La anunciada y temida lluvia se quedó en unas pocas gotas durante la mañana, y a partir de media tarde, con el cielo despejado, el público acudió masivamente a la plaza del Progrés, y la Mostra de la Cervesa Artesana de Terrassa volvió a ser, el sábado, una gran fiesta ciudadana. A las 9.45 de la noche fue adquirido el último de los 1.500 vasos que la organización -Cervesa La Resclosa y Espai Gastronòmic Terrassenc- había puesto a la venta para que, con ellos, los asistentes bebieran cerveza en los seis puestos de marcas participantes (las terrassenses La Resclosa, la Mola y Simanya y las foráneas Anti-patiks, La Florestina y La Calavera, que debutaban en la Mostra) En el centro de la plaza se bailaba "Rama Lama Ding Dong" de Rocky Sharpe and the Replays, pinchado por el dj en acción, y las mesas aparecían llenas de gente en su mayor parte joven que cenaba con la oferta gastronómica de la feria (pizzas, creps, empanadillas, comida mexicana, quesos) regada con cerveza.
Tiradas cortas y líneas propias
"Nos ha ido muy bien. El próximo volveremos", nos comentó Mikel Mendizabal, de la cerveza La Calavera, de Sant Joan de les Abadesses. Son una marca "un poco más grande" que el resto de participantes, "pero seguimos siendo muy artesanos. Hacemos tiradas muy cortas". Siempre de estilos "que se salen de lo habitual. Básicamente belgas, y ‘sour’, ácidas, que tienen su público, reducido pero entusiasta".
"En el mundo de la cerveza artesana, cada productor busca una línea propia. La nuestra se dirige al público que aprecia las que tienen más lúpulo", explicó Riccio Cassentini, de la Florentina (Sant Cugat). Vinieron con cuatro cervezas, entre ellas la que da nombre a la empresa: una "indian pale ale" con mucho lúpulio, y bactericida "porque es una receta que enviaban a la Índia y así se conservaba".
También hay quién gusta de hacerse su propia cerveza en casa, y en el puesto de Viver Tres Turons, de Castellar del Vallès, podía adquirirse lúpulo (ecológico), y otras hierbas aromáticas y para restauración, "En Catalunya nunca se ha plantado lúpulo, al menos en grandes cantidades. A raíz del auge de la cerveza artesana, algunos cultivadores hemos apostado por ofrecerlo", comentó Boi Sagrera. Era su primer año en la Mostra, "y hemos vendido poco -es un producto muy concreto- pero ha sido interesante para visibilizarnos y que los cerveceros y el público nos conozca".
El programa se desarrolló como estaba previsto. Arrancó a las once de la mañana con una chocolatada y un taller de maquillaje para niños, y cuando las motos antiguas del Soul Vespa Scooter Club Terrassa llegaron, a las doce, comenzó a servirse cerveza. Diversos dj’s se sucedieron para que toda la jornada tuviera banda sonora, y a las siete de la tarde el concierto de De la Carmela llenó y emocionó la plaza. Un éxito que "nos da la energía para continuar y organizar otra edición el próximo año", afirmó Xavi Perich, de Espai Gastronòmic, poco antes de que dieran las once de la noche y la Mostra llegara a su fin.