Terrassa

Condenado por agredir a dos mujeres y una niña y llamarlas “moras de mierda”

Actuó de forma gratuita, "movido por el desprecio hacia la religión y cultura islámica", llamó a las víctimas "moras de mierda" y las agredió. Lo considera probado una sentencia del juzgado de lo penal número 3 de Terrassa que ha condenado a un hombre por tres delitos contra la integridad moral en concurso con tres delitos de lesión de la dignidad de las personas, y un delito leve de lesiones y dos de maltrato. Las penas: un total de dieciocho meses de prisión así como una multa de 390 euros.

El acusado tiene 67 años. El 20 de mayo del 2016, a las seis de la tarde, caminaba por la Rambla de Francesc Macià, en el barrio de Sant Pere Nord. Una niña de 10 años paseaba por allí junto a su madre y una tía. Las dos adultas se cubrían la cabeza con un velo. Eran de origen marroquí, pero llevaban casi toda su vida en España. Una llegó con 4 años. Otra, con 1 año. "Sienten esta tierra como propia" y están "plenamente integradas", afirma la sentencia con rotundidad.

"Ocupáis toda la acera, apartaos ya moros de mierda", les espetó. Ellas se giraron, "extrañadas por los gritos y ofendidas por las palabras", dice la sentencia. Cedieron el paso al hombre y una de ellas le afeó la falta de respeto. "Tú me vas a enseñar a mí educación", soltó él, según la resolución. Y golpeó en el pecho a la mujer que le había interpelado, sin causarle lesión alguna.

Intervención
La otra mujer intervino para separar al hombre de su hermana, y corrió peor suerte en el incidente. Dice la magistrada que el individuo agarró del pecho a la segunda mujer. La asió con fuerza y le propinó un empujón y ella se golpeó la espalda con una farola. Sufrió cervialgia y eritemas en el tórax.

La niña increpó al acusado para que soltase a su madre, y también recibió. El hombre la cogió de un brazo y la apartó de un empujón. La pequeña cayó al suelo. Padeció una contusión en la muñeca. Llamaron a la policía. Un agente les recomendó que no perdiesen de vista al agresor. Caminaron tras él.

El hombre se giraba. "Moras de mierda, que estáis por todas partes", dijo mientras las intimidaba con un carro de la compra que portaba doblado. Hacía ademán de golpearlas con ese objeto, pero no las llegó a golpear. Ellas se marcharon a casa en estado de choque emocional. En principio, no tenían intención de denunciar los hechos.

El sospechoso fue identificado, imputado, acusado y juzgado. Y condenado. La sentencia dice que "la gratuidad de los actos violentos, sin otro motivo que el islamófobo, debe ser considerado como un indicio palmario de la concurrencia de un delito de odio". Pues, ¿qué otra explicación tiene que el acusado agrediera a dos mujeres en plena calle (y empujara a una niña) tras decirles que eran unos moros de mierda, que se apartaran, que estaban en todos sitios?, se pregunta la magistrada.

"Existe una afectación no sólo de la integridad física como bien jurídico, sino también una lesión de la dignidad de la persona por la voluntad de humillación", añade la resolución judicial, que califica de "clara, precisa y contundente", creíble, la declaración de una de las víctimas en el juicio.

La testigo reprodujo los insultos, la conversación entre su hermana y el acusado, la respuesta de "quizás sí" de ella al comentario de él cuando replicó aquello de "tú me vas a enseñar educación". Contó la agresión primera, la segunda, contó que su hija pequeña gritaba y lloraba antes de que el individuo la empujase. Lloró más al palparse la muñeca dañada.

Dejar pasar
Él negó ofensas y agresiones. Aseguró que sólo pidió a las mujeres que le dejaran pasar. Y que lo pidió "por favor", según su versión. Pero de su propio relato se deduce que no solicitó paso "por favor", según señala la magistrada. El acusado manifestó que las mujeres se giraron extrañadas y nadie se gira extrañado "cuando alguien que va detrás suyo, educadamente, le pide que le deje pasar". Algo ocurría, algo fuera de lo normal.

El maltrato gratuito recibido "no se detuvo en expresiones islamófobas", dictamina la resolución, "sino que, avanzando en la escala delictiva, llegó a las manos, produciendo una agresión física".

La progenitora de la menor asegura que, desde entonces, la niña no quiere salir a la calle si su madre lleva puesto el pañuelo.

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