Barcelona, 14 de abril de 1918. El gobernador civil de la provincia, el autoritario Carlos González Rothvoss, hace pública una circular en la que se da cuenta del Real Decreto del 3 de octubre dictado por el gobierno presidido por Antonio Maura por el cual "el día 15 del corriente mes de abril y a las 23 horas, será adelantada la hora legal en 60 minutos. El día 6 de octubre próximo se restablecerá la hora anterior", dice en esta disposición. Lo recogía en su portada el periódico La Comarca del Vallès, "eco de los distritos de Tarrasa, Sabadell y Granollers", concretaba bajo su cabecera. Y fue en Terrassa, a diferencia de otras ciudades, donde este adelanto del reloj generó una fuerte controversia, centrada en el ámbito laboral.
Se cumplen, por tanto, cien años del primer cambio horario. Fue el 15 de abril de 1918, lunes, a las once de la noche como decía el gobernador. Pero en nuestra ciudad no resultó fácil de asimilar.
Una convulsa Terrassa
Hubo dudas, reticencias, recelos, disconformidades, susceptibilidades, escepticismos… polémica en definitiva, aunque pronto quedó apaciguada. En aquel 1918 Terrassa apenas contaba con 30 mil habitantes y vivía una creciente convulsión social. Estaba cerrando su etapa de oro. La Gran Guerra iniciada en 1914, había hecho que nuestra ciudad fuera un centro neurálgico de la industria textil europea, junto a localidades como Sabadell o Mataró. Llegaban a Terrassa grandes, inmensos pedidos de todas partes, incluso se decía que los uniformes del poderoso ejército francés se hacían en esa vieja Egara. Hubo trabajo para todos, industrias que se expandían y alcanzaban el cien por cien de su productividad; crecimiento, riqueza y grandes beneficios para los empresarios. De ahí surgió el dicho popular de que los industriales terrassenses hubiesen podido adoquinar las calles de la ciudad con "duros puestos de canto". Pero eso se acababa. Del esplendor a la miseria. Se vislumbraban periodos turbulentos que supondrían una gran crisis tras el armisticio que se firmaría el 11 de noviembre de 1918. Terrassa perdía esa pujante industria. De la riqueza a la pobreza, del pleno empleo a los sistemáticos despidos. La conciencia social, laboral y política, cocinada a fuego lento durante años, estallaba en la ciudad. El movimiento obrero se dejaba sentir. Aquel mismo mes de abril se acentuaron las protestas. Empezaban huelgas en la carpintería, en la metalurgia, en la construcción, en el sector del género de punto, en el metal se pedía más dinero a los empresarios… Y a ello se añadía la carestía de los productos básicos, cada vez mayor. Los precios estaban por las nubes y las llamadas "subsistencias" eran la máxima preocupación.
Un mitin obrero
En ese contexto llegó a una agitada Terrassa ese cambio horario. El cronista de la ciudad, Baltasar Ragón, en uno de sus libros, decía textualmente: "Als obrers terrassencs els va venir de nou aquella renovació i dos dies abans van donar un mitin al teatre Alegria per a demostrar la seva disconformitat amb l’acord que havia pres el govern i que ells creien que era una mesura més per explotar a l’obrer". Y sí, el viernes dia 12, se celebró ese mitin convocado por la Federación Local de Sindicatos Obreros. Se trató ese tema, pe-ro también otros asuntos de candente actualidad para la clase obrera.
La controversia se había iniciado y a ella contribuyeron artículos y comentarios que jalonaron esos días de abril los periódicos locales Crónica Social, La Comarca del Vallès y El Dia. Incluso se habló del cambio de hora en el pleno municipal del 10 de abril. En él, el síndico Narcís Freixa pidió, sin éxito, que se solicitara al ministro de la Gobernación aplazar hasta el día 20 el adelanto del reloj porque la medida "puesta en ejecución en día de trabajo, puede producir perturbación entre los obreros", argumentaba el político.
Efectivamente había el temor entre el obrerismo, de que ese cambio horario fuera en contra de sus derechos laborales. En este sentido, desde Gobernación se insistía en que "la aplicación del nuevo horario no ha de dar lugar al menor aumento en la duración total de la jornada legal, ni a modificación alguna en el régimen de protección de los obreros sometidos por su edad o sexo a legislación especial". Se añadía, y así lo recogieron los periódicos locales, que se velaría por el correcto cumplimiento de "las leyes tutelares del obrero".
El carbón y la luz
En el periódico Crónica Social -"diario católico de avisos y noticias" especificaba bajo la cabecera- se defendía la medida de adelantar la hora: "la medida obedece, como ha dicho el gobierno, al deseo de economizar luz y carbón en gran escala y por consiguiente también a economizar transportes. Por eso debe calificarse la medida como previsora y sabia", y le indicaba a los obreros: "déjense de temores pueriles e inmotivados. Acepten el horario como altamente beneficioso a todos los niveles".
Y llegó el día. Y llegó la hora. 15 de abril. Once de la noche. El diario Crónica Social decía que "debido a la modificación del horario se ha producido una confusión en las horas de trabajo. Algunas fábricas han seguido el nuevo horario y otras el antiguo, lo mismo que los obreros, pues muchos se han presentado a una y otra de las horas". En esta misma edición se hablaba de Sabadell indicando que ese cambio de hora se había efectuado "sin que haya ocurrido el más mínimo percance".
Firmeza empresarial
El Institut Industrial tuvo también que intervenir y difundió una circular firmada por su presidente accidental, Josep Jover, en la que se decía que "suscitadas algunas dificultades en ciertas fábricas para empezar el trabajo con arreglo a la hora oficial, desde el Institut Industrial se notifica que sólo debe haber un criterio: la aplicación estricta de la hora oficial, y de las normas usuales de trabajo". Añadía la circular que "se pondrán en movimiento los motores a las horas de costumbre, pero arregladas al horario oficial y a los que acudan al trabajo una hora más tarde se les advertirá que el cuarto de jornal hace ya una hora que está empezado y no se les dejará entrar. En el cuarto de jornal siguiente que empezará a la hora oficial podrán entrar a trabajar. Para el trabajo de noche debe regir la misma norma, pero no habiendo cuartos de jornal, al que llegue tarde no se le admitirá en toda la noche". En todo caso, hubo resistencia de algunos obreros a aceptar el cambio de horario y no acudieron a su puesto laboral los de numerosas fábricas, según se detallaba en los medios locales. En todo caso, pronto la situación quedó normalizada y el cambio horario se aceptó, con agrado o, en el caso de algunos, a regañadientes.
Pero ese primer adelanto horario tuvo también en Terrassa otro cariz más festivo. Así lo explicaba el periódico El Dia: "A les onze de la nit foren molts els curiosos que sortiren al carrer per a sentir tocar les dotze en lloc de les onze amb motiu del nou horari oficial. A la plaça Major hi havia alguns individus que al començar a tozar les dotze campanadas xiularen i protestaren. No obstant la campana, impassible, anava desgranant les hores".