Sobre el escenario, un libro abierto sobre una piedra y al fondo un paisaje proyectado sobre una pantalla. Con estos dos objetos, que configuran un espacio tan poético como minimalista, se abre la propuesta escénica “Lanscape, el idiota y lo sublime”, de Ernesto Collado, uno de los creadores que se enmarcan en el denominado teatro de nuevas tendencias y lenguajes.
Collado no aparece en escena en ningún momento. Sólo se escucha su voz, una voz que va explicando sus experiencias con el paisaje, con la tierra; en definitiva con aquello que nos une y que nos sentimos apegados, arraigados. El relato que nos ofrece se presentó muy literario, con riqueza de palabras para describir cada paisaje y también para ahondar en los sentimientos que le produce cada hora del día que le proporciona la naturaleza.
Collado, que vive en la comarca del Empordà, nos hace transitar por paisajes amables y no tanto y se pregunta cómo le influye un bosque frondoso y, al mismo tiempo, se cuestiona que relación tiene el mismo con el hombre y con el clima. En su viaje se ha fijado en monumentos de piedra que yacen en algunas zonas y que han resistido al paso de muchos años. Ha observado árboles más que centenarios, imponentes, que se mantienen en pie y otros que se han constatado frágiles y aparecen rotos en el suelo, olvidados por el hombre. Ha tomado nota también de bosques junto al mar, donde el verde y el azul dialogan en un día radiante o el gris envuelve todo sin que se perciba, apenas, el horizonte.
Partícipes
A través de este recorrido, el creador nos hace partícipes de sus emociones pero también intenta que el espectador se adentre y experimente las suyas inmerso en lo que escucha y en las imágenes que mira y sirven de ilustración y que a veces, muy pocas, se acompañan de música.
La presencia de Collado está ausente en este documental pero no la figura humana. Durante la obra salen a escena, desde el patio de butacas, varias personas, algunos de los cuales son familiares del artista y unos pocos de Terrassa que fueron llamados para colaborar. Las personas que salen lo hacen en forma de figuras estáticas, contemplando el paisaje que nos brinda en la pantalla o mirando al espectador como si le quisiera interpelar sobre la complejidad de la naturaleza que puede ser tan bella como devastadora.
Con este espectáculo, Collado se ha despedido de los escenarios. Fue una oportunidad ver lo que es su nueva y última producción artística. La propuesta del artista gustó al público que conoce cómo trabaja (Collado ha sido habitual en el Festival TNT de Terrassa del Caet) y también al que quería aproximarse a un arte escénico poco convencional. La creación despertó interés y recibió aplausos del público, que celebró 50 minutos de escapada en momentos políticos que el domingo fueron muy convulsos .