abre la puerta del conductor. La ve de cerca, clavada. El mosso manipula el asiento, tira hacia atrás el respaldo, lo mueve. El humo negro envuelve a los dos. Alguien grita desde un vehículo en marcha: ¡Sal de ahí, explotará! A Gerard también lo asalta esa posibilidad, "me quemaré", dice la señora, la sacaré, la sacaré. El mosso abre los brazos, abarca toda la figura de la víctima. Es corpulento, pero el esfuerzo es tremendo. Le haré daño, le advierte, cójase muy fuerte, haga lo que pueda, él tira una vez, otra y otra, la gira, la carga. La saca. Ya está. Vaya con su marido, vaya.
Máscara de oxígeno
Gerard corre hacia su coche, se mete en él y lo aparta para que las llamas no lo castiguen también. Un minuto después llegan dotaciones de emergencias. Mossos, bomberos, ambulancias. Gerard se siente mareado por el esfuerzo y el humo tragado. Le ponen una máscara de oxígeno y lo llevan al Hospital de Terrassa. Le colocan un collarín.
Permanece doce horas en observación en el hospital. ¿Y la víctima rescatada? "Sufrió fracturas costales. En cinco costillas. A lo mejor alguna se la fracturé yo".
"Le has salvado la vida", le comentó un bombero. Gerard sufrió un latigazo cervical y un TAC reveló inflamación en las vértebras, con diferentes grados de pinzamiento en los espacios discales. Tiene afectadas desde la C2 a la C5 y se debe someter a sesiones de rehabilitación. Seguramente las repercusiones hubieran sido peores sin su corpulencia, sin su preparación deportiva, pero de momento la baja médica es de 63 días.
Él, apasionado de su trabajo a más no poder, no resistirá tanto tiempo en el dique seco, por mucha conexión telefónica que mantenga con sus compañeros para seguir al tanto de los casos que investigan. "Estoy de los nervios", admite el héroe. ¿Héroe? Sonríe con mueca liviana. "Los policías trabajamos para las personas", concluye.